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Las frutas y verduras son alimentos muy beneficiosos que debemos añadir en nuestra dieta diaria. Según la dieta mediterránea, es recomendable comer cinco piezas de frutas y/o verduras al día. Estos alimentos contienen nutrientes esenciales para el organismo y son una fuente de fibra, vitaminas, minerales, agua y sustancias antioxidantes, además de contener pocas calorías y poco colesterol. Además, favorecen a la salud cardiovascular, ayudan a depurar el organismo y también contribuyen a prevenir algunas enfermedades, como un resfriado.

Estos beneficios están de sobras comprobados, pero a ellos también se le tiene que añadir uno más: puede llegar a alargar la vida tres años. Esta es la conclusión a la que llegó un estudio realizado por científicos del Instituto Karolinska de Estocolmo.

Tres años más de vida
Para este estudio, el centro contó con la participación de más de 71.000 ciudadanos suecos, a las que se le hizo un seguimiento durante trece años. Los participantes eran hombres y mujeres de entre 45 y 83 años de edad, y durante todo el tiempo que duró el estudio, murieron 11.439 personas.

Los resultados que obtuvieron fueron que las personas que no consumían nunca ni fruta ni verdura, vivieron tres años menos y tuvieron una tasa de mortalidad mayor en un 53%, en comparación a aquellas personas que ingieran cinco piezas de frutas y/o verduras al día.

En cuanto a las personas que solo consumían una pieza de fruta, consiguieron vivir 19 meses más que aquellos que no comían ninguna a diario. Y en referencia a las verduras, aquellos participantes que consumieron 3 verduras al día consiguieron vivir 32 meses más que los que nunca comían verdura.

Por lo tanto, la incidencia del consumo de frutas y verduras en la salud y en la longevidad es clara después de comprobar los datos de este estudio.

Relación de la fruta y verdura con el estrés
Pero la ingesta de frutas y verduras no afecta tan solo en la longevidad, si no también en los niveles de estrés. Según una investigación de la Universidad Edith Cowan, en Australia, ingerir frutas y verduras a diario se asocia a un menor nivel de estrés.

Este estudio contó con la participación de 8.600 australianos, con edades entre 25 y 91 años, que formaban parte del estudio Australian Diabetes, Obesity and Lifestyle del Baker Heart and Diabetes Institute.

Los resultados que obtuvo el estudio fueron que los participantes que comieron un mínimo de 470 gramos de fruta y verdura a diario, tenían un 10% menos de estrés que aquellos que consumían menos de 230 gramos. El estrés prolongado puede provocar la aparición de enfermedades mentales, como la ansiedad y la depresión. Estos datos coinciden con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que aconsejan que se ingiera 400 gramos de fruta y verdura al día.

Por lo tanto, las frutas y verduras son un elemento esencial en nuestra salud, ya que que permiten vivir más años y ayudan a vivirlos de una forma más feliz, ya que incide directamente en los niveles de estrés y, en consecuencia, en el bienestar de las personas. / Mundo Deportivo

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Los coronavirus pueden sobrevivir durante un mes en carne congelada
Un reciente estudio señala que los coronavirus pueden sobrevivir en alimentos de origen animal, incluso cuando están congelados. Analizamos los datos de la investigación y explicamos por qué no hay motivo de alarma

Por:Mario Sánchez Rosagro 10 de agosto de 2022
coronavirus sobrevive en carne congelada
Imagen: iStock

«Los coronavirus pueden sobrevivir durante un mes en la carne congelada». Leer un titular así puede alarmarte. Y es lógico. El temor por contraer la covid-19 a través de los alimentos y sus envases alcanzó niveles preocupantes allá por 2020, cuando los consumidores acudíamos atemorizados al supermercado huyendo de la tos y el estornudo ajenos. ¿Lo recuerdas? En ese contexto caótico, entidades sanitarias como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) anunciaron que no había pruebas de que los alimentos fueran una vía de transmisión de SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la enfermedad covid-19. Aún así, la fiebre por desinfectar envases a diestro y siniestro se mantuvo durante largos meses. ¿Qué se sabe sobre esto a día de hoy? ¿Cuáles son las evidencias actuales de los coronavirus en alimentos?

