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¿Por qué comer orgánico?

Consumir productos orgánicos es actuar para..:
Respetar el medio ambiente y proteger nuestros recursos naturales

Protección de la fauna y la flora
Reducción de los riesgos de contaminación y erosión
Conservación y mejora de la fertilidad del suelo y la calidad del agua
Preservación de los recursos fósiles mediante el rechazo de los productos químicos sintéticos
Comer sano

La producción orgánica asegura el crecimiento armonioso de plantas y animales.

Le da a las frutas y vegetales una mayor densidad de fibra y materia seca.
Los animales son criados con respeto a sus necesidades y bienestar.

Promoción del empleo en las zonas rurales
La agricultura orgánica, debido a sus técnicas, requiere más mano de obra en las granjas.

Así pues, promueve el empleo y el mantenimiento de una dinámica en las zonas rurales.

Los productores orgánicos dan prioridad a los canales de comercialización locales y, por lo tanto, promueven el desarrollo local del territorio, respetando a todas las partes interesadas.

Fuente: agriculturaorganica.org

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Muchos consumidores notan diferencias en el sabor de los alimentos y bebidas según el material utilizado en el envase. ¿Hay alguna explicación científica detrás?

Existen muchos tipos de materiales dentro de la industria alimentaria para entrar en contacto con alimentos: vidrio, metal, plástico, madera o cartón, por ejemplo. Entre todos ellos, algunos suelen ofrecer mayores ventajas de seguridad alimentaria por su fácil higiene y menor riesgo de desarrollo microbiano. De esta forma, los materiales que ofrecen mayores ventajas y versatilidad suelen aplicarse en los envases alimentarios. Sin embargo, también existe la creencia de que el tipo de material podría afectar al sabor del alimento. ¿Hasta qué punto esto es cierto?

La seguridad del envase es lo primero
En primer lugar, es importante remarcar que los materiales utilizados por parte de la industria alimentaria son seguros, porque se someten a estrictos controles de seguridad alimentaria, así como a estudios de vida útil y migración de componentes tóxicos. Esto significa que si un material está en contacto con alimentos, debe cumplir con una serie de requisitos legales que lo acrediten dentro de la industria alimentaria.

Para ello se siguen las directrices del Reglamento 1935/2004 de la Unión Europea sobre los materiales y objetos destinados a entrar en contacto con alimentos. Entre otras cuestiones, esta normativa dice que los materiales y objetos en contacto con alimentos no deben transferir sus componentes a los alimentos en cantidades que puedan:

Representar un peligro para la salud humana.
Provocar una modificación inaceptable de la composición de los alimentos.
Provocar una alteración de las características organolépticas de éstos.
Percepción psicológica de los materiales
Si bien queda claro el apartado de la seguridad, es cierto que no todos los materiales ofrecen la misma sensación a los consumidores. En general, el vidrio suele percibirse como un material de mayor calidad. Quizá algunas de sus propiedades físicas influyan en una valoración positiva por parte de los usuarios: su mayor peso nos indica protección, y su transparencia permite ver el alimento en su totalidad. Esto ayuda a que veamos al vidrio como una mejor solución frente a materiales totalmente opacos como los metales que no dejan ver tras de sí.

En el caso de las conservas —tanto vegetales como de pescado o marisco— podemos comparar fácilmente ambos materiales, ya que existen soluciones tanto de vidrio como de metal. Por ello, en general, los envases de vidrio suelen emplearse para aquellos alimentos de mayor calidad organoléptica o que cuentan con un valor económico más costoso. De esta forma, podemos observar que el tipo de material utilizado en los envases también cuenta con una enorme carga psicológica para los consumidores.

La gran pregunta es: ¿el material influye realmente en el sabor?
En este sentido, y teniendo claro que los envases son seguros, podemos analizar si algún componente podría transferirse hacia el alimento y modificar sus propiedades organolépticas.

Los metales son aquellos materiales que de forma más sencilla podrían transmitir pequeñas cantidades de iones metálicos, alterando el sabor del alimento. Sin embargo, la industria alimentaria ya tiene en cuenta estos posibles inconvenientes y recubre las latas con una película de plástico para evitar la transmisión de componentes desde el metal hacia el alimento. Así que, si hacemos un uso correcto del envase, en principio no deberíamos notar ningún sabor extraño.

Por ejemplo, si almacenamos latas de conservas abiertas en la nevera durante varios días es posible que el material protector interno de las latas se degrade y comience a migrar hacia el alimento. En estos casos, cuando el contenido de una lata abierta nos sobra, lo mejor es pasarlo a un táper o recipiente limpio y hermético que nos permita alargar la vida útil del producto durante algunos días más en mejores condiciones.

tape cristal en nevera
Imagen: iStock
🔴 El tipo de alimento influye
Pero no todos los alimentos se comportan igual en relación al envase. De forma general, aquellos productos con un pH más ácido podrían ser más problemáticos en relación al deterioro de los envases. Por eso las conservas vegetales o encurtidos que cuentan con cantidades elevadas de vinagre y ácido cítrico, por ejemplo, necesitan un mayor hincapié con estos recubrimientos internos en las latas.

De igual forma, algunos productos como la leche han mostrado diferencias organolépticas en función de si se envasan en vidrio, plástico o cartón. Una investigación publicada recientemente en ‘Journal of Dairy Science‘ afirmó que las leches envasadas en cartón modificaban más su sabor que aquellas en materiales plásticos o vidrio, donde se mantenía mucho más estable su nivel de compuestos volátiles.

Es una confirmación de algo que ya se sabía en la industria alimentaria. De hecho, no plantea grandes problemas en el mercado español, ya que los envases más utilizados son el tereftalato de polietileno (PET) para las leches pasteurizadas —aquellas que se almacenan en frío— y el famoso tetrabrik para las leches UHT que guardamos a temperatura ambiente. Este último material tiene cartón, pero en combinación con diferentes capas de materiales plásticos, como polietileno y aluminio, que aseguran una excelente protección del alimento y resistencia a cambios de sabor y otras alteraciones organolépticas.

Las bebidas con gas tienen particularidades
Pero ¿qué sucede con las bebidas? Muchas personas afirman que los refrescos y bebidas alcohólicas como la cerveza no saben igual en lata que en una botella de vidrio. “Es que la cocacola en botella de cristal sabe mejor que la que viene en plástico”. Seguro que has oído esa frase. Pues también se han llevado a cabo investigaciones para tratar de arrojar luz a este asunto.

En el año 2016 se publicó un estudio que llevó a cabo una cata a ciegas de cerveza procedente de latas y botellas de cristal. Sorpresivamente, los participantes apenas notaron diferencias tras ocultar el envase original y servir las diferentes cervezas en vasos de cristal antes de su ingesta. Esta investigación refuerza la idea del componente psicológico existente en los consumidores según la percepción de los sabores en función del envase ofrecido.

Sin embargo, en el caso de las bebidas, sí que podría existir una razón más lógica que motive ese cambio de sabor o percepción “metálica” que muchos consumidores sienten al beber directamente de la lata. Si bien el interior está recubierto por un plástico protector, no sucede lo mismo con el orificio de salida, donde se coloca la anilla. Por ello, al beber directamente de la lata podríamos percibir cierto sabor metálico.

🟢 Solución: servir la bebida en un vaso
La solución más práctica consiste en servir la bebida en un vaso, así evitaremos este inconveniente. Además, es recomendable hacerlo por cuestiones de seguridad alimentaria. Las latas de refrescos y otras bebidas suelen almacenarse durante largos períodos de tiempo, por lo que el polvo y la suciedad pueden acumularse con facilidad en su parte superior. De esta forma, es preferible no beber directamente de la lata y limpiar en la medida de lo posible la apertura de la lata para asegurar su higiene.

Por último, en el caso de la cerveza existe otro factor muy importante que hay que tener en cuenta respecto a la percepción organoléptica. La cantidad de dióxido de carbono que emana el envase de cerveza hacia nuestra boca y nariz cuando procedemos a beber podría variar ligeramente según el tamaño del orificio de salida en el envase. También en función del volumen de la lata o la botella de vidrio: si es de 250 mililitros, 33 centilitros o 1 litro. Esto podría otorgar ligeros matices organolépticos vinculados al olfato y los compuestos aromáticos de la cerveza que explicarían un comportamiento diferente según el formato y envase utilizado.

