Compartir:

Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), sede Medellín, reveló que, a través del biocarbón o biochar de residuos de palma, que es un producto orgánico muy complejo químicamente, se puede incrementar la permeabilidad de los suelos, mejorar el pH y aportar nutrientes fundamentales como nitrógeno, fósforo y potasio en la producción de hojas, tallo, raíces, entre otros.

Esta investigación fue desarrollada por Nevis Alejandra Ruiz, ingeniería química de la Unal, quien creó un modelo matemático completo que por primera vez se podría aplicar a todo tipo de suelo por su versatilidad.

ARTÍCULO RELACIONADO

CONOZCA CUÁLES SON LOS CULTIVOS QUE SE PUEDEN SEMBRAR EN ZONAS ÁRIDAS Y SEMIÁRIDAS
“Aumentar la permeabilidad de un suelo es muy importante, en especial de aquellos que son arenosos, y, por lo tanto, menos fértiles. El pH del suelo se modifica con el uso, y con el biochar se puede neutralizar y recuperar. Además, este le aporta nutrientes a la tierra, que son fundamentales para el crecimiento de la planta”, comentó Ruiz.

Para verificar la utilidad de este método se realizaron pruebas en plantaciones de rábanos. La investigadora tuvo que hacer pirólisis, un proceso basado en incrementar la temperatura de compuestos orgánicos en privación de oxígeno, a distintas temperaturas y tiempos, luego aplicó el biochar al terreno, realizó mediciones, pruebas y determinó el efecto de esas aplicaciones. En el modelo matemático integraron distintos parámetros del suelo, como la porosidad, efecto en la raíz, reacciones químicas, transporte y liberación de nutrientes, entre otros, según dijo la Unal.

“¿Esto qué nos permite? Que la persona seleccione la porosidad según el suelo y la apetencia de la planta dependiendo del cultivo, por ejemplo. Así, el modelo puede trasladarse a cualquier terreno o sembrado, no solo a cultivos de rábano que fueron los que evaluamos”, mencionó Ruiz.

Los suelos de las plantaciones tratados con biochar dieron como resultado el aumento de su permeabilidad de 24% a 29%, la capacidad del suelo para intercambiar nutrientes aumentó 4% y las materias de estudio como el nitrógeno, el fósforo y el magnesio incrementaron aproximadamente 2%.

“La aplicación es promisoria. Es simplemente hacerle una caracterización al suelo a tratar y medir su pH, para que luego el modelo matemático indique cómo se comportarán los nutrientes, o si la retención de agua aumentará con la aplicación del biochar”, explicó la investigadora.

El biocarbón se obtiene a partir de los residuos forestales, agroindustriales y el estiércol, para obtenerlo a partir de piedra, se somete a pirólisis, en este caso se utilizaron cascarilla de palma.

“Aunque la combustión se hace para obtener energía, después de esta queda un residuo sólido que es el biochar. Para entonces era importante buscarle una aplicación, por lo que fusionamos el biocarbón, los suelos y el modelamiento matemático”, comentó Ruiz.

En su artículo plantean la idea de la aplicabilidad de este producto, agregando que se podría utilizar para analizar un suelo en el que se piensa construir.

“Podría servirles a los ingenieros civiles para la construcción de edificios, para determinar la retención de humedad que tendría un suelo con biochar. Habría que hacer un cambio en las variables del modelo, pero el panorama de aplicación es bastante amplio”, agregó Ruiz.

Fuente: agronegocios.com

Compartir:
Compartir:

La humedad del suelo es un concepto esencial ya sea en cultivos intensivos, extensivos, huertos ecológicos, las plantas de una casa y todo aquello que tenga que ver con desarrollo vegetal. Todos nos imaginamos qué es, aunque hoy vamos a profundizar algo más. Nos metemos en el suelo para ver cómo se comporta el agua en su interior.