Coronavirus y carne: qué dice el nuevo estudio científico

La Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene a día de hoy lo que decía la EFSA entonces, afirmando que «es muy poco probable que la covid-19 se transmita a través de los alimentos o de envases de productos alimenticios». Actualmente, casi todo el temor que sentían los consumidores en los supermercados se ha disipado.

Sin embargo, algunos medios de comunicación se han hecho eco en las últimas semanas de un nuevo estudio científico publicado en la revista Applied and Environmental Microbiology por científicos estadounidenses de Carolina del Norte y Texas, en EE UU, que advierte sobre la supervivencia de coronavirus en alimentos de origen animal, como carne y pescado. El estudio ha sido realizado en alimentos refrigerados y congelados a 4ºC y -20ºC, respectivamente, como carne de cerdo, vacuno, pollo, y salmón.

El origen de la investigación
Esta investigación ha sido motivada por los contagios dados en Asia en mataderos y zonas de producción de alimentos, espacios que se creía que podrían ser idóneos para la proliferación de la covid-19. También por la suposición de que el coronavirus SARS-CoV-2 podría haber llegado hasta la carne envasada de dichas zonas geográficas, algo que en Europa no planteó motivos de preocupación, tal y como afirmó la EFSA. Los investigadores también aluden, cómo no, al posible origen de la pandemia en un mercado de alimentos en Wuhan, China. Una motivación adicional para seguir investigando sobre la supervivencia de los coronavirus en alimentos.

En este sentido, el citado estudio ha arrojado interesantes conclusiones sobre algunos virus catalogados dentro de la familia de los coronavirus: pueden sobrevivir en carne y pescado refrigerados y también congelados durante 30 días. La investigación no se ha realizado específicamente con SARS-CoV-2, por desgracia, sino que ha utilizado dos tipos de coronavirus que infectan habitualmente a animales: MHV, virus de la hepatitis en ratones y TGEV, causante de gastroenteritis transmisible en cerdos. Además, también se ha estudiado la capacidad de supervivencia del bacteriófago Phi 6, ya que es un análogo y sustituto habitual del coronavirus en este tipo de estudios por su similar pico de proteínas.

¿Debemos preocuparnos por este hallazgo?
No es ninguna novedad que los coronavirus pueden sobrevivir a temperaturas frías e incluso de congelación cercanas a los -20ºC. Ya teníamos pruebas de ello antes. Lo que sí podemos extraer como novedoso de este análisis es la supervivencia de algunos coronavirus en alimentos concretos, como es el caso de la carne y el pescado.

coronavirus en comida congelada
Imagen: iStock
Además, debemos tener en cuenta que no solo la temperatura de conservación influye en la supervivencia de los coronavirus. También la temperatura de cocinado, así como otros parámetros relativos a la estabilidad de la membrana del virus como el pH o la humedad también resultan claves. Así lo muestran otros estudios como este, donde se examinó la adsorción —esta vez sí— del SARS-CoV-2 en las superficies de la carne, descubriendo que una interacción entre un pH menor a 5,5 y las fuerzas electrostáticas contribuía de manera importante a la supervivencia del virus.

Las limitaciones del estudio
No obstante, debemos tener en cuenta las limitaciones evidentes del estudio original que hemos analizado. Tal y como señalan los propios investigadores: “Una limitación de este estudio es el uso de coronavirus sustitutos en lugar del propio virus SARS-CoV-2. El objetivo principal de este estudio fue examinar la persistencia de los virus de ARN envueltos en productos alimenticios almacenados a temperaturas frías o congeladas”.