Fuente: consumereroski.es

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Máquinas que diseñan alimentos: el machine learning o aprendizaje automático se pone al servicio del consumidor para crear productos novedosos, adaptados a sus necesidades y más sostenibles

Todo parece indicar que el año 2023 será clave en el empleo de la inteligencia artificial en la industria de alimentos y bebidas. La empresa de investigaciones de mercado estadounidense Datassential señala que un 77 % de los consumidores afirma que estaría dispuesto a probar un producto “diseñado por ordenador”. Entre las aplicaciones emergentes están, según el centro tecnológico Ainia, el manejo de información por parte de ordenadores para el diseño de dietas totalmente personalizadas en función de las necesidades y los gustos de cada persona, y también la implementación de robots en las zonas de cultivo para dar un nuevo uso a la fruta caída en el suelo, entre otras.

Hay que remontarse al verano de 1955 —año en el que nacieron Bill Gates y Steve Jobs, enorme casualidad— para encontrar el primer uso del término inteligencia artificial. Fue el entonces joven profesor, John McCarthy, el que explicó en la Conferencia de Dartmouth, celebrada en la universidad norteamericana del mismo nombre, que la inteligencia artificial es el proceso de “aprendizaje” de las máquinas que les permite “usar un lenguaje, dar forma a abstracciones y conceptos y solucionar problemas reservados a los humanos”.

Pese a su carácter de definición primitiva, ese es el concepto de inteligencia artificial que ha pervivido, en su esencia, hasta nuestros días. En su conferencia ‘Inteligencia artificial en alimentos: tecnología clave‘, pronunciada en el FoodTech Summit & Expo celebrado en Ciudad de México, en diciembre de 2020, el estratega especializado en tecnología Peter Ros hacía referencia al machine learning como la herramienta más usada en el seno de la industria alimentaria.

Qué hace la inteligencia artificial en la industria alimentaria
“A través del machine learning podemos hacer cosas que antes eran imposibles debido a que los sistemas informáticos aprenden de los contextos que están viviendo, incorporan patrones de comportamiento e identifican grupos similares”, detalla David Martínez, jefe de desarrollo estratégico de negocio y alianzas con empresas de Ainia, centro tecnológico español que lleva a cabo distintas iniciativas para impulsar el uso de la inteligencia artificial en la industria alimentaria.

Una industria cada vez más abierta a estas innovaciones. Un informe de la consultora Facts and Factors de 2021 fija en un 45,7 % el aumento del uso de la inteligencia artificial en la industria de alimentos y bebidas hasta el año 2026. Y esto es a nivel global. El informe ‘El estado del Foodtech en España‘ revela que en 2022 el uso de inteligencia artificial se incrementó en más de 12 puntos respecto al año anterior en el sector del foodtech en nuestro país. Esto se debe a sus múltiples aplicaciones.

🥫 Mejorar productos que ya existen
Uno de sus usos principales tiene que ver con un empleo inteligente de la recopilación de datos. En la actualidad, hay más información que nunca: la encontramos en Internet, redes sociales… La inteligencia artificial es capaz de analizar miles de ingredientes a partir de distintas bases de datos e identificar sus características organolépticas y bioquímicas para determinar cuáles se pueden combinar entre sí de una mejor manera para conformar un producto determinado.

También es capaz de identificar qué ingredientes tienen unas características similares para sustituir uno u otro en una receta. Además, tiene la capacidad de hacer ese análisis y ofrecer los resultados de una manera muy rápida.

“Toda esa información se aplica en el desarrollo de nuevos productos, pero también en la modificación de algunos que ya existen con la intención de que sean mejores”, describe Martínez.

Un ejemplo de su uso en la industria alimentaria ha sido la de elegir el mejor sustituto para el aceite de palma. La inteligencia artificial no solo es capaz de detectar esa crisis de reputación de un ingrediente basada en millones de menciones en sitios web y redes sociales, sino que también es capaz de buscar entre miles de resultados de ingredientes cuál se puede aproximar más, desde un punto de vista sensorial, al aceite de palma y cambiarlo por otro.

🥫 Acercarse más a los gustos de los consumidores
Otro ejemplo: por su enorme capacidad de análisis, la inteligencia artificial puede detectar ingredientes de moda entre toda la información que podemos encontrar en Internet. “Pensemos en que hay muchas menciones a la chía; la inteligencia artificial da ese resultado y nosotros trasladamos a las empresas con las que colaboramos que hay un interés por parte del consumidor”, analiza Martínez.

Esto permite cambiar fórmulas para adecuarse mejor a la demanda del mercado y que, por ejemplo, una empresa lance unas galletas con semillas de chía para cubrir un nicho, beneficiándose porque son ventas y haciendo que el consumidor final encuentre un producto más adecuado a sus gustos.

mejorar alimentos con inteligencia artificial
🥫 Crear productos alimenticios nuevos
Otra aplicación de la inteligencia artificial para la que los expertos ven un futuro brillante tiene que ver con el desarrollo de un producto desde cero a partir de la combinación de ingredientes alternativos a los de origen animal. Es el proyecto Food Computing, un prototipo de algoritmo de formulación avanzado basado en técnicas de machine learning desarrollado por este centro de investigación.

En este sentido, este proyecto es una adaptación de la técnica que ya hemos visto anteriormente: la inteligencia artificial es capaz de identificar entre miles de ingredientes vegetales uno con unas características similares al ingrediente animal que se desea sustituir. Para ello, el algoritmo escoge entre millones de correlaciones en tiempo récord (algo imposible para el ser humano).

“A partir de esto, somos capaces de establecer fórmulas o recetas que permitan que un producto cárnico o lácteo pase a ser completamente vegetal, pero, al mismo tiempo, manteniendo sus propiedades y sus características organolépticas. Este será un campo en el que se alcanzarán grandes hallazgos en los próximos años y que permitirá dar un salto de gigante para satisfacer a un creciente número de consumidores que apuestan por una alimentación vegana o vegetariana”, resume Martínez.

🥫 Cocinar para nosotros
Este proyecto, que está dando sus primeros pasos, encuentra eco en otras iniciativas surgidas en diferentes partes del mundo. Un ejemplo es el de la empresa chilena NotCo, que emplea un algoritmo de inteligencia artificial —que tiene hasta nombre propio, Giuseppe—, para crear productos sustitutivos de la leche o de la carne a partir de ingredientes de origen no animal.

El chef virtual de NotCo recibe información en forma de datos y la analiza buscando coincidencias de sabor y textura. Después de que Giuseppe cree las recetas, estas se analizan en grupo por parte del equipo para dictaminar si la combinación de ingredientes recrea de manera fidedigna aquello que se pretende replicar.

Que una inteligencia artificial cocine para nosotros suena a ciencia ficción, pero solo es un uso extremadamente eficiente de información puesta al servicio de un consumidor ávido de seguir un nuevo modelo de alimentación sin ingredientes de origen animal.

🥫 Diseñar envases más atractivos
Pero el cliente de hoy en día no solo está en busca de alimentos más saludables, más innovadores o que se ajusten a su modelo de alimentación: también necesita que sean más atractivos. En un mundo en el que muchos consumidores eligen un refresco en función de su lata o se decantan por un aceite de oliva y no por otro según su envase, la inteligencia artificial también tiene mucho que aportar.

Un ejemplo es el de los zumos prensados en frío de la marca Freshkia, comercializados por la empresa española Comfresh. Para llegar al diseño definitivo del envase, esta compañía empleó el software de acceso libre DALL-E 2, que es capaz de crear imágenes a partir de palabras. Utilizándolo, han creado 11 diseños o “mundos creativos”, tal y como ellos mismos los denominan, uno por cada sabor.

