El centro tecnológico Neiker ha logrado, gracias a la bioponía, un sistema que combina la hidroponía -cultivos sin suelos- con fertilizantes orgánicos en lugar de minerales, lechugas un 20% más grandes que las obtenidas mediante cultivos hidropónicos.
Según ha indicado Neiker en un comunicado, el sector agroalimentario está experimentando «una transición hacia sistemas productivos más saludables para el ser humano y más respetuosos con el medio ambiente, reduciendo el uso de fitosanitarios químicos en la producción de alimentos vegetales».
«Gracias a la conciencia social de agricultores para impulsar el cuidado del planeta, se ha incrementado la sostenibilidad de los métodos productivos», ha añadido el centro tecnológico.
En ese sentido, ha señalado que cada vez son más los profesionales que optan por el uso de fertilizantes orgánicos y de cultivos hidropónicos, sistemas en los que las plantas crecen sin suelo gracias al aporte de una solución compuesta por agua y nutrientes a base de abonos minerales generados mediante reacciones químicas con sales, gases y otras sustancias inorgánicas.
Al cultivo sin suelo que reemplaza el uso de abono inorgánico por fertilizante orgánico se le conoce como bioponía y supone «un avance para la salud humana y medioambiental, ya que reduce la huella de carbono», ha destacado Neiker.
En este contexto, el centro tecnológico Neiker, miembro de Basque Research and Technology Alliance (BRTA), ha obtenido lechugas un 20% más grandes utilizando el sistema de cultivo biopónico. Esta investigación se ha realizado en colaboración con dos empresas productoras de fertilizantes orgánicos y de bioestimulantes implantadas en Euskadi, Biobizz y AvanzaBio.
Fertilizantes orgánicos
Con la bioponía se sustituyen los fertilizantes minerales por orgánicos, reduciendo así la emisión de CO2 a la atmósfera. De esta forma, según explica Patrick Riga, jefe de proyecto e investigador principal del departamento de Producción y Protección Vegetal de Neiker, «desarrollar abonos inorgánicos implica un gran impacto en la huella de carbono. Al elaborar un kilo de nitrato cálcico, un fertilizante muy común, se liberan 3,85 kg de dióxido de carbono a la atmósfera».
Este sistema es más respetuoso con el medio ambiente ya que libera nutrientes orgánicos y genera una solución rica en bacterias, levaduras y hongos, microorganismos que favorecen el crecimiento de las plantas.
Para dar con la combinación de nutrientes orgánicos adecuados y confirmar su eficacia, Neiker ha realizado durante dos años varios ensayos en sus invernaderos con plantas de lechuga de tipo batavia y de acelga tipo amarilla en un sistema de cultivo sin suelo en el que las raíces han crecido en un sustrato orgánico a base de fibra de coco regado con una solución de abonos orgánicos y bioestimulantes mediante goteros.
Los resultados de los ensayos han demostrado un aumento de tamaño de los vegetales cultivados. «Tanto las lechugas como las acelgas producidas en un sistema biopónico son más grandes comparadas con las que se cultivan en uno hidropónico con abonos inorgánicos, un 20% más para las lechugas y un 13% más para las acelgas», asegura Riga.
Reacciones químicas naturales
Además de generar productos de mayor tamaño, este método permite sustituir por completo los fertilizantes creados a base de reacciones químicas por los naturales y, por lo tanto, reducir la huella de carbono e incrementar la sostenibilidad de la producción de vegetales.
A partir de los resultados obtenidos, y de cara a fomentar el sistema biopónico en el sector, Neiker realizará ensayos para cultivar otros alimentos como el tomate o el pimiento. El centro tecnológico asesorará y acompañará durante todo el proceso a los agricultores interesados en probar este nuevo método.
Fuente: diariovasco.com