Además, los investigadores recomiendan que se siga investigando con experimentos similares que incluyan virus adicionales, como el SARS-CoV-2 y otros CoV humanos y animales que permitan estudiar mejor su supervivencia en una mayor variedad de carne, pescado y otros productos alimenticios. Así que, aunque este estudio no suponga una gran revolución, lo cierto es que necesitamos más investigaciones en esta línea para conocer datos adicionales sobre la naturaleza y capacidad de reproducción de los coronavirus en alimentos.

No debemos temer a la carne congelada
Nuevas investigaciones en el futuro podrían arrojar otros resultados más certeros, pero por el momento seguimos sin contar con pruebas lo suficientemente sólidas como para mostrar preocupación por la transmisión alimentaria de la covid-19. Todo sigue como hasta ahora. Así que no, este estudio no quiere decir que vayamos a enfermar de covid-19 por consumir carne congelada. Sobre todo si tenemos en cuenta los altos estándares de calidad y seguridad alimentaria de la Unión Europea.

En otras zonas del planeta puede no ser así, por lo que es importante reforzar los sistemas de control para evitar no solo la transmisión de coronavirus, sino de cualquier otro tipo de patógeno tradicional en alimentos que causa estragos en países con pocos recursos, como Salmonella, Campylobacter o Staphylococcus aureus.

Precauciones al manipular los alimentos
Otro asunto bien distinto es si contaminamos accidentalmente alimentos que posteriormente vayan a ser congelados en casa, por ejemplo. Ahora que sabemos que algunos coronavirus pueden sobrevivir en carne congelada durante bastante tiempo, es importante maximizar las medidas higiénicas si nosotros estamos contagiados. Algo que ya deberíamos tener más que interiorizado desde hace tiempo. Es decir, no deberíamos toser ni estornudar sobre los alimentos o cerca de ellos si estamos contagiados (y si no estamos contagiados de covid-19, tampoco).

Además, una cosa es que los coronavirus puedan sobrevivir en carne congelada y otra bien distinta que sean capaces de enfermarnos por esta vía. Como bien sabemos desde hace tiempo, el coronavirus SARS-CoV-2 se transmite vía aérea por pequeñas gotitas, aerosoles o fómites (objetos contaminados por el virus). La vía alimentaria sigue siendo poco propicia para la infección, ya que SARS-CoV-2 no es un patógeno alimentario. En resumen, nada nuevo en el horizonte. Con unas medidas básicas de higiene y manipulación de alimentos podemos mantener a raya al coronavirus igual que lo hemos hecho hasta ahora.

Fuente: consumereroski.com

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Por:Laura Caorsi

En la lista de alimentos potencialmente peligrosos en estado natural hay algunos más famosos que otros. Del pescado ya se sabe que eliminar el anisakis requiere ciertas técnicas de cocción o de congelación. Del huevo también se conoce que hay que ser cuidadosos con su manipulación y conservación para minimizar los riesgos de sufrir una intoxicación alimentaria cuando no se han cocido. Así y todo, tanto el pescado como el huevo se pueden tomar crudos (mayonesa, sushi, ceviche o poké). Sin embargo, hay otros alimentos de consumo habitual que no se deben comer sin cocinar. A continuación se cuentan cuáles son y por qué hay que tener cuidado con ellos.

1. El pollo
El pollo es un alimento económico, saludable y muy fácil de preparar. Basta poner un par de filetes a la plancha o colocar un pollo entero en el horno para resolver una parte de la comida o de la cena. Sin embargo, cuando la carne está cruda puede causarnos problemas. El pollo crudo suele estar contaminado con Campylobacter, una de las tres bacterias que provocan más infecciones alimentarias.

Por este motivo, desde el Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Zoonóticas de Estados Unidos (NCEZID) aconsejan tomar algunas precauciones, como utilizar una tabla de cortar diferente para el pollo crudo, lavar bien los utensilios que se emplean para cortarlo o guardarlo y no colocar nunca otros alimentos en superficies donde haya habido antes pollo crudo.