Sabemos que en el suelo hay agua pero, ¿cómo se comporta?
Partimos de la ley fundamental de toda vida en el planeta cuya necesidad de agua es incondicional. Estamos ligados a ella de una forma u otra y las plantas no son una excepción. Podríamos pensar en los cactus pero necesitan agua como cualquier otra (en menos cantidad) sólo que estos la almacenan y apenas transpiran para que no escape. En el artículo publicado hace tiempo por Eduardo, nos contaba al detalle cómo influye el agua en el crecimiento de las plantas y cómo se debe regar.

Una vez comentada la importancia, el medio habitual de absorción de agua por parte del reino vegetal, es el suelo. El agua contenida en él. Esto nos lleva al término humedad del suelo. ¿Qué humedad del suelo debo tener para las plantas? Esta es una pregunta demasiado amplia y la respuesta como siempre es: depende. Depende de la especie, las condiciones, el tipo de suelo, su estructura, su composición, pero sobre todo de lo primero: de la especie. La planta es la que nos determina su tolerancia a mayor o menor cantidad de agua en el sustrato. Sus raíces son las que se pudren o no, dependiendo de qué planta hablemos.

Mencionando dos extremos: la raíz del cactus es muy poco tolerante a un exceso de humedad y se pudre enseguida. A más de uno le habrá pasado que ha regado un cactus más de la cuenta y finalmente ha muerto. Y por otro tenemos el nenúfar o plantas afines de pantano, que viven literalmente en el agua sin inmutarse. Su estructura vegetal está diseñada para no «ahogarse». Por tanto, el término humedad del suelo adecuada, es muy variable en el mundo vegetal.

¿Cómo definimos la humedad del suelo?
Es sencillo pensar que la humedad del suelo va a ser simplemente el agua que contenga el suelo, sin más. Tal afirmación es cierta, pero algo sesgada desde la visión agronómica. Hemos de definir en qué momento se mide la humedad del suelo. En un suelo muy arenoso, justo después de una lluvia, la humedad será alta, pero ¿cuánto dura eso? El agua se drenará igual de rápido que ha caído y dejará de ser disponible para las plantas en cuestión de horas o incluso minutos. Lo interesante es ver qué capacidad tiene es suelo para retener ese agua y que sea disponible para las plantas y además, que éstas últimas toleren el agua retenida. Esto lleva a pensar, cómo se queda el agua atrapada en el suelo, qué fenómenos tienen lugar.

¿Cómo se encuentra el agua en el suelo?
En primer lugar y lo más sencillo:

El agua libre: Es la fracción de agua que se encuentra alojada en los poros de mayor tamaño del suelo sin ninguna fuerza molecular que le impida moverse libremente (de ahí lo de libre). La fuerza de la gravedad es la que hace desplazarse este agua hacia capas más profundas del suelo relativamente rápido. El ejemplo más extremo es pensar en la arena de playa. Los huecos entre partículas arenosas, son muy grandes. El agua percolará rápidamente por efecto de la gravedad. Este agua se pierde rápidamente por el drenaje del suelo. La deducción directa es que este agua no estará disponible para las plantas.

humedad del suelo 1
Fuente: groasis.com
Fenómenos de capilaridad. Más de una vez hemos oído hablar de la tensión superficial del agua. Cuando vemos un Gerris lacustris (comúnmente llamado zapatero) caminar sobre el agua, estamos ante un fenómeno de tensión superficial. Es decir, la fuerza que ejerce el insecto sobre el agua, no supera a las fuerzas de unión de su tensión superficial. Esta misma tensión superficial existe en el agua del suelo y provoca movimientos por capilaridad en el suelo. Para esto, la estructura del suelo debe ser muy distinta a la de un suelo arenoso. Los poros o espacios entre partículas deben ser mucho más pequeños (microporos) que en un suelo arenoso (macroporos) y esto permite que las fuerzas de tensión superficial retengan ese agua. Desde el punto de vista nutricional, esta es la fracción de agua del suelo que nos interesa. La mayor parte del agua capilar es la que las plantas pueden absorber sin dificultad. Estas fuerzas de unión no son muy intensas y las raíces pueden vencerlas para absorber dicho agua.

humedad del suelo gerris lacustris
Zapatero. Guerris lacustris
Fuente: wikipedia.org
Por otro lado tenemos el agua que forma parte de la materia orgánica alojada en el suelo. Los compuestos orgánicos tienen agua en su constitución molecular, salvo que esta tampoco está disponible. Lo mismo ocurre con el agua adherida a las partículas del suelo. Su unión es tan fuerte que tampoco estará disponible. Estas dos fracciones de agua del suelo no tienen prácticamente importancia. Primero porque son fracciones muy pequeñas, y segundo, porque no están disponibles para la planta. Pero existen y hay que mencionarlas.