Pero ¿cómo lo han hecho? “A partir de un enorme mapa de conceptos —como descripciones y valores de la marca— que se establecen previamente, la inteligencia artificial es capaz de crear conceptos muy atractivos a una velocidad vertiginosa, mucho más rápido de lo que lo haría un diseñador humano. Esta manera de trabajar permite incluso llegar a mundos creativos y soluciones que no te hubieras imaginado nunca”, explica Ruth Falquina, CEO de Estado Latente, agencia de tecnocreatividad responsable del proyecto. “Se trata del primer producto del mercado codiseñado con inteligencia artificial”, comentan desde la empresa.

El ejemplo del vino «inteligente»
¿Quién es el responsable de que un vino sea mejor o peor? ¿La viña o la bodega? Ni uno ni otro: en un futuro próximo, el principal causante de que un cava, un rioja o un albariño sea de mejor calidad podría ser la inteligencia artificial.

La bodega Raventós Codorníu lidera Alimente21, un consorcio en el que están presentes otras empresas como las cárnicas Aldelís y Prolongo y proveedores tecnológicos punteros como Mapex y Omron Iberia. En este proyecto conjunto la inteligencia artificial es la base para mejorar procesos productivos que reviertan en la calidad del producto. “Es, sin duda, el proyecto más avanzado en materia de aplicación de la inteligencia artificial en el sector de la industria alimentaria en nuestro país”, explica Vicenç Segales, responsable de Ingeniería y Mantenimiento de la empresa.

inteligencia artificial para hacer vino
🍇 Algoritmos para las uvas
Este proyecto consiste en implantar algoritmos de inteligencia artificial que nos dan información sobre cómo tratar la uva y cómo seleccionarla con el fin de mejorar la calidad de la materia prima que llega a la bodega y que, finalmente, permite obtener un mejor vino. Esa uva que llega en estado óptimo a la bodega también vuelve a verse beneficiada por el empleo de la inteligencia artificial.

“Hemos desarrollado, en colaboración con el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), unos algoritmos que nos permiten mejorar el proceso de prensado para seguir sacando lo mejor de esa uva que llega del viñedo”, cuenta Segales. En el caso del prensado de la uva, se pueden poner unos parámetros determinados en la máquina que lo realiza. Sin embargo, una vez que comienza ese prensado, la uva puede no comportarse como estaba previsto: la inteligencia artificial se adapta y es capaz de regular en tiempo real la presión —aumentarla o reducirla— para conseguir el mejor mosto.

Finalmente, también se sirven de la inteligencia artificial para establecer controles de niveles que permitan que no haya defectos en las botellas ni cuerpos extraños. Esto se hacía antes con sistemas electrónicos y ahora a través de algoritmos. Esto permite que el vino se encuentre entre algodones en cada una de las partes del proceso de elaboración.

Eficacia sostenible
Además de buscar un vino mejor, hay otro gran beneficiado: el medio ambiente. “La inteligencia artificial nos permite mejorar la eficiencia energética. Esto nos beneficia a nivel interno, pero también de cara al consumidor, que nos percibe como una empresa mucho más sostenible”, afirma Segales.

Esto se consigue por dos caminos:

➡️ Mejorar la merma del producto
“La inteligencia artificial es capaz de controlar que el tapón se introduzca de manera correcta en la botella y ajustar desviaciones por desgaste del uso de la máquina en tiempo real. O controlar que la etiqueta esté bien puesta, corrigiendo una mala colocación o un funcionamiento deficiente de la máquina. Hay que pensar que esto ayuda a desperdiciar menos botellas y, por tanto, menos producto”, explican los responsables del proyecto.

➡️ Controlar la temperatura
La otra línea consiste en el control de temperatura para la fermentación del vino: “El sistema es capaz de acumular frío durante la noche cuando la temperatura baja, teniendo también en cuenta parámetros como la humedad, y aprovechar ese frío acumulado para las horas de más calor. Esto hace que seamos más eficientes desde un punto de vista energético, porque reducimos nuestra huella de carbono”, describe Segales.

Empresas más inteligentes para consumidores más inteligentes, por la vía de máquinas capaces de diseñar y crear mejores productos: el futuro ya está aquí y beneficia a todos.

Imagen: Getty Images

Fuente: consumerroski.es

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Un reciente brote de salmonelosis asociado, presuntamente, a las tortillas poco cuajadas servidas en un popular bar madrileño ha puesto el foco sobre la seguridad alimentaria en los establecimientos de hostelería. ¿Nos podemos fiar de lo que comemos en ellos? ¿Qué condiciones deben cumplir los bares y restaurantes para asegurar la inocuidad de los alimentos? Te lo contamos en las siguientes líneas.

«El problema es que cualquiera puede poner un bar». Esta es una de las quejas más frecuentes de algunos profesionales de la seguridad alimentaria y también de algunos hosteleros: los que hacen las cosas bien y ven cómo la reputación de todo un sector se ve empañada por aquellos que las hacen mal. Son precisamente estos últimos, los que hacen las cosas mal, los que se suelen ver implicados en casos de intoxicación alimentaria.

Estos sucesos también pueden ocurrir de manera fortuita, por accidentes inesperados, pero es poco habitual. Cuando suceden es generalmente porque se ha cometido alguna negligencia, ya que estos establecimientos deben cumplir una serie de requisitos que están destinados a evitar que pasen esas cosas.

Así que, cuando se dice que «cualquiera puede poner un bar», hay que matizar algo muy importante: no se puede poner de cualquier manera.

La seguridad alimentaria en los bares
Los establecimientos que sirven alimentos, como los bares, deben contar con un sistema de gestión de la seguridad alimentaria, es decir, un protocolo que defina las medidas que se tomarán para conseguir que esos alimentos sean inocuos.

Es lo mismo que ocurre en cualquier industria alimentaria, solo que, en el caso de los bares, se trata de algo simplificado y, por lo general, mucho más sencillo. Supone establecer unos prerrequisitos, que como su nombre indica, son unos requisitos previos para hacer posible que la manipulación de los alimentos sea segura.

A la hora de definirlos es fundamental considerar las características concretas del establecimiento para que ese sistema de gestión de la seguridad alimentaria esté expresamente adaptado a él; por ejemplo, la forma en la que se trabaja, los alimentos que se sirven, las características del local o la maquinaria con la que cuenta.

normas de higiene en los bares
Se organizan en una serie de planes, que de forma muy resumida son:

🥄 Mantenimiento de instalaciones, equipos y útiles
Como podemos imaginar, si el local en el que se sirven comidas no reúne unas condiciones idóneas, puede suponer un riesgo para la seguridad alimentaria. Por ejemplo, si en la cocina las bombillas no están protegidas, podrían contaminar la comida con cristales en caso de romperse.

Y lo mismo sucede si las instalaciones no se encuentran en buen estado de mantenimiento. Por ejemplo, si se han desprendido varios azulejos de la pared de la cocina, la limpieza será más complicada, por lo que se puede acumular suciedad que acabe contaminando los alimentos.

En general es importante revisar techos, paredes, suelos, ventanas (para comprobar aislamientos, mosquiteras, etc.), sumideros, desagües, etc.
También se debe comprobar el estado de los útiles para asegurar que no son una fuente de contaminación: por ejemplo, cuchillos, mesetas, tablas de cortar, recipientes, etc.
Por último, es fundamental asegurar que los equipos se encuentran en buen estado, funcionan bien y están ajustados correctamente. Hay que comprobar el funcionamiento y la temperatura de frigoríficos, congeladores, vitrinas calientes y frías, etc. Si por ejemplo se almacenan tortillas en vitrinas que no enfrían o donde la temperatura de refrigeración no es suficiente, pueden crecer microorganismos patógenos que pongan en riesgo la salud.
💧 Control del agua
Este plan está destinado a garantizar que el agua que se utiliza en el bar se encuentra en buen estado y es apta para el consumo humano. Normalmente no es necesario desarrollarlo, porque en la mayoría de los casos el establecimiento está conectado a la red de abastecimiento público y no cuenta con depósitos intermedios, así que el control corresponde a organismos externos (por ejemplo, al ayuntamiento o la empresa suministradora).

🧽 Limpieza y desinfección
El plan de limpieza y desinfección tiene el objetivo de mantener el establecimiento en buen estado para evitar la contaminación de los alimentos con materias extrañas y microorganismos.