¿Es seguro lavar el pollo?
alimentos que no se deben comer crudos
Imagen: Depositphotos

2. Los anacardos
Los acanardos, también llamados nueces de la India o castañas de cajú, son uno de frutos secos más apreciados: tienen un sabor exquisito y están entre los menos calóricos que hay en el mercado. Pero, a diferencia de otros frutos secos que se toman con frecuencia, como las avellanas, los pistachos o las nueces, nunca se comercializan crudos; tampoco con cáscara. La razón se halla en dos sustancias: el ácido anacárdico, que se encuentra en la cáscara y es muy irritante, y el urushiol, un aceite presente en el fruto crudo que provoca reacciones alérgicas.

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Imagen: Migle Seikyte

3. Las alubias rojas
Las legumbres son un alimento sano, completo, saciante y con un estupendo perfil nutricional. Con ellas se pueden preparar desde los guisos más tradicionales hasta otros más ligeros; también ensaladas y distintos tipos de patés. El humus, que se ha puesto tan de moda en estos años, es un buen ejemplo de esta versatilidad. Pero, por mucho que nos gusten las legumbres, hay que tener precaución, sobre todo con las alubias rojas. Esta variedad de legumbre -también llamada habichuela roja y frijol rojo- es muy rica en una lectina llamada fitohemaglutinina.

La fitohemaglutinina es una sustancia extremadamente tóxica para las personas; provoca náuseas extremas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. Los expertos en seguridad alimentaria de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) y la Fundación Food-Info señalan que estas alubias, cuando están crudas, contienen entre 20.000 y 70.000 unidades de hemaglutinación (hau), mientras que, cuando están por completo cocinadas, la cantidad de esta lectina desciende a menos de 400 hau. Por eso cocinar las alubias -y hacerlo bien- es tan importante. ¿Cómo resistirse a un buen plato de alubias? Sencillo: sabiendo que están crudas o poco cocinadas.

Las tres técnicas que mejoraron como nunca la seguridad de los alimentos

4. Las patatas
La patata es uno de los alimentos con mayor presencia en las cocinas de nuestro país. Fritas, en tortilla, al horno, hervidas e incluso al microondas, constituyen un ingrediente muy versátil y apreciado por los comensales; también por el bolsillo de los cocineros. Las patatas siempre están buenas… a menos que estén crudas. ¿Por qué? Además de la textura o el sabor, las patatas crudas contienen un alcaloide, la solanina, que irrita las mucosas, genera problemas gastrointestinales y afecta al sistema nervioso. La patata cruda, así como las partes verdes no comestibles de los tomates y las berenjenas (que son de la misma familia), pueden provocar alucinaciones.

Alimentos cotidianos que matan, ¿cuánto hay de cierto?
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Imagen: Shaiith79

5. Las almendras (amargas) y otras semillas conocidas
Las almendras que hay en el mercado son dulces. Se obtienen de un árbol llamado Prunus Dulcis y se comercializan de maneras distintas: fritas, horneadas, crudas al natural, molidas, en láminas… Son el ingrediente estrella de muchos platos tradicionales ya que aporta muchos beneficios.

Pero existe otra variedad: las almendras amargas, que proceden del Prunus Amara. Las almendras amargas, en crudo, contienen amigdalina, una sustancia que, en contacto con el agua (o con la saliva), produce ácido cianhídrico, que podría provocar una letal intoxicación cianhídrica.

Pero estas almendras no son las únicas semillas que no se deben ingerir. Como advierten desde Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de Estados Unidos (ATSDR), el hueso y las semillas de los albaricoques, las manzanas y los melocotones pueden contener cantidades sustanciales de compuestos que liberan cianuro. La recomendación es evidente: «Las personas deben evitar comer el hueso y semillas de estas frutas para así evitar envenenamientos accidentales por cianuro».

La nuez moscada: ¡cuidado con la cantidad!
La nuez moscada es un ingrediente que se utiliza a menudo para realzar el sabor de algunos platos. Su gusto es muy característico y tiene mucha presencia. Por eso se emplea rallada y en pizcas. Por eso… y porque la nuez moscada, en altas dosis, es tóxica.

