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La mayoría asociamos la lavanda con productos para lavar la ropa y suavizantes. Lo que a lo mejor no sabíamos es que tiene propiedades desinfectantes, calmantes, antisépticas y digestivas.

Además, aporta un aroma a tu jardín que no puedes desaprovechar. Si tienes interés por conocer los cuidados de la lavanda, continúa leyendo.

Detalles particulares de la lavanda
La lavanda es una planta endémica de la zona del mediterráneo que podemos verla crecer de forma salvaje. También se conoce vulgarmente como espliego (es difícil de reconocer a nivel de nombre común si hay diferencias o no) y es cultivada tanto por sus propiedades medicinales como por su valor ornamental y aromático para el jardín.

En general, cuando hablamos de esta planta aromática, podemos referirnos a un gran número de especies ya que, como tal, Lavandula es un género de hasta 60 especies. Generalmente, al referirnos a lavanda, científicamente está catalogada como Lavandula angustifolia.

Subespecies reconocidas
Las especies de Lavandula más comunes y cultivadas en la Península ibérica como planta aromática son las siguientes:

Especies naturales:

Lavandula angustifolia
Lavandula angustifolia pyrenaica
Lavandula dentata
Lavandula lanata
Lavandula latifolia
Lavandula multifida
Lavandula pedunculata
Lavandula stoechas
Lavandula stoechas subsp. luisieri
Lavandula stoechas subsp. stoechas
Lavandula viridis
Especies híbridas:

Lavandula angustifolia angustifolia × latifolia
Lavandula angustifolia pyrenaica × latifolia
avandula angustifolia × dentata
Lavandula dentata × lanata
Lavandula dentata × latifolia
Lavandula lanata × latifolia
Lavandula pedunculata × stoechas
Lavandula pedunculata × viridis
Lavandula stoechas × viridis
Hábito de crecimiento
La lavanda es, generalmente, de porte rastrero, aunque como arbusto mediterráneo, puede superar el metro de altura. Lo más valorado de esta planta aromática es la producción de sus flores, las cuales, además de tener un gran interés ornamental, contienen principios activos valorados en perfumería y farmacia.

Flores

La inflorescencia que produce es en forma de espádice (cono alargado), que puede medir hasta 9 cm. La parte de abajo, el cáliz, está formado por vellosidades y tiene un color morado más oscuro. La parte superior está formada por brácteas de un color algo más claro.

Es esta mezcla de colores violáceos de diferentes tonalidades lo que realmente ofrece un paisaje realmente impresionante cuando vemos un campo de lavanda.

El periodo de floración de esta planta sucede desde mediados de primavera hasta finales de verano.

Hojas

La lavanda tiene hojas pequeñas, pelosas y carnosas. Al rozar nuestra mano con ellas nos impregnamos de sus aceites esenciales. Tiene tonalidades verdes grisáceas y son muy resistentes.

Lavanda en jardín
Distribución principal
Esta planta aromática es habitual encontrarla en montes mediterráneos de toda la Península Ibérica, Europa del Sur (incluido la mitad de Francia, famosa por el cultivo de plantas aromáticas para perfumería), Croacia e Italia.

Además de crecer de forma espontánea en matorrales mediterráneos y ambientes costeros, también se ha extendido su cultivo para producción y destilado de sus principios activos.

El ciclo de vida habitual de esta planta aromática se extiende a 10 años, aunque especies híbridas en producción se reduce para conseguir mayor producción de aceites esenciales.

Cuidados principales de la lavanda
Climatología y ubicación
Hablar de la lavanda es pensar en climas mediterráneos con inviernos suaves y veranos secos y calurosos. Esta es la climatología ideal para cualquier planta aromática del género Lavandula. Bajo estas condiciones, puede ser cultivada tanto en suelo directo como en macetas.

Temperaturas cálidas durante la mayor parte del año, aunque tolera condiciones de frío e incluso heladas ligeras en invierno.

Puede crecer bajo cualquier situación de humedad ambiental, aunque prefiere entornos secos.