De aquí podemos deducir que de todas las formas de agua presentes en el suelo la que nos interesa es la capilar:

Contenido en humedad del suelo = Agua libre + agua capilar + agua molecular y adherida (higroscópica)

Teniendo en cuenta que las dos últimas fracciones son poco significativas y que el agua libre se drena relativamente rápido, podemos establecer que la capacidad de retención de agua de un suelo, corresponde en su mayor parte al agua capilar. Y de esta, una buena parte estará disponible para las plantas. Ya tenemos nuestra definición de humedad del suelo, desde el punto de vista de interés agronómico. Y de aquí, se deducen dos términos muy utilizados en el mundo agronómico que nos indican el intervalo para el cual la planta se encuentra con niveles adecuados de humedad o agua disponible. Este intervalo es el que nos determinará en gran medida, los intervalos y las frecuencias de riego.

Capacidad de campo: Es la cantidad máxima de agua que un suelo puede retener después del drenaje del agua libre. Si tenemos en cuenta lo descrito anteriormente, la fracción de agua correspondiente a la capacidad de campo será prácticamente equivalente al agua capilar.
Punto de marchitez: Es el momento en que no existe agua disponible para las plantas y éstas comienzan —como bien indica el término a definir— a marchitarse.
¿Y cómo medimos la humedad del suelo?
Este es un punto difícil. La cantidad varía mucho en el suelo. Como bien sabemos la homogeneidad de un suelo brilla por su ausencia casi siempre. Los métodos más exactos suelen ser métodos de laboratorio, cámaras de presión, gravimetría etc. que determinan los puntos de marchitez, capacidad de campo etc, de una muestra de suelo homogeneizada. Estos métodos nos dan los valores más exactos y de referencia, pero muchas veces necesitamos saber los valores aproximados casi en tiempo real, con el fin de actuar en consecuencia con nuestros cultivos.

humedad del suelo medidor
La medición «in situ» se realiza principalmente por tensiómetros o actualmente por métodos eléctricos. Los medidores de humedad actuales son capaces de determinar en segundos, los valores de capacidad de campo (Field capacity en inglés) y Punto de marchitez (Wilting point). Los ponemos en inglés porque la instrumentación suele venir en este idioma.

Compartir:
Compartir:

Cuando hablamos de las condiciones necesrias para un cultivo determinado nos fijamos mucho en el clima. Si soportará o no los fríos del invierno o por el contrario el calor excesivo del verano. El suelo es un factor que se deja en segundo plano y es igual o más importante que las condiciones climáticas. Cuando hablamos de suelos arcillosos, arenosos, francos… hablamos de textura del suelo.

Qué compone la textura del suelo
Así como otras variables pueden suponer conceptos algo complicados de explicar, la textura es un concepto muy sencillo. Un suelo está compuesto por partículas, cuya clasificación por tamaño se divide principalmente en tres: Arenas, limos y arcillas. Las diferentes proporciones de cada una de estas fases constituye la textura de un suelo.

Qué importancia tiene la textura del suelo
Tanto en agricultura a gran escala como en el suelo de nuestro huerto, la textura tiene implicaciones directas en multitud de procesos y eso condiciona el buen desarrollo de los cultivos.