A veces se confunden ambos términos, pero hay importantes diferencias entre ellos:

La limpieza está encaminada a eliminar la suciedad visible (como migas, grasa, restos de alimentos, etc.) y debe realizarse en primer lugar. Se emplean detergentes y utensilios como cepillos,
La desinfección, que se realiza después, tiene el objetivo de eliminar los microorganismos que pueden contaminar los alimentos. Se utilizan desinfectantes como la lejía.
En este plan se definen aspectos como la persona que se encargará de estas tareas, que además debe conocer el modo correcto de desempeñarlas, la forma en que se realizarán, los utensilios y productos que se emplearán o la frecuencia con que se llevarán a cabo.

🐜 Control de plagas
El objetivo de este plan es evitar que aparezcan plagas de insectos (moscas, mosquitos, cucarachas, etc.) y roedores que comprometan la inocuidad de los alimentos. Para ello es fundamental evitar que tengan un lugar donde desarrollarse y alimentos a su alcance para alimentarse.

Eso implica que se deben tomar diferentes medidas, como mantener las instalaciones en buen estado, limpiar con frecuencia para evitar la acumulación de suciedad, proteger debidamente los alimentos o poner barreras para insectos y roedores, como mallas en las ventanas, rejillas de protección, etc.

Normalmente, el control de plagas se contrata con empresas externas, que se encargan de realizar tratamientos con raticidas o insecticidas en caso necesario, por ejemplo. Pero aun así, debe designarse una persona responsable en el establecimiento para evitar y controlar plagas, de modo que vigile su estado a diario.

🥕 Control de materias primas y proveedores
Este plan tiene el objetivo de conocer el origen de las materias primas y los ingredientes que se van a utilizar en los platos del menú. Para ello es necesario contar con un listado actualizado de proveedores donde se detalle quién suministra los productos, de qué productos se trata, qué cantidad se recibe o cuándo se recibe.

Esto permite localizarlos y retirarlos en caso de que se produzca un problema que ponga en riesgo la salud de los consumidores. Por ejemplo, si se comunica una alerta alimentaria motivada por la contaminación de un determinado lote de huevos de un productor concreto, se puede comprobar si se encuentran en el inventario del establecimiento o si se han empleado en la elaboración de alimentos, para tomar medidas al respecto, como desecharlos o notificarlo a las autoridades competentes y a las personas afectadas.

📝 Trazabilidad
Debe disponerse de un listado actualizado de los platos de la carta, detallando los ingredientes (incluyendo los alérgenos) y las materias primas que se utilizan en su elaboración, así como la forma de preparación. Esto último es muy importante en alimentos que entrañan especial riesgo, como las tortillas poco cuajadas.

Los grandes restaurantes, como los que organizan banquetes de bodas, deben contar con un plan de trazabilidad que permita seguir el rastro de los alimentos, desde el origen hasta el consumidor. Para lograrlo, deben tomar medidas como guardar muestras de los alimentos que se sirven.

🧹 Gestión de residuos
Sirve para garantizar que los residuos que se producen en el establecimiento sean eliminados de manera adecuada, evitando así que contaminen los alimentos.

🎓 Formación de manipuladores de alimentos
Es necesaria para garantizar que todos los trabajadores del establecimiento tengan una formación adecuada y continua en higiene de los alimentos y que la pongan en práctica de forma correcta en su trabajo.

Deben tener conocimientos para realizar unas buenas prácticas de higiene personal (por ejemplo, lavarse adecuadamente las manos después de ir al baño, llevar cubrecabezas, evitar anillos y otras joyas, etc.).
También deben tener conocimientos para desempeñar unas buenas prácticas de manipulación alimentaria: no dejar alimentos sobre el suelo, refrigerar los alimentos perecederos, respetar las fechas de vida útil, no descongelar los alimentos a temperatura ambiente, controlar las temperaturas de cocinado, etc.
garantizar seguridad alimentaria en hostelería

¿Quién se encarga de que todo esto se cumpla?
Se suele pensar que los responsables de que se cumplan todos esos requisitos son los inspectores de sanidad y que para ello deben realizar inspecciones casi a diario. Pero la cosa no funciona exactamente así.

Hace ya muchos años que cambió el modo en que se aborda la seguridad alimentaria, otorgando la principal responsabilidad a los operadores. Es decir, si hablamos de un bar, los principales responsables de lograr la inocuidad de los alimentos que sirven son los dueños, junto con el personal encargado de la manipulación de dichos alimentos. De hecho, en cada uno de los planes que hemos descrito anteriormente debe definirse una persona responsable de su vigilancia y cumplimiento.

Los inspectores se encargan de verificar que se cumplen las normas, es decir, que el bar cuenta con un sistema de gestión de la seguridad alimentaria y que lo que está descrito en él se cumple, que, en definitiva, significa verificar que se cumplen todas las condiciones necesarias para lograr la inocuidad alimentaria: que el establecimiento esté en buen estado, que se encuentre limpio, que los manipuladores cuenten con formación en la materia, etc.

Es algo parecido a lo que ocurre cuando conducimos un coche. No tenemos un policía en el asiento de atrás para que nos vigile. Los principales responsables somos nosotros como conductores. La policía tiene el papel de vigilar que cumplimos las normas.

¿Por qué a veces no funciona?
El problema más habitual en los casos donde las cosas salen mal es que los encargados de asumir esa responsabilidad no lo hacen, ya sea por desconocimiento, por dejadez o por falta de concienciación.

Podemos fijarnos, por ejemplo, en un brote de salmonelosis ocurrido durante los carnavales de Cádiz de 2016, asociado al consumo de tortillas de patata servidas en un bar. Recientemente ha vuelto a la actualidad porque se ha dictado sentencia sobre el caso. En aquella ocasión, el cocinero no se había lavado las manos, empleó un barreño sucio para mezclar la patata y el huevo, no cocinó las tortillas lo suficiente y las almacenó a temperatura ambiente durante largo tiempo. Como consecuencia, 165 personas enfermaron por salmonelosis y una falleció.

En definitiva, la falta de responsabilidad puede tener graves consecuencias en términos de salud. Pero no solo eso. También puede conllevar sanciones económicas o penas de cárcel y el cierre definitivo del negocio. Así que son motivos suficientes para tomar conciencia de la importancia de la seguridad alimentaria.

La higiene del baño, un buen indicativo
Todos los bares deben cumplir lo que hemos comentado con anterioridad. Pero no siempre se cumple o no todos lo cumplen con el mismo nivel de exigencia.

Algunos detalles pueden orientarnos sobre la forma en que se trabaja en el establecimiento. Así, podemos observar el local para comprobar si se encuentra en buen estado de mantenimiento, la higiene y las prácticas del personal o la limpieza y el mantenimiento del baño. Esta última suele ser una de las pistas más orientativas.

Fuente: consumereroski.es

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Conservar la biodiversidad garantiza poder tener alimentos, medicinas, ropa o cosméticos

La biodiversidad, la enorme variedad de especies que habitan en el planeta, puede parecer un concepto lejano y poco importante para los ciudadanos. Sin embargo, afecta en nuestra vida cotidiana de muchas maneras. Por ello, la pérdida de biodiversidad, un problema que se está acelerando en las últimas décadas, nos perjudica a todos. Este artículo señala por qué es importante cuidar la biodiversidad, cuáles son sus principales amenazas y qué es posible hacer para protegerla.

¿Por qué hay que proteger la biodiversidad?

Los responsables de la Organización de Naciones Unidas (ONU) recuerdan que la biodiversidad es la base de la vida y de los servicios esenciales que brindan los ecosistemas. Por lo tanto, es el fundamento del desarrollo sostenible de la población en todos los sectores económicos, como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la industria farmacéutica o el turismo, entre otros. «Al detener la pérdida de la diversidad biológica estamos invirtiendo en la gente, sus vidas y su bienestar», subrayan desde este organismo internacional.