En cuanto a iluminación, se cultiva en zonas muy bien iluminadas, a pleno Sol. Tengo en cuenta si quieres cultivar tu lavanda en macetas.

Condiciones del suelo o sustrato
En cuanto al suelo, la lavanda es una especie rústica que se adapta muy bien a cualquier textura de suelo. Para conseguir el desarrollo óptimo, prefiere los suelos ligeros, de arena o franco-arenosos y con un contenido medio en materia orgánica.

No es una especie exigente en fertilidad, ya que acostumbra a crecer en entornos pedregosos. Sin embargo, en los primeros años de vida valora enormemente que incorporemos mezclado con el suelo materia orgánica o compost descompuesto. Especialmente para desarrollar su sistema radicular.

Un dato muy importante en cuanto al suelo de la lavanda es el drenaje. Debemos evitar a toda costa el exceso de agua acumulada en el suelo o sustrato, dado que es bastante sensible a la pudrición de sus raíces.

Sustrato ideal para cultivar lavanda en macetas

El sustrato universal que podemos adquirir en cualquier centro de jardinería es suficiente, aunque podemos conseguir un extra si mejoramos aun más el drenaje.

Conseguir un sustrato ideal para plantas aromáticas consiste en mezclar, a partes iguales, dicho sustrato universal con otro 50% mucho más poroso. Hablamos de fibra de coco, vermiculita o incluso perlita.

Cualquiera de los 3 es igualmente válido, aunque nosotros tenemos preferencia por la fibra de coco, dado su precio y mezcla con otros sustratos.

Campo de lavanda
Consideraciones del riego de la lavanda
La lavanda es una planta aromática que soporta bien los periodos de sequía, típicos del clima mediterráneo donde, a veces, hay meses sin que llueva.

En estos casos, la lavanda que crece de forma salvaje sólo tiene la aportación de la lluvia y sobrevive. De hecho, es habitual su crecimiento en montes y praderas que reciben tan solo 300 mm (litros) de agua por año.

Sin embargo, para darle una vida mejor cultivada en nuestro jardín, no podemos depender del agua de lluvia únicamente. Es habitual colocarle un sistema de riego por goteo con un emisor por planta.

Frecuencia de riegos
1 riego por semana, 2 en casos de veranos muy calurosos, son suficientes para conseguir una lavanda perfectamente desarrollada.

Hablamos de un tiempo de riego para sistema por goteo de entre 40 y 50 minutos para emisores habituales de 4 L/h.

Riego par macetas
En macetas, el planteamiento es aun más sencillo, ya que podemos comprobar la humedad del sustrato con tan solo palparlo manualmente.

Debemos dejar el sustrato prácticamente seco entre riego y riego. De hecho, la lavanda es la típica planta, al igual que el romero y otras las suculentas, que solemos regar en exceso.

Regaremos con un volumen de 1/3 del volumen de la maceta, drenando entre un 10-20% del agua por los agujeros del macetero y con una frecuencia suficiente que permita secar el sustrato.

Si pasan 15 días y la tierra sigue húmeda, por favor, no riegues.

Consejos para multiplicar la lavanda
Es una especie generalmente muy multiplicada. Es habitual coger pequeños tallos de jardines con lavanda o incluso en macetas para intentar reproducirlos por nuestra cuenta.

Para el caso, existen varias formas de conseguir multiplicar la lavanda.

Qué abono aplicar
A pesar de ser una especie rústica y de crecimiento en suelos pobres, agradece el aporte de abono orgánico y mineral en plena brotación, al inicio de primavera.

Es recomendable dar un poco de cariño al suelo y a la planta aportando materia orgánica (2 a 3 kg por planta) en otoño, y en primavera, aportar fertilizantes minerales.

Uno recomendado para la lavanda es aplicar fertilizantes sólidos granulados. Consideramos una relación ideal de nitrógeno, fósforo y potasio el abono NPK 12-8-16, que también contiene magnesio y micronutrientes.

Se ha demostrado cómo el aporte de estos micronutrientes favorece la concentración de sus aceites esenciales.