A la hora de trabajar el suelo, la textura será la que defina la dificultad de trabajo. Suelos arcillosos y muy pesados son muy difíciles de trabajar. En un huerto lo notaremos más o menos, pero en las grandes producciones, los costes en horas de trabajo y combustible de maquinaria, se disparan si el suelo es demasiado pesado.
La fase gaseosa del suelo. El suelo, debe contener una parte importante de oxígeno retenido entre las partículas que lo componen. Suelos de partículas muy pequeñas (arcillosos), la fase gaseosa es mínima, las partículas tan pequeñas no dejan espacios entre ellas donde se pueda retener el oxígeno. Suelos más arenosos tendrán una fase gaseosa mucho mayor.
El agua del suelo. La capacidad de retención de agua también depende del tamaño de partículas del suelo y por tanto de su textura.
Fases líquida y gaseosa de un suelo

Estos tres factores enumerados, a parte de depender del tamaño de partículas, hemos de mencionar que también son consecuencia del nivel de agregados del suelo, de los cuales hablaremos en futuras entradas.

Cómo medir la textura de nuestro suelo
Para medir la textura de un suelo existen varios métodos. La gran mayoría de ellos consisten en pruebas físicas «caseras» de cohesión entre partículas para hacernos una idea aproximada sin cuantificar qué porcentaje de cada fase (arena, limo y arcilla) tiene la muestra.

En cualquier método de medición de textura del suelo se hace un tamizado previo con luz de 2 mm. Se considera que partículas de más de 2 mm son los elementos gruesos de un suelo y no se consideran en la textura.

Método de campo
Partiendo de una muestra de suelo con un previo tamizado con luz de 2 mm, se humedece con unas gotas de agua hasta formar una pasta con cierta plasticidad.

A continuación, en una superficie lisa o una mano con la otra, intenta hacer un cilindro o «churro» muy fino de unos 3 mm de diámetro:

Si no puedes conformar dicho cilindro y la muestra se deshace, claramente estamos ante un suelo arenoso.
Si consigues hacer el cilindro, intenta hacer un anillo. Si lo consigues y el tacto es suave y fino, estamos ante un suelo arcilloso.
Si haces el cilindro pero al hacer el anillo, este se rompe, estamos ante un suelo franco-arcilloso.
Si haces el cilindro y el anillo, pero este último tiene una textura no muy suave, entonces el suelo será franco.
Como se puede ver, esta es una forma rápida con una clasificación máxima de 4 clases texturales. Si queremos hacer una medición más precisa tendremos que recurrir a instrumental de laboratorio, no muy complejo, pero no es algo que se pueda hacer en campo.

La medición de las clases texturales se mide con método de Bouyoucos, basado en la ley de Stokes que podréis encontrar navegando por la web sin dificultad.

Una vez calculados los porcentajes de cada una de las tres fases de partículas, el método más extendido es de la clasificación del triángulo textural, del departamento de agricultura de los EEUU (USDA).

Es un triángulo equilátero en el que se representan en cada uno de los lados, el porcentaje de cada una de las fases (arena, limo, arcilla) con una escala de 10 en 10.

Se trazan 3 líneas perpendiculares a los 3 lados del triángulo y donde confluyan en un punto podremos establecer el tipo de suelo que tenemos en función de los porcentajes obtenidos.

Aquí os dejamos el triángulo.

Existen más métodos para determinar la textura de un suelo y en la FAO podemos encontrar algunos de ellos con ilustraciones. Aquí os dejamos el enlace de textura del suelo

Compartir:
Compartir:

Tener un suelo o muy básico o muy ácido en nuestro jardín es un grave problema. Si no lo corregimos veremos secarse la mayoría de las plantas sin razón alguna (o sí) y tendremos quebraderos de cabeza donde al final nos tendremos que ajustar a la gama de plantas que sí soporten los valores de pH del suelo.

¿Se puede corregir? Vamos a verlo.

Guía para corregir el pH del suelo en el huerto, ácido o básico
Un suelo básico o alcalino tiene el pH elevado. Recordemos que mayor de 7 en el valor de pH se consideraría suelo básico.

Esta estructura de pH elevado (por encima de 8,5) otorga al suelo una baja capacidad de infiltración, una estructura pobre y una lenta permeabilidad, que se resumirá en suelos encharcados.