A diferencia de los otros alimentos de la lista, la nuez moscada se puede comer cruda. Sin embargo, esta baya es un buen ejemplo de lo que decía Paracelso: el veneno está en la dosis. La nuez moscada contiene sustancias alucinógenas. Por ello, la Federación Española de Nutrición (FEN) advierte que “se puede considerar potencialmente tóxico su consumo en grandes cantidades”. Con más de 10 gramos se pueden sufrir alucinaciones, taquicardia y la llamada “psicosis de la nuez moscada”.

Fuente: consumereroski.com

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Además del fuego y el calor, la congelación es otra de las formas ancestrales de conservación de los alimentos. Detiene la proliferación de muchos de los microorganismos responsables del deterioro de los alimentos (aunque no siempre los elimina, solo los paraliza). Es perfecta para el pescado, porque elimina el anisakis (para ello se necesita congelar la pieza a –20 ºC o menos durante cinco días), o para el pulpo, porque rompe sus fibras y lo ablanda. Sin embargo, esta técnica resulta demoledora, por ejemplo, con frutas como las fresas, que pierden su textura y consistencia al volver a la temperatura ambiente. Nuevos sistemas pretenden encontrar solución.

De la congelación a la ultracongelación

¿Por qué se ablandan los vegetales congelados? Al aplicar temperaturas bajo cero, muchas frutas y verduras rompen sus estructuras celulares con la aparición de los cristales de hielo, lo que hace que pierdan su textura crujiente y se reblandezcan.

Esta técnica ha evolucionado hacia la ultracongelación, que reduce la formación de microcristales de hielo, haciendo que las carnes o los pescados congelados mantengan una calidad óptima al descongelarse. Cuanto menos hielo haya dentro de las células, menos probabilidades de que se rompan las paredes celulares y dejen los alimentos blandos.

El proceso de ultracongelación se lleva a cabo en tanques con nitrógeno líquido o dióxido de carbono a 40 grados bajo cero. Posteriormente, se sube la temperatura hasta los -18/-22 grados que encontramos en el supermercado y que mantendremos en el congelador de casa.

La técnica da resultados excelentes con los alimentos que tienen cantidades medias de agua, como carnes y pescados, incluso para las verduras de cocción —judías verdes, coliflor, zanahorias o menestras— y las frutas troceadas. Pero no termina de convencer para los vegetales en crudo, porque no quedan suficientemente crujientes.

Descongelar también es un desafío

Otro problema al que se enfrentan las bolsas de congelados es que, al descongelarse, los alimentos se deterioran mucho más rápido que el producto refrigerado. Esto se explica porque los microorganismos patógenos se reactivan y se reproducen con más facilidad gracias los líquidos del descongelado. Por eso, se desaconseja el recongelado.

La empresa Carburos Metálicos ha desarrollado la tecnología Freshline Superfresh, una combinación de congelación criogénica con envasado en atmósfera protectora. De esta forma los alimentos descongelados duran más. Y una buena noticia para el consumidor final: se podrían volver a congelar, siempre que la bolsa no se haya abierto y el primer descongelado se haya realizado en las condiciones adecuadas. Este sistema, no obstante, está aún pendiente de patente.

Cómo lograr sandía y tomate crujientes
se puede congelar tomate
Imagen: Klaus Hausmann

La empresa andorrana Nice Tech ha ido un paso más allá con un sistema patentado de congelado para productos hortofrutícolas que no emplea elementos químicos y no genera microcristales de hielo. De esta forma, se mantiene intacta la estructura de las células al congelarse y no se añaden elementos externos que pudieran modificar el sabor o la textura crujiente de los vegetales tras la descongelación.