En general, cualquiera de los abonos sólidos que puedas elegir, considera aportar entre 100 y 200 gramos por planta, alrededor del tallo principal y a inicio de primavera, reaplicando una vez más a mitad de verano.

Si disfrutas de esta planta aromática cultivada en macetas, también puedes abonar sin problemas, pero reduce la cantidad 30-50 gramos, ya que generalmente suelen ser plantas de menor tamaño.

Con esto será más que suficiente para lograr tener una planta sana y fuerte.

Multiplicación de lavanda por semillas
Germinar semillas de lavanda es una técnica fácil pero lenta de reproducir. Es fácil adquirir semillas de esta planta aromática en cualquier centro de jardinería o incluso por internet.

Sin embargo, exige paciencia que no todo el mundo logra tener. Hablamos de entre 1 y 3 meses de germinación. Sí, es bastante lenta.

A veces sucede en 15 días, pero todo depende de la subespecie de planta y las condiciones de almacenamiento.

Para su siembra, requiere temperatura ligeramente cálida (15-20 ºC), condiciones de humedad constante en el sustrato y con muy buena iluminación.

Hay zona donde a inicio de primavera ya obtenemos estas condiciones de siembra directa. Si no es tu caso, puedes utilizar un semillero o incluso germinar lavanda en macetas en el interior de casa, cercano a ventanas para permitir la entrada de luz.

Si decides obtener semillas por tu propia cuenta y a coste cero, puedes recolectarlas estrujando las flores directamente cuando termina su producción, a finales de verano.

Las conservaremos en lugar fresco y seco (un tarro de cristal suele ser lo habitual), para plantarlas a inicio de primavera, cuando haya una temperatura mínima y estable de 15 ºC.

Aquí puedes conseguir algunas semillas de lavanda.

Multiplicación por estacas o esqueje
La técnica de esquejado es un sistema más fácil de acelerar la reproducción de la lavanda, obteniendo las cualidades idénticas a la planta madre donde hemos seleccionado el tallo.

La selección del esqueje la realizaremos a final de verano, cuando la floración termina. Para ello, elegiremos un tallo de entre 10 y 15 cm de longitud, de consistencia semi-leñosa (brotación del mismo año).

Sobre dicho tallo realizamos un corte en diagonal (aumentamos la superficie de producción de raíces) y lo plantamos directamente en pequeñas macetas con sustrato universal y fibra de coco, a partes iguales.

Importante mantener la humedad en el sustrato en todo momento, en un ambiente cálido y con luz. Igualmente, agradece que haya humedad ambiental, por lo que podemos improvisar un invernadero cubriendo la maceta con plástico agujereado o una botella partida.

Para garantizar el éxito de la operación, se recomienda seleccionar varios esquejes ya que alguno puede fallar. Además, también podemos utilizar enraizantes naturales o productos hormonales (ácido indolácetico y citoquininas) para estimular la salida de las raíces nuevas.

Esqueje de lavanda
Esqueje de lavanda. Fuente: guiadejardineria
Plagas y enfermedades de Lavandula
A pesar de que consideramos esta planta aromática como resistente o incluso pensamos que por contener sus aceites esenciales puede alejar a los insectos, lo cierto y verdad es que también sufre sus penurias como toda especie botánica.

Plagas
Una de las plagas más habituales de Lavandula angustifolia es la cochinilla algodonosa. Puede situarse tanto en los tallos jóvenes (recién brotados) como en los más leñosos. Succiona la savia y debilita a la planta.

Enfermedades
La mayoría de enfermedades que sufre la lavanda están relacionadas con excesos de humedad tanto en el ambiente (periodo de lluvias) como en el sustrato o tierra (exceso de riego).

Por tanto, hablamos de enfermedades de cuello y relacionadas con la pudrición de raíces (Septoria, Phytophthora, etc.)

¿Qué es la tristeza de la lavanda?