En este tipo de terrenos se suelen presentar las siguientes deficiencias:

Hierro
Zinc
Cobre
Manganeso
Características del suelo ácido
Un suelo ácido será aquel cuyo pH presente valores inferiores a 7. Cuando la naturaleza de nuestro terreno es ácida se pueden presentar las siguientes deficiencias minerales:

Fósforo
Calcio
Magnesio
Molibdeno
Boro
¿Cómo podemos corregir el pH del suelo?
La capacidad tampón del suelo es impresionante. Esto quiere decir que se necesitan cantidades ingentes de compuestos minerales para corregir un poco el valor. Esto se reduce a costes económicos importantes, dependiendo de la superficie de nuestro jardín. Sólo se recomienda realizar estas actuaciones cuando se tienen valores de pH del suelo insostenibles, muy básicos o muy ácidos, donde se dificulta enormemente el desarrollo de las plantas.

Corregir la acidez del suelo
Podemos utilizar 2 elementos para realizar una corrección de pH. Por un lado, estaría la cal viva y por otro, la caliza. Según el producto se utilizan distintas cantidades por lo que vamos a ponerlo de forma separada.

Kg/ha cal viva para corregir el pH
Suelo arcilloso: 2000 kg/ha (ph 4,5 a 5,5) y 2.400 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo limoso: 1.600 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 2.100 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo franco: 1.100 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 1.700 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo arenoso: 850 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 1.250 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Kg/ha de caliza para corregir el pH
Suelo arcilloso: 3.500 kg/ha (ph 4,5 a 5,5) y 4.250 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo limoso: 2.750 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 3.750 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo franco: 2.000 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 3.000 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Suelo arenoso: 1.500 kg/ha (pH 4,5 a 5,5) y 2.250 kg/ha (pH 5,5 a 6,5)
Estos valores son el resultado de elevar el pH a los valores aportados, para una profundidad de suelo de 15 cm y en una hectárea de cultivo. Se recomienda no subir por encima de 6,5 y hacerlo escalonádamente:

Si se cultiva patata, el valor más aconsejable es un pH de 6.
Si el suelo es pobre, se recomienda subir de 0,5 en 0,5.
Si el suelo es fértil, es posible aumentar este valor hasta 7 y llevarlo a la neutralidad.
Para realizar estas aplicaciones tendremos que aprovechar que el suelo no tenga cultivos. En general, hay dos épocas bien definidas: otoño y primavera.

En el caso de que se decida añadir cal a la tierra en primavera se deberá dejar un margen de 1 mes como mínimo entre la cal y la siembra de los cultivos.

Cambiar el pH del suelo en jardín
Claves para corregir un suelo alcalino
Veamos los elementos acidificantes así como las cantidades a añadir en nuestro terreno:

Uso de azufre
Cuando añadimos azufre al suelo, éste se oxida de forma lenta a ácido sulfúrico. Se suele utilizar mucho debido a su reducido precio.

Cantidades de 0,5-1 kg de azufre por metro cuadrado consigue reducir el pH, que se irá midiendo con medidores de pH hasta obtener el valor deseado.

Su efecto es lento, así que cada medio año iremos comprobando la acidez del suelo para comprobar si tenemos que añadir azufre de nuevo.

Sulfato de hierro
Este compuesto consigue acidificar el suelo de forma más rápida que el azufre. Se aplica mediante agua de riego y en cantidades de 2-4 gramos de sulfato de hierro por litro de agua.

La dosis concreta para bajar el pH 1 grado es de 4 gramos por L de agua, aunque lo recomendable es aplicarlo en cantidades regulables, para bajar poco a poco el pH del suelo.

Materia orgánica ácida
La materia orgánica es rica en componentes que acidifican el suelo. En el caso de la tierra rubia, por ejemplo, tiene un pH de 3,5 (muy ácido).

Normalmente por el precio se usa estiércol común, en cantidades de 10.000-30.000 kg/ha. Cantidades muy grandes pero que también aportarán nutrientes a tus cultivos.

Fuente: ecoinventos.com

Compartir:
Compartir:

El suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado muy lentamente, a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento.

el suelo

Los plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo.