La Unión Europea (UE) también valora la importancia de cuidar la biodiversidad para el bienestar de los ciudadanos y estima que su pérdida cuesta cada año a los Estados miembros el 3% de su Producto Interior Bruto (PIB). Para conocer si los europeos son conscientes de ello, la Comisión Europea (CE) publicaba en 2015 un Eurobarómetro sobre la biodiversidad. La encuesta, con respuestas de 27.718 habitantes de la UE (un millar de ellos españoles), señalaba que ocho de cada diez europeos piensan que su pérdida es un problema «grave» y que más de cinco creen que les afectará. Los españoles se consideraban más preocupados que la media de ciudadanos comunitarios.

La Fundación Biodiversidad, una institución del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), impulsa proyectos e iniciativas para conservar este bien común en España, precisamente el país con mayor biodiversidad de Europa.

Su directora, Sonia Castañeda, asegura que «estamos rodeados de biodiversidad en nuestro día a día. Está en nuestra casa, en nuestra nevera, en nuestro botiquín, en la ropa, etc. Hablar de biodiversidad es hablar de genes, de especies, de ecosistemas. Por eso es necesaria para que haya vida en el planeta. Sin ecología no hay economía: el 40% de la economía mundial depende de tener unos ecosistemas sanos. Y también es bienestar social, ya que de ella depende que tengamos medicinas, alimentos, textiles, etc.».

Cuáles son sus principales amenazas
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la tasa de desaparición de especies en el último siglo es mil veces superior a la natural, como consecuencia del cada vez mayor impacto de las actividades humanas.

La destrucción de los hábitats, la extracción insostenible de los recursos naturales, las especies invasoras, el calentamiento global o la contaminación son algunas de las principales amenazas contra la biodiversidad, según los expertos.

La conservación de la biodiversidad supone pensar en todas las especies, por insignificantes, repulsivas o dañinas que puedan parecer, ya que todas tienen una función en el equilibrio terrestre. Un insecticida que pretende acabar con las plagas puede matar también a otros organismos que las controlan de forma natural. Asimismo, hay especies claves dentro de los ecosistemas a los que pertenecen, cuya desaparición arrastra la de muchas otras.

Y no menos importante es la conservación de los espacios y ecosistemas naturales donde habitan todas las especies. Si desapareciera el río Amazonas, además de perder una de las zonas con más biodiversidad del planeta, el clima, los vientos, la humedad, la disponibilidad de oxígeno y otros muchos factores se verían seriamente afectados a escala mundial. La biodiversidad no es uniforme, y es en los trópicos donde se halla en mayor cantidad.

¿Qué podemos hacer?
Los expertos señalan varias acciones que los ciudadanos pueden hacer para cuidar la biodiversidad:

Concienciarse sobre su importancia y las consecuencias de su pérdida. El primer paso para hacer frente a un problema es conocerlo. La biodiversidad es mucho más que una enorme cantidad de especies; nos da la vida.
Consumir de forma sostenible con la naturaleza. Para ello resulta esencial seguir las tres erres del consumidor ecológico (reducir, reutilizar y reciclar).

Evitar actividades ilegales con especies y denunciarlas. El contrabando de especies pone en riesgo la supervivencia de muchos seres vivos, algunos de ellos en peligro de extinción. Consumir animales comercializados de forma ilegal daña la biodiversidad.

Visitar espacios naturales sin causar impactos. Disfrutar de la naturaleza es una buena idea, pero para que pueda seguir siendo así, y de paso para proteger a todos sus habitantes, es importante evitar prácticas que puedan causar daños ambientales.

Apoyar a organismos conservacionistas. El apoyo de ONG o instituciones que se dedican al cuidado de la naturaleza, ya sea haciéndose socios o contribuyendo como voluntario ambiental, también ayuda.

Por:Alex Fernández Muerza
Imagen: Don Peruchos

Fuente: consumereroski.es

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Cuando se manipulan alimentos, una de las claves, además de la higiene, es el control de las temperaturas. Mantenerlos y conservarlos en las condiciones de frío adecuadas, así como establecer las mejores temperaturas de cocción y controlarlas, resulta fundamental para reducir el riesgo de proliferación de bacterias patógenas. Una de las condiciones en seguridad alimentaria y temperatura es “mantener fríos los alimentos fríos y calientes, los calientes”. Y es que la temperatura actúa como barrera para impedir la multiplicación microbiana y la producción de toxinas. El artículo explica cuál es la mejor temperatura para conservar y la mejor para cocinar y así evitar el riesgo alimentario.

El efecto de la temperatura en los alimentos y en el desarrollo de bacterias patógenas varía en función de los grados que se aplican: a más de 65 ºC, se destruyen; entre 5-10 ºC y 65 ºC, se evita la multiplicación; y de 8 ºC a -18 ºC, los patógenos se mantienen en estado latente, no se eliminan. No se entiende la seguridad alimentaria sin la temperatura (refrigeración, cocción o almacenamiento), ya que el refrigeración, entre 4 ºC y 7 ºC, que inhiben el crecimiento de microorganismos patógenos. Debe tenerse en cuenta que, a medida que la temperatura disminuye, se reduce también la velocidad de crecimiento de muchos de los microorganismos hasta el punto que se detiene. De ahí que se consiga alargar la vida útil del producto y baje el riesgo microbiológico.

A medida que la temperatura disminuye, se reduce también la velocidad de crecimiento de microorganismos patógenos
El tiempo de conservación de los frescos varía en función del alimento. El pescado fresco se mantiene en buenas condiciones a temperaturas de refrigeración durante unos dos días; la carne cruda, unos tres días; la carne y pescado cocidos, unos tres días; la leche abierta, los postres caseros y la verdura cocida, cuatro días; las verduras crudas y las conservas abiertas, cinco días; y los huevos, de dos a tres semanas.

A temperaturas de congelación (-18 ºC), que es la que se fija como la estándar, se inhiben las reacciones responsables del pardeamiento de los alimentos. Cuanto más baja es la temperatura, más lejos quedan las condiciones idóneas para que los microorganismos se multipliquen. Al solidificarse el agua del alimento, este se deseca y, por tanto, se facilita una mejor y más segura conservación. Se considera que a -18 ºC el nivel de proliferación de bacterias queda prácticamente inutilizado, de ahí que no se altere el alimento y se reduzcan los riesgos. Como la refrigeración, la congelación produce pocas modificaciones en el producto.

Algunos alimentos, sin embargo, no necesitan que se conserven en frío ni congelados. Con almacenarlos en la despensa de manera correcta es suficiente, ya que basta con mantenerlos a temperatura ambiente, en lugares secos y, en algunos casos, alejados de la luz. Son los aceites, productos de bollería, patatas, envases de leche cerrados o alimentos secos como el arroz, la pasta o los frutos secos.

La mejor temperatura para cocinar
Alimentos crudos como carne o verduras pueden contener bacterias patógenas como consecuencia de la contaminación del suelo o debido al proceso de preparación. Una de las medidas más efectivas es fritura, se produce una gradación de la temperatura, es decir, que esta disminuye cuando se introduce el alimento. Así, es importante asegurar que todo el volumen del alimento llegue a la temperatura mínima, y esto costará más o menos en función del grosor.

La cocción al baño María es una forma de conservación que consiste en someter a los alimentos a temperaturas de entre 70 ºC y 90 ºC. La particularidad está en que el proceso se produce por sumersión de botes de cristal con el alimento dentro y tapado de forma hermética en agua hirviendo durante un mínimo de 20 minutos. Si es importante garantizar que este proceso se realiza de manera adecuada, no lo es menos el momento de enfriamiento, ya que algunos microorganismos tienen su punto óptimo de desarrollo entre 40 ºC y 70 ºC.

La zona de peligro
Entre 5 ºC y 65 ºC es la zona considerada de peligro para los alimentos. Se considera que en este rango se cumplen las condiciones favorables para que virus, bacterias y hongos se desarrollen con facilidad en los alimentos. Por debajo de 5 ºC, su crecimiento es más lento; por encima de 65 ºC, las bacterias se eliminan. Debe tenerse en cuenta que bacterias como Salmonella, E. coli O157:H7 y Campylobacter tienen una temperatura óptima de crecimiento de unos 37 ºC. Se calcula que si un alimento se mantiene en esta zona de dos a cuatro horas, el riesgo de intoxicación aumenta.