Aunque no está bien definida ni estudiada, se asume que son un conjunto de hongos que afectan al desarrollo de lavanda, obstaculizando el movimiento de savia y secando lentamente la planta. De ahí el nombre.

Se achaca a varios condicionantes, como un suelo fatigado, falta de desarrollo radicular y condiciones ambientales agresivas, justo cuando más demanda hídrica necesitaría la lavanda.

En el caso de que encuentres tu lavanda mustia o débil, es probable que se deba a un exceso de riego. En general, lo podrás diferenciar si los tallos están flácidos y la flor se curva por su propio peso. Es un claro síntoma de que le ha faltado oxígeno a las raíces.

En cambio, una planta que se vuelve marrón, con hojas secas y crujientes es síntoma de sequedad, pero será muy difícil que encuentras a tu lavanda así salvo que te desentiendas de ella por completo.

Usos de la lavanda como planta medicinal
El extracto o aceite esencial de la lavanda es uno de los productos más utilizados y con mayor oferta de beneficios.

Propiedades antiespasmódicas, antisépticas, diuréticas, cicatrizantes y analgésicas.
Utilizada en forma de infusión, decocción, tintura, pomada y loción.
Efectos antiinflamatorios y alivio del dolor muscular tras la práctica de deporte.
Uso del aceite esencial en cosmética, perfumería y productos de higiene (suavizantes, geles y jabones).
Mejora de afecciones en las vías respiratorias.
Beneficio para el control de vértigos, diarreas, digestiones lentas, etc.
Usado vía tópica, para controlar llagas, picaduras de insectos, aliviar quemaduras, eccemas en la piel, etc.
Las flores recolectadas, una vez secas e introducidas en pequeñas bolsas transpirables, sirven para perfumar la ropa, ahuyentar pollilas y otros insectos y como efecto relajante para mejorar la conciliación del sueño.
Activación del metabolismo de los tejidos, aplicando en la piel.
Composición de sus aceites esenciales
Aunque si cultivamos lavanda muy pronto vamos a empezar a sentir el gran aroma que produce, lo curioso es que sólo está compuesto de un 0,8% de su aceite esencial principal en la planta fresca.

De ese 0,8% de aceite esencial de lavanda, está formado por un 30-40% de alcoholes terpénicos libres como linalol, geraniol, borneol, eucaliptol etc. Además, contiene carburos terpénicos (ocimino, dipenteno, canfeno, cariofileno), ácidos orgánicos (caféico, clorogénico, rosmarínico), ácido ursólico, taninos, etc.

En plantaciones de producción alta, de los tallos se puede lograr obtener un 1,2%, por lo que de cada 1.000 kg de ellos se pueden obtener unos 12 kg de aceite esencial.

Abeja libando una lavanda
Abeja libando una lavanda. Foto de Leonardo Angelini.
Importancia crucial de la lavanda en el ecosistema
La lavanda en el huerto o en un jardín aporta un color y aroma especiales. Los usos de la lavanda son numerosos como aromática, sabemos su efectividad contra las polillas de la ropa y su aceite esencial es más que un referente en la aromaterapia y cosmética.

Lo que también debemos tener en cuenta es que tener lavandas en el jardín o huerto supone un gran atractivo para polinizadores.

Seguramente has oído ya la importancia de las abejas y los polinizadores para los ecosistemas. Su acción es esencial y los productos fitosanitarios, la contaminación y las prácticas agrícolas más agresivas están mermando mucho su capacidad.

La protección de estos pequeños magos de la naturaleza corre de nuestra mano y teniendo lavanda en el huerto o en el jardín aportaremos ese pequeñito grano de arena.

Has de saber que la lavanda es una de las plantas favoritas de las abejas. Esto influirá en el resto de polinizaciones del jardín o huerto.

Digamos que la lavanda actúa como cebo y a partir de la ahí, las abejas y otros polinizadores se van paseando por nuestros dominios ayudando en la polinización especialmente en frutales. frutales. También atraen a muchas mariquitas que como sabrás son un importante aliado contra el pulgón, lo que se denomina lucha biológica.

Fuente: agromatica.es

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