Los minerales provienen de la roca madre, que se deshace lentamente. También pueden ser aportados por el viento y el agua, que los arrastran desde otras zonas erosionadas.

La materia orgánica es el producto de la descomposición de vegetales y animales muertos. Puede almacenar gran cantidad de agua y es rica en minerales.

Los microorganismos o pequeños organismos son de dos tipos: los que despedazan la materia orgánica (insectos y lombrices) y los que la descomponen liberando los nutrientes (hongos, bacterias). Viven dentro del suelo y, además de intervenir para que la materia orgánica sea nuevamente utilizada por las plantas, ayudan a pulverizar las rocas. Lombrices e insectos forman poros que permiten la aireación, el almacenaje del agua y el crecimiento de las raíces.

La importancia del agua y el aire en el suelo
Agua y aire ocupan los poros, espacios entre las partículas de suelo que se producen por las irregularidades de su forma y tamaño. La distribución y tamaño de los poros es importante. Una excesiva cantidad de poros pequeños origina suelos compactos, pesados, húmedos y un pobre crecimiento de las raíces. Demasiados poros grandes forman suelos sueltos que se secan rápidamente. Cuando más pequeño es el poro, más difícil es para la planta absorber agua de él.

Los organismos del suelo y las plantas necesitan agua para vivir. Las plantas la utilizan para mantener sus tejidos, transportar nutrientes y realizar la respiración y nutrición. El agua del suelo es absorbida por las raíces y utilizada en el proceso de fotosíntesis. La disolución de minerales y materia orgánica en el agua facilita que sean captados por las plantas.

Cuando el agua del suelo escasea, se detiene el crecimiento de las plantas, que llegan a marchitarse y morir. Un exceso de agua desplaza el aire del suelo. Este es importante porque aporta oxígeno para la respiración de las raíces. Además es la fuente del nitrógeno que transforman las bacterias, haciéndolo aprovechable por las plantas.

Formas de vida
En el suelo se multiplican miles de formas de vida, la mayoría invisibles para nuestros ojos. Una hectárea de tierra fértil puede contener más de 300 millones de pequeños invertebrados: insectos, arañas, lombrices y otros animales diminutos.

La tierra que cabe en una cuchara puede encerrar un millón de bacterias, además de cientos de miles de células de levaduras y pequeños hongos.

Todos las sustancias que forman el suelo son importantes por sí mismas, pero lo fundamental es el equilibrio adecuado entre los diferentes constituyentes.

La materia orgánica y los microorganismos aportan y liberan los nutrientes y unen las partículas minerales entre sí. De esta manera, crean las condiciones para que las plantas respiren, absorban agua y nutrientes y desarrollen sus raíces.

Lombrices, bacterias y hongos también producen humus, que es una forma estable de materia orgánica. El humus retiene agua y nutrientes y ayuda a prevenir la erosión.

el suelo

En resumen, el manejo sostenible del suelo debe estimular la actividad de los microorganismos, manteniendo o aportando una cantidad adecuada de materia orgánica.

¿Cómo se forma el suelo?
La formación del suelo es un proceso muy lento: se precisan cientos de años para que el suelo alcance el espesor mínimo necesario para la mayoría de los cultivos.

Al principio, los cambios de temperatura y el agua comienzan a romper las rocas: el calor del sol las agrieta, el agua se filtra entre las grietas y con el frío de la noche se congela. Sabemos que el hielo ocupa más lugar que el agua, y esto hace que las rocas reciban más presión y se quiebren. Poco a poco se pulverizan y son arrastradas por las lluvias y el viento. Cuando la superficie es en pendiente, este sedimento se deposita en las zonas bajas.

Luego aparecen las pequeñas plantas y musgos que crecen metiendo sus raíces entre las grietas. Cuando mueren y se pudren incorporan al suelo materia orgánica que es algo ácida y ayuda a corroer las piedras.