Fuente: consumereroski.com
Imagen: Steve Wilde

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El forraje verde hidropónico es la nueva forma de generar alimento para ganado ovino, bovino, porcino y aves de corral a bajos costos y con menos consumo de agua.

Técnicamente, la producción de FVH ( forraje verde hidropónico) es una tecnología de desarrollo de biomasa vegetal obtenida a partir de semillas con un alto poder germinativo para producir un forraje vivo de alta digestibilidad, calidad nutricional y apta para la alimentación de animales.

El procedimiento es básicamente poner a germinar las semillas en una cámara de pregerminado (que posee un sistema controlado de temperatura y humedad) hasta que estén en condiciones de pasarlas a las bandejas, para su terminación, dentro de un módulo.

El agua que las raíces no absorban, decantará por unos orificios que tienen las bandejas (que están inclinadas) ubicadas en sus extremos.

Nada se pierde, parte del agua es recolectada y filtrada para poder ser reutilizada.

Después de 10 días a partir de la germinación, cuando las plantas han alcanzado los 20 o 25 cm de largo establecidos según la especie, se retira el forraje para alimentar al ganado.

Por cada bandeja se estima una producción de 6 a 10 kg de forraje. El animal come todo el pan, semilla, raíz y hojas.

¿Cuáles son los beneficios del FVH?
«El costo del forraje verde hidropónico es de un 10% menos que la producción de un forraje tradicional«. De acuerdo con las experiencias previas logradas en relación con esta revolucionaria forma de cultivar y producir alimento para el ganado, en un espacio de tan solo 200 m2 es posible producir volúmenes similares a los que se producen en 40 hectáreas de tierra cultivada.

Esta forma de cultivar colabora en nuevas formas de aprovechar el agua y el suelo. Pero también contribuye a bajar de manera significativa los costos de la producción y, por lo tanto, de los productos finales para consumo, como la leche o la carne. En un contexto de crisis económica y cuando los períodos en los que la sequía complejiza la posibilidad de producir alimentos para alimentar al ganado amenazan a la producción, la propuesta se plantea como una nueva alternativa que además contiene altas concentraciones de proteínas.

Pero estas no son las únicas bondades que guarda esta nueva forma de producir alimentos. Además de ahorrar agua (debido a que con este recurso ya no es necesario regar las extensas tierras destinadas a la producción) el forraje verde hidropónico permite generar alimentos frescos, vivos y de alto valor nutricional para los animales.

«Los animales los prefieren por encima de cualquier otro tipo de dieta que se le quiera suministrar«. De hecho, el forraje producido de esta manera tiene el mismo porcentaje de proteínas que el alimento balanceado y mejor calidad q cualquier pasturas.

¿Dónde se pueden desarrollar estos cultivos hidropónicos?
En forrajetecnol, han desarrollado un sistema de módulos único en el país, que cuentan con capacidad para cultivar en una superficie menor de 8 m2 (18 bandejas de forraje diarios) con un rinde aproximado de 90 Kg de FVH en un periodo máximo de 10 días.

El módulo cuenta con sensores reguladores de temperatura, humedad, oxigeno , dióxido de carbono , un sistema de riego automático con movimiento y luz artificial para el crecimiento de cultivos. Toda esta tecnología fue desarrollada en colaboración con Punto Digital de la municipalidad de Viedma provincia de Río Negro.

Fuente: forrajetecnol.com

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En la mayoría de piensos para mascotas (principalmente perros y gatos) encontramos una fuente importante de cereales y vegetales que forman parte de su alimentación.

Aunque las proteínas juegan un papel fundamental en las mascotas, los perros han ido adaptándose lentamente a la alimentación omnívora, y los gatos siguen el mismo camino, donde se ha demostrado científicamente que mejora la calidad de vida de nuestros pequeños de la casa.

Por eso, hemos querido dedicar un artículo a los principales vegetales y cereales que están implicados en la alimentación (húmeda y deshidratada) de las mascotas, fundamentalmente porque son usadas por las marcas de piensos más conocidas a nivel mundial.

En cualquier caso, antes de comprar online comida deshidratada para perros, es sumamente importante conocer la composición del alimento, así como el nivel de procesado del alimento y los aditivos que contiene, algo que condiciona el resultado final del pienso.

Todos los piensos contienen la lista de ingredientes, ordenados generalmente por orden de concentración. Es decir, al principio aparecen los alimentos que se encuentran en mayor cantidad en el pienso.

¿De qué está hecho el pienso de nuestras mascotas?
Tanto los perros como los gatos son omnívoros, y son capaces de ingerir alimentos de origen animal y vegetal. Esta conversión de carnívoros a omnívoros ha sucedido a lo largo de muchísimos años durante su proceso de domesticación.

De hecho, a un gato salvaje no lo vamos a encontrar escarbando en un huerto para conseguir patatas, pero eso no quiere decir que no sea lo mejor para su alimentación.

Es muy importante que la alimentación de tus mascotas le proporcione los aminoácidos esenciales que su cuerpo no puede sintetizar, por lo que lo ideal es conseguir una mezcla ideal de proteína animal y vegetal, pero siempre contando con que la proteína animal debe ser la principal.

Proteínas
Las proteínas son uno de los elementos más importantes para las mascotas, y deben encontrarse en cantidades suficiente según el animal del que esté ideado el pienso.

En general, encontramos carnes frescas y deshidratadas, harina de proteína animal y proteína hidrolizada (aminoácidos). Lo más habitual es encontrar una variedad amplia entre pollo, buey, ternera, salmón y otros pescados grasos.

Cereales y vegetales
Dentro de los productos vegetales, diferenciamos las verduras y los cereales. Esta parte es importante, al menos la primera, ya que aporta las vitaminas y los oligoelementos que las mascotas necesitan

Dentro de los cereales, los más utilizados para la fabricación de pienso son los siguientes:

Arroz: bastante utilizado por su composición y coste de obtención.
Maíz: uno de los cereales más utilizados en piensos para perros.
Trigo: fuente de almidón y proteína vegetal, utilizándose principalmente la harina de trigo y la harina de germen de trigo.
Avena o soja: ingrediente fundamental en piensos especiales para mascotas con problemas digestivos.

Muchos veterinarios coinciden en que los piensos que incluyan cereales en su composición deben ser naturales, sin azúcares añadidos, sin gluten, sin conservantes ni harinas extras. A día de hoy hay controversia sobre el papel de los cereales en la alimentación, ya que hay opiniones diferenciadas donde valoran mucho más el contenido en proteínas animales.

Entre los vegetales incluimos una gran variedad de fuentes de plantas que proporcionan principalmente azúcares naturales, fibra y la mayor concentración de vitaminas, indispensable para la salud de los animales.

Aunque casi todas las mascotas pueden comer cualquier tipo de verdura, en los piensos hidratados y secos encontramos únicamente aquellas que se manipulan bien en industria y tienen un alto poder de conservación.

Vegetales en piensos para mascotas
Algunos de los vegetales utilizados para mascotas son los siguientes:

Patatas
Zanahoria
Calabaza
Remolacha
Judías verdes
Guisantes
Espárrago
Soja verde
Coliflor y brócoli
Boniatos
Coles de Bruselas
Espinacas

También podemos encontrar en algunos piensos, aunque no tan común, frutas como la pera, manzana, plátano o berries. Y tampoco hay que descuidar el aporte de vitaminas y minerales que ofrecen los ingredientes procedentes de plantas aromáticas y semillas, como perejil, tomillo, semillas de lino, etc.

Las legumbres son utilizadas como fuente de carbohidratos y proteína vegetal de calidad.

Frutas no adecuadas para perros
No todas las frutas se adaptan perfectamente a la alimentación de nuestras mascotas, ya que algunas pueden ser contraproducentes según la cantidad en la que se aporten.

Uvas: pueden resultar tóxicas a medio plazo, provocando problemas renales.
Cerezas: si se ingieren con el hueso, puede contener cantidades minúsculas de cianuro, pero en concentraciones altas, pueden provocar una intoxicación. Lo mismo sucede con la ciruela y con los dátiles, además de que el hueso puede provocar un problema digestivo.