Por ahora, sus clientes son cooperativas de agricultores o restaurantes a los que proveen de tomate en rodajas para las hamburguesas, aguacate en tacos para las ensaladas o sandía troceada para brochetas de frutas que pueden aguantar hasta tres años en el congelador. En España se han asociado a La Unión, una cooperativa de agricultores almeriense con la que han creado una gama de frutas y hortalizas congeladas. Comercializan pepinos, tomates, pimientos, melón y aguacate troceados y congelados.

Esta técnica permite aprovechar al máximo los años de buenas cosechas congelando aquello que no se va a vender de forma inmediata antes de que se eche a perder. La capacidad de congelación de esta planta hace posible, incluso, asumir encargos externos. Durante la erupción del volcán de La Palma, muchos plátanos afectados exteriormente por la ceniza y descartados para su venta en supermercados se trasladaron a su planta de El Ejido. Allí se trocearon y congelaron. De esta forma se evitaba el desperdicio alimentario que habría supuesto dejar que se pudrieran por falta de compradores. En este caso, su destino final serán comedores sociales.

Fuente: consumereroski.com

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En la República Dominicana, al igual que en la mayoría de los países en vías de desarrollo, la AF ofrece una alternativa idónea para fomentar la seguridad y soberanía alimentaria. La vinculación entre la AF y la seguridad alimentaria viene dada por dos principios: una producción más eficiente aumenta la disponibilidad de alimentos con la que contaría la población y mejores cosechas significa aumento de ingresos para las familias rurales, lo cual garantiza el acceso a la comida. A pesar de su carácter esencial, el agropecuario es el más pequeño de los sectores de la economía dominicana. Representa, según el Banco Central, sólo el 5,3% del PIB por sectores de origen en 2017, frente al 26,4% de las industrias y 61,1% de los servicios (el restante 7,2% corresponde a impuestos netos de subsidios). En comparación, durante ese mismo año, la agricultura empleó 9,6% de la mano de obra del país, según la referencia de World Development Indicators y respondió por el 6,2% de las exportaciones. La ubicación geográfica de la República Dominicana facilita el comercio con importantes países del mundo. La diversidad de sus condiciones climáticas amplía la gama de cultivos y de cría de animales. En el país, las políticas de fomento de la AF han sido parte de los programas de protección social del Estado dominicano, desde que oficialmente se comenzó a abordar el tema. Sin embargo, antes de 2016 no existía una definición de AF en el país que permitiera identificar a los productores que pertenecían a esta categoría. Familias productoras dominicanas Como seguimiento al año de la AF (2016), la comunidad internacional se encuentra al inicio del Decenio de la Agricultura Familiar 2019-2028. Se espera que el Decenio ayude a establecer bases y parámetros para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a fin de erradicar el hambre y la pobreza a través de la mejora de estrategias diferenciadas.

Este programa, perteneciente a la serie “Reseñas de Agricultura Familiar” producida por CIESPAL, ALER,FAO, ausculta y describe la situación de la agricultura familiar en República Dominicana, recurriendo al testimonio de representantes de la cooperación internacional, del gobierno dominicano y de las organizaciones de productores.

Producción: CIESPAL / Hugo Ramírez, Coordinación General ALER

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Según una investigación de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida de la Universidad de Aston (Reino Unido), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica British Journal Of Nutrition, las personas que comen fruta con frecuencia son más propensas a manifestar un mayor bienestar mental positivo y tienen menos probabilidades de presentar síntomas de depresión que las que no lo hacen. Es más, el equipo también descubrió que las personas que comen aperitivos salados, como las patatas fritas, que tienen pocos nutrientes, son más propensas a tener mayores niveles de ansiedad.

Entre sus hallazgos, también descubrieron que la frecuencia con la que se come la fruta es más importante para la salud psicológica que la cantidad total que se consume durante una semana típica.

Menos “lapsos mentales cotidianos”
En contraste, las personas que consumían con frecuencia alimentos salados pobres en nutrientes eran más propensas a sufrir “lapsos mentales cotidianos” (conocidos como fallos cognitivos subjetivos) y a informar de un menor bienestar mental. Además, un mayor número de lapsus se asoció con un mayor número de síntomas de ansiedad, estrés y depresión, y con una menor puntuación de bienestar mental.