Se multiplican los pequeños organismos (lombrices, insectos, hongos, bacterias) que despedazan y transforman la vegetación y los animales que mueren, recuperando minerales que enriquecen el suelo. Este suelo, así enriquecido, tiene mejor estructura y mayor porosidad. Permite que crezcan plantas más grandes, que producen sombra y dan protección y alimento a una variedad mayor aún de plantas y animales.

¿Cuáles son sus características?
Las características de cada suelo dependen de varios factores. Los más importantes son el tipo de roca que los originó, su antigüedad, el relieve, el clima, la vegetación y los animales que viven en él, además de las modificaciones causadas por la actividad humana.

El tamaño de las partículas minerales que forman el suelo determina sus propiedades físicas: textura, estructura, capacidad de drenaje del agua, aireación.

Los gránulos son más grandes en los suelos arenosos. Estos son sueltos y se trabajan con facilidad, pero los surcos se desmoronan y el agua se infiltra rápidamente. Tienen pocas reservas de nutrientes aprovechables por las plantas.

Los suelos limosos tienen gránulos de tamaño intermedio, son pesados y con pocos nutrientes.

Los suelos arcillosos están formados por partículas muy pequeñas. Son pesados, no drenan ni se desecan fácilmente y contienen buenas reserva de nutrientes. Al secarse se endurecen y forman terrones. Son fértiles, pero difíciles de trabajar cuando están muy secos.
Los suelos francos
Los suelos francos son mezclas de arena, limo y arcilla. Son fértiles y al secarse forman pequeños terrones que se deshacen. Un suelo con una composición equilibrada de cada mineral es un suelo agrícola fácil de trabajar y con buenas reservas de nutrientes. Mantiene la humedad a pesar de drenar libremente.

Cuando los poros entre las partículas de suelo son muy pequeños, se favorece la retención de agua y el encharcamiento. La presencia de materia orgánica permite que el agua se impregne e infiltre lentamente, logrando así que las raíces la aprovechen mejor. A su vez, la presencia de materia orgánica permite limitar la pérdida de nutrientes y facilita que sean captados por las plantas.

el suelo

Los suelos no tienen una estructura uniforme: están constituidos por capas que se diferencian por el tamaño y composición de las partículas. La capa superficial es más compacta, se seca con rapidez y está poblada por pocos organismos, especialmente lombrices. Por debajo de ella, está el humus, donde se acumulan microorganismos y nutrientes.

Las propiedades químicas del suelo dependen de la proporción de los distintos minerales y sustancias orgánicas que lo componen. El contenido de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio debe ser abundante y equilibrado. La materia orgánica siempre contiene carbono, oxígeno e hidrógeno, además de otros elementos. Al despedazar y descomponer las plantas y animales muertos, los microorganismos liberan los nutrientes permitiendo que puedan ser utilizados nuevamente.

Las propiedades físicas y químicas del suelo, unidas a los factores climáticos, determinan los vegetales y animales que pueden desarrollarse y la forma en que se debe cultivar la tierra.

La fertilidad en el suelo
Sabemos que para crecer las plantas precisan agua y determinados minerales. Los absorben del suelo por medio de sus raíces. Un suelo es fértil cuando tiene los nutrientes necesarios, es decir, las sustancias indispensables para que las plantas se desarrollen bien.

Las plantas consiguen del aire y del agua algunos elementos que necesitan, como el carbono, el hidrógeno y el oxígeno. Otros nutrientes esenciales están en el suelo: aquellos que los vegetales requieren en grandes cantidades se llaman nutrientes principales.

Son el nitrógeno, el fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio. Proceden de las rocas que dieron origen al suelo y de la materia orgánica descompuesta por los microorganismos. Los nutrientes deben estar siempre presentes en las cantidades y proporciones adecuadas.

Un suelo es fértil cuando:
Su consistencia y profundidad permiten un buen desarrollo y fijación de las raíces.

Contiene los nutrientes que la vegetación necesita.

Es capaz de absorber y retener el agua, conservándola disponible para que las plantas la utilicen.

Está suficientemente aireado.

No contiene sustancias tóxicas.