Higos: su alto contenido en azúcares y fibras puede provocar desórdenes intestinales a las mascotas, especialmente diarrea. Alguno de sus componentes (ficina y fucosina) no son muy amigables para tu perro.
Aguacate. Este fruto contiene persina, un componenten que puede provocar vómitos y diarrea a los perros.

Fuente: agromatica

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Por:Laura Caorsi

Los ingredientes compuestos son muy habituales en la industria alimentaria. Te explicamos cómo leerlos (y entenderlos) en las etiquetas de los productos que compras

La información nutricional es indispensable en la comida procesada. Cuando compramos cualquier producto elaborado, la lista de ingredientes que figura en el envase nos permite saber de qué está hecho ese alimento, qué nos aporta y en qué cantidad. En esas listas encontramos distintos tipos de ingredientes. Algunos son básicos y fácilmente reconocibles, como la harina, el azúcar o el huevo. Otros desempeñan funciones concretas, como los colorantes o los conservantes. Y otros están hechos, a su vez, de varios componentes. Son los ingredientes compuestos y a veces nos pueden confundir.

¿Qué es un ingrediente compuesto?
Un ingrediente es cualquier sustancia que se emplee en la fabricación o preparación de un alimento y que esté presente en el producto final, incluidos los aditivos alimentarios. Así lo define el Codex Alimentario de la FAO, un documento de base que explica cómo han de llamarse las cosas y cómo deben expresarse en las etiquetas.

Un ingrediente compuesto, como sugiere su nombre, es el que está hecho de dos o más ingredientes. Por ejemplo, el ingrediente “grasas vegetales”, que a su vez puede estar compuesto de aceite de palma y aceite de girasol.

Ejemplos de ingredientes compuestos
Los ingredientes compuestos son muy habituales en la industria alimentaria. Si exploramos el etiquetado de los productos envasados, encontraremos infinidad de ejemplos. Estos son solo algunos:

“Finas hierbas”, un ingrediente que puede contener, por ejemplo, tomillo, hojilla, champiñón, tomate, romero, cebolla, ajo, pimiento, orégano y albahaca.
“Chocolate con leche”, un ingrediente que puede estar hecho de azúcar, manteca de cacao, pasta de cacao, leche desnatada en polvo y mantequilla concentrada.
“Gasificantes”, un ingrediente puede estar compuesto por carbonato ácido de potasio, carbonato ácido de amonio y carbonato ácido de sodio.
Cómo se deben presentar en la etiqueta
Los ingredientes compuestos deben detallar de qué están hechos, pero este desglose añade elementos a la lista general y, por tanto, cierta complejidad a las etiquetas. Hace que sea más difícil leerlas. Para organizar la información, hay algunas herramientas básicas:

✅ Van acompañados de paréntesis
El ingrediente compuesto debe ir acompañado inmediatamente de la lista de sus ingredientes entre paréntesis. De esta forma sabremos que los elementos que aparecen entre paréntesis forman parte del principal. Un ejemplo:

Patatas deshidratadas, aceites vegetales (girasol, maíz), harina de arroz…
Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, esto no se cumple, ya que algunos fabricantes optan por utilizar los dos puntos (:), y no los paréntesis.

✅ Pueden ir acompañados de corchetes, llaves y otros signos
A veces ocurre que un ingrediente compuesto está hecho, a su vez, de otro ingrediente compuesto. Una especie de matrioska alimentaria. ¿Qué se hace en estos casos? Se utilizan más signos, como los corchetes y las llaves, para agrupar la información. Un ejemplo:

Harina de arroz, harina de maíz, condimento a base de nata acidificada y cebolla (almidón de trigo, potenciadores del sabor [glutamato de monosodio, guanilato disódico, inosinato disódico], cebolla en polvo, maltodextrina, sal, dextrosa, azúcar, suero de leche dulce en polvo, almidón de patata, almidón de maíz modificado, acidulantes [ácido cítrico, ácido láctico, ácido málico], nata acidificada en polvo, aromas, extracto de levadura, jarabe de glucosa, proteínas de la leche, harina de arroz)…
En este caso, el ingrediente compuesto principal —“condimento a base de nata acidificada y cebolla”— está hecho de 17 ingredientes, y dos de ellos, a su vez, también son compuestos: los potenciadores del sabor y los acidulantes.

✅ Se ordenan de mayor a menor
Los ingredientes no se pueden listar de cualquier modo. Siempre deben ordenarse de mayor a menor. Es decir, cuando leemos una lista de ingredientes, el primero que aparece es el que más peso tiene en el alimento, mientras que el último es el que menos presente está. Si cogemos, por ejemplo, un bote de tomate frito y leemos lo siguiente: “Tomate, aceite de girasol, almidón modificado de maíz, azúcar, sal, hortalizas (cebolla y ajo) y ácido cítrico”, sabremos que el tomate es el ingrediente principal, que el aceite de girasol es el segundo más importante o que la receta tiene más azúcar que sal, puesto que el azúcar aparece primero.

Esta lógica de mayor a menor se aplica también al detalle de los ingredientes compuestos. Así, cuando leemos lo que hay entre paréntesis, sabremos de qué hay más y de qué hay menos, según el orden de esos ingredientes. Por utilizar el mismo ejemplo del bote de tomate frito, sabemos que en el ingrediente compuesto “hortalizas” hay más cebolla que ajo porque la cebolla encabeza la lista.

¿Cuándo se debe detallar la cantidad de un ingrediente?
ingredientes compuestos
Imagen: Anna Kovtun

Los fabricantes no están obligados a detallar la cantidad de todos los ingredientes, pero sí de aquellos que hayan destacado de algún modo en el envase, sea con palabras o con imágenes. Así, si en el envase de unos picos de pan se destaca que están hechos “con aceite de oliva”, la lista de ingredientes deberá mostrar qué cantidad de aceite contienen esos picos de pan. Estas cantidades se expresan en porcentajes. Por ejemplo:

En los picos de pan “con aceite de oliva”, leeremos algo como: “Harina de trigo, aceite de oliva virgen extra (8 %), sal y levadura”.
En un mousse de queso “con nueces”, leeremos algo como: “Queso de leche pasteurizada, proteínas de leche, trozos de nueces (3 %), sal, aroma natural y concentrado de zumo de limón”.
En un pan “con orégano”, leeremos algo como: “Harina de trigo, aceite de girasol, aceite de oliva, sal, levadura y orégano (0,7 %)”.
En estos ejemplos, las cantidades están claras. Al consultar la lista de ingredientes sabremos con rapidez que el 8 % de los picos de pan es aceite de oliva, que el 3 % del mousse es nuez y que el 0,7 % del pan es orégano.

Sin embargo, hay otros casos donde no resulta tan fácil hacerse una idea de las cantidades. La comprensión de los porcentajes se complica cuando el ingrediente destacado (por ejemplo, el orégano) forma parte, a su vez, de un ingrediente compuesto (por ejemplo, «hierbas aromáticas»).

¿Cómo se debe expresar el porcentaje de un ingrediente compuesto?
En este caso, ¿hay que tomar como referencia al producto general (el pan) o al ingrediente compuesto del que forman parte (las hierbas)? Si miramos las etiquetas de distintos productos, hallamos que hay ejemplos de ambas soluciones. Es decir, algunos toman como referencia al producto global para expresar los porcentajes mientras que otros lo hacen basándose en el ingrediente compuesto. Dos ejemplos para ilustrarlo:

1. Porcentaje vinculado al producto total
Fideos “con carne”. En esta lista de ingredientes, la carne forma parte de un ingrediente compuesto llamado “guarnición deshidratada”, que representa el 4 % del producto general. Lo encontramos expresado así: “…guarnición deshidratada (4 %): verduras 3,3 % (zanahoria, col, puerro) y carne de vacuno 0,7 %”.
En este caso, la carne representa el 0,7 % del producto total. Podemos deducirlo fácilmente porque también está detallado el porcentaje de las verduras (3,3 %) y la suma de ambos nos da la cantidad del ingrediente compuesto, 4 %, que está expresado sobre el global del alimento.