“Se sabe muy poco sobre cómo la dieta puede afectar a la salud mental y al bienestar, y aunque aquí no examinamos directamente la causalidad, nuestros resultados podrían sugerir que picar con frecuencia alimentos salados pobres en nutrientes puede aumentar los lapsos mentales cotidianos, lo que a su vez reduce la salud psicológica”, explica la autora principal, la estudiante de doctorado Nicola-Jayne Tuck.

Fuente: abc.com.py

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Un estudio reciente en humanos publicado en la revista científica Antioxidants descubrió que consumir uvas protege contra el daño de los rayos ultravioleta (UV) en la piel.¹ Los sujetos del estudio mostraron una mayor resistencia a las quemaduras solares después de consumir unos 500 g de uvas todos los días durante dos semanas. Además, los sujetos que mostraban resistencia a los rayos UV demostraron perfiles microbiómicos y metabolómicos únicos que sugerían una correlación entre el intestino y la piel. Se cree que los componentes naturales conocidos como polifenoles que se encuentran en las uvas son los responsables de estos efectos beneficiosos.

Este estudio refuerza la investigación previa en esta área. En esta investigación con 29 voluntarios humanos, los investigadores examinaron el impacto de consumir polvo de uva entera, equivalente a 500 g de uvas por día, durante 14 días contra el daño solar causado por la luz ultravioleta. La respuesta de la piel de los sujetos a la luz ultravioleta se midió antes y después de consumir uvas durante dos semanas, determinando la dosis umbral de radiación ultravioleta que indujo el enrojecimiento visible después de 24 horas: la dosis mínima de eritema (MED). Además, se llevó a cabo un análisis metabolómico del microbioma intestinal, muestras de sangre y orina.

Un tercio de los sujetos demostraron resistencia a los rayos UV después del consumo de uvas y estos mismos sujetos mostraron diferencias significativas en el microbioma y el metaboloma en comparación con los que no respondieron. Los mismos tres metabolitos urinarios estaban deprimidos en el grupo resistente a los rayos UV. Un metabolito en particular (2′-desoxirribosa) es un fuerte indicador de fotodaño reducido y sugiere perfiles genéticos únicos de relevancia para la medicina.

Tres de los sujetos resistentes a los rayos UV mostraron una respuesta duradera en la que se mantuvo la protección UV después de volver a no consumir uvas durante cuatro semanas más. Esto sugiere que un segmento de la población es capaz de resistir las quemaduras solares tras el consumo de uvas y que existe una correlación entre el intestino-piel y la resistencia a los rayos UV.

Más de 3 millones de estadounidenses se ven afectados por cáncer de piel cada año, en gran parte como resultado de la exposición a la luz solar. Se estima que uno de cada cinco estadounidenses desarrollará cáncer de piel a la edad de 70 años.² La mayoría de los casos de cáncer de piel están asociados con la exposición a la radiación ultravioleta del sol: alrededor del 90 por ciento de los cánceres de piel no melanoma y el 86 por ciento de los melanomas, respectivamente.

John Pezzuto, autor principal del artículo y profesor y decano de la Universidad de Western New England en Springfield, Massachusetts, señala: “’Que tu comida sea tu medicina y la medicina sea tu comida’ se remonta a la época de Hipócrates. Ahora, después de 2.500 años, como lo demuestra este estudio en humanos realizado con uvas, todavía estamos aprendiendo la realidad de esta declaración”.

 

¹Pezzuto, J.M; Dave, A.; Park, E.-J.; Beyoglu, D.; Idle, J.R. Short-Term Grape Consumption Diminishes UV-Induced Skin Erythema. Antioxidants 2022, 11,2372. 
²Skin Cancer Facts and Statistics. Skin Cancer Foundation website 

Foto: Dreamstime

Fuente:

Nick Nakashian
Grapes from California

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