2. Porcentaje vinculado al ingrediente compuesto
Galletas “con frutos rojos”. En esta lista de ingredientes, los frutos rojos son un ingrediente compuesto (hecho de fresa, grosella y frambuesa) que a su vez forma parte de otro ingrediente compuesto, llamado “preparado de frutas”. Lo hallamos expresado así: “…preparado de frutas rojas 5 % [fruta 29 % (fresa, grosella negra y frambuesa), jarabe de fructosa y glucosa, jarabe de glucosa…”.
Aquí, el porcentaje de fruta (29 %) no está puesto en relación al producto total (la galleta), sino que toma como referencia al ingrediente compuesto, que es un 5 % de la galleta. Esto significa que los frutos rojos son el 29 % del 5 %; en otras palabras, un 1,45 % del producto total. Para conocer la cifra, el consumidor tiene que hacer una regla de tres, algo que no parece muy práctico mientras se hace la compra en un supermercado.

El hecho de que nos encontremos con ambos modelos dificulta interpretar correctamente el etiquetado. Sobre todo, porque hay ocasiones en las que no es tan fácil darse cuenta ante cuál de los dos estamos. Por ejemplo, si el fabricante de los fideos con carne no hubiera detallado que las verduras son un 3,3 %, no tendríamos cómo saber si el 0,7 % de carne está expresado sobre el total del producto o sobre el ingrediente compuesto. Más allá de cuál sea la manera más práctica o más rigurosa de dar esta información, lo idóneo sería optar por una, establecerla como la norma general para todos los fabricantes y dejárselo claro al cliente para que pueda valorar el producto que tiene en sus manos antes de comprarlo.

Fuente: consumereroski.com

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Cuestiones clave para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos
Revisar periódicamente los alimentos de la despensa, frigorífico y congelador. Seguir el sistema FIFO para los perecederos (“Primero en entrar, primero en salir”) y el sistema LIFO para los no perecederos (“Último en entrar, primero en salir”).

Planificar el menú semanal.
Llevar la lista de la compra a la tienda.
Acudir a la tienda con mayor frecuencia y disminuir el volumen de compra.

En la tienda, no descartar productos en buenas condiciones por ser más “imperfectos” (color, calibre, tamaño, envase defectuoso…). Además, ser conscientes de que pedir que las estanterías estén siempre llenas puede dar lugar a que se tengan que tirar más alimentos, especialmente los frescos y perecederos.
Apostar por los productos de proximidad y de temporada y por los canales cortos de comercialización (compra directa al productor o con menor número de intermediarios).

Los canales cortos de comercialización reducen el número de intermediarios entre la producción y el consumidor (la Estrategia considera un máximo de un intermediario). Al acortarse la cadena de distribución, se contribuye a reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos al ser necesaria una menor manipulación de los alimentos, por disminuir el tiempo que deben mantenerse en condiciones controladas y por conservarse durante más tiempo una vez llegan a los hogares. Se trata de un modelo de comercialización en alza que debe adaptarse a las necesidades y exigencias cambiantes de nuestra sociedad, contribuyendo a un consumo responsable y respetuoso con el medio ambiente.

Conservar adecuadamente los alimentos.
Leer la información de las etiquetas y aprender a interpretarlas si es necesario.
Recordar: la fecha de caducidad indica la fecha a partir de la cual no se puede consumir un alimento, mientras que a partir de la fecha de consumo preferente puede disminuir su calidad pero sigue siendo comestible.
Ajustar las raciones a la hora de cocinar y servir.
Aprovechar las sobras con recetas de cocina imaginativas.
En el restaurante, pedir un recipiente para llevar las sobras.

Aprovechar las nuevas tecnologías: existen muchas apps para dispositivos móviles que ayudan a controlar las existencias, hacer la lista de la compra o preparar recetas con los ingredientes disponibles.
Reciclar los alimentos que no se pueden aprovechar: generación de compost.
Trucos y consejos de conservación de los alimentos.

Aprender a usar bien los distintos envases y sistemas para almacenar los alimentos te ayudará a conservarlos mejor, manteniendo por más tiempo su frescura y reduciendo el riesgo de intoxicaciones alimentarias.

¡Qué no se te olvide fijarte en la información de los envases originales!

Tuppers y botes de cristal con tapa herméticos: ideales para el almacenamiento de alimentos en la despensa, así como para guardar en la nevera líquidos sobrantes o alimentos semisólidos.

Envases de frutas y verduras: están diseñados para mantener la frescura del producto durante más tiempo, por lo que no es recomendable abrirlos hasta que vayan a ser consumidos.

Envasado al vacío: la extracción de aire de los envases favorece que los alimentos se mantengan durante más tiempo sin alterar sus características. Puedes probar con carnes, hortalizas, embutidos…

Bolsas de plástico: muy útiles para conservar los alimentos, aprovechando al máximo el espacio. También son muy adecuadas para mantener frescas las frutas y verduras, como zanahorias, pimientos y manzanas, siendo especialmente cómodas si disponen de sistema de apertura y cierre.

Film transparente: protege de la humedad y los olores. Es apto para la congelación y algunos son también aptos para el microondas.

Papel de aluminio: se recomienda que sea resistente a la congelación, y que es menos probable que se desgarre. ¡Recuerda que no se debe introducir en el microondas!

Otros consejos de interés.
Cuando llegues a casa, coloca el pescado ya limpio, lavado y sin vísceras encima de un plato o fuente con un trapo ligeramente humedecido. De esta manera evitarás su posible alteración por contacto con el oxígeno, y su contaminación bacteriana con otros alimentos.

Ciertas frutas (manzanas, plátanos, melocotones, fresas…) y verduras, como los tomates, producen etileno, sustancia natural que acelera el proceso de maduración de numerosas verduras (espinacas, coles, brócoli, judías verdes…) y algunas frutas (como kiwi verde o sandía). Por tanto, se deben almacenar separados del resto de productos salvo que se quiera favorecer su maduración.

Congelar purés o compotas de frutas, por ejemplo de manzanas, en lugar de congelarlos en su estado original, te permitirá ahorrar espacio en tu congelador y guardarlos en las porciones adecuadas.

¡Todas las verduras se pueden congelar! En su mayor parte necesitan ser “blanquedas” antes: sumérgelas en agua hirviendo durante varios minutos y después pásalas por agua fría. Sécalas bien con un paño o papel absorbente y para terminar, guárdalas en una bolsa para congelados. ¡Además, no es necesario que las descongeles antes de cocinarlas!

¿Te animas a deshidratar las verduras? Los alimentos no perderán su sabor ni su valor nutricional. Para ello necesitarás un deshidratador o simplemente usar tu horno: seca las verduras muy lentamente entre 30 y 40°C después de haber sido blanqueadas. Esta opción te permitirá disfrutar de verduras de temporada durante todo el año si las guardas en frascos en un lugar seco, fresco y oscuro.

Las hierbas aromáticas y algunas verduras como la albahaca o el apio, se pueden mantener frescas por más tiempo si se cortan las puntas y se ponen en un vaso con un poco de agua en posición vertical.
Sigue una dieta nutritiva y saludable
Conoce y anímate a seguir la Dieta Mediterránea, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cuya base son los alimentos de origen vegetal, sin olvidar el consumo de agua y el ejercicio diario.

En la página web de la Fundación Dieta Mediterránea encontrarás una propuesta de menú semanal.

Consumo ocasional: Bollos, refrescos, aperitivos salados o chucherias.
Varias raciones por semana: Huevos, carnes, frutos secos, pescados blancos y azules, legumbres, embutidos.
A diario: Frutas, verduras, hortalizas, pan, y cereales, productos lácteos, aceite de oliva, arroz y pasta.
Bebe entre 1 y 2 litros de agua al día.
Practica algún deporte habitualmente.

Sensibilizar y concienciar a los hijos
Los niños toman como ejemplo a su familia y, por eso, es imprescindible que aprendan a valorar los alimentos que forman parte de su alimentación y las consecuencias que tiene sobre el medio ambiente que esos alimentos acaben en la basura.

Fuente: ecoinventos

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