Los suelos naturalmente cubiertos de vegetación conservan su fertilidad. Un ejemplo es el bosque: las raíces de los árboles sujetan la tierra, el follaje de las copas suaviza el impacto de la lluvia y la fuerza del viento. Las hojas secas que caen (hojarasca), junto con los animales muertos y sus excrementos, se pudren y son descompuestas por los microorganismos, formando humus.

El humus es un abono orgánico que enriquece el suelo, aumenta la porosidad superficial, absorbe el agua lentamente y la retiene. Así, el suelo permanece húmedo por más tiempo, el agua no se escurre por su superficie y no se produce arrastre de tierra.

La sombra de los árboles permite el desarrollo de otras especies vegetales que no pueden crecer a pleno sol, como los helechos, orquídeas, musgos y líquenes. Diversos insectos y pájaros se alimentan de sus frutos y ayudan a la multiplicación de las plantas colaborando en la polinización de las flores y en la diseminación de las semillas.

el suelo

Cubiertas vegetales
También protegen el suelo las praderas de pastos bajos y tupidos: las gotas de lluvia y los vientos llegan al suelo a través de las hojas que atenúan su impacto y la tierra se mantiene entre sus raíces entrelazadas. El suelo es rico en humus debido al constante aporte de materia orgánica.

Los terrenos cultivados gastan lentamente sus nutrientes y están más expuestos a la pérdida de suelo. El suelo arado opone menos resistencia a ser arrastrado por el agua y el viento. La erosión se intensifica en terrenos en pendiente y no protegidos por cortinas rompevientos y setos vivos, formados por árboles y arbustos.

Además, el producto de la cosecha se usa como alimento o como materia prima para algunas industrias y no regresa al suelo para enriquecerlo. Si no actuamos para reponer la fertilidad perdida, después de varios años de cultivo continuo la tierra se agota. Por eso debemos cuidar el suelo que cultivamos, incorporando abono y materia orgánica.

Si queremos sostener nuestro productividad, base de nuestro desarrollo, debemos proteger el suelo. Su degradación tiene numerosas causas, pero las que agotan rápidamente la tierra son la erosión, la contaminación, la sobreexplotación de los pastos y la destrucción de los bosques.

La erosión en el suelo
El suelo que utilizamos para la agricultura es una capa delgada que descansa sobre una base de rocas. Esta capa necesitó muchos siglos para formarse, pero puede ser destruida en pocos años si no se la usa con cuidado. Los suelos que se originan a partir de la roca madre crecen un centímetro en un período que puede durar varios cientos de años. Sin embargo, los terrenos pueden degradarse con rapidez, volviéndose estériles.

Además, sólo el 12% de la superficie de la tierra es fácilmente cultivable. Son más abundantes las zonas difíciles de trabajar. Los obstáculos posibles son varios: sequía por falta de lluvia, temperaturas muy bajas, suelos no fértiles por carencia de nutrientes minerales o por contener exceso de sal, terrenos siempre cubiertos de nieve o hielo o con pendiente muy acentuada.

Varios peligros amenazan el suelo: la pérdida de fertilidad, la contaminación y la desaparición del suelo mismo debido a la erosión. Muchas veces la pérdida de fertilidad o la contaminación acaban con la vegetación y el suelo desprotegido se erosiona rápidamente. Así, estos efectos se producen en la misma zona, uno después de otro.

La pérdida de fertilidad en el suelo
La pérdida de fertilidad y la contaminación se deben a cambios en la composición del suelo. Sabemos que para crecer la vegetación necesita nutrientes de los que se alimenta. Y que existen sustancias que son tóxicas para las plantas, que actúan como verdaderos venenos.

Las plantas absorben por las raíces determinados elementos, imprescindibles para su desarrollo, especialmente nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio y calcio. Estos minerales se reducen con los cultivos. Si no son reemplazados con el agregado de abono y materia orgánica, la fertilidad del suelo disminuye hasta agotarse.

La contaminación es otra forma de deterioro del suelo debida a sustancias químicas dañinas para la vegetación, los animales o para la salud humana. Puede estar causada por el agua de riego contaminada por letrinas y pozos negros o por desechos mineros o industriales. También contaminan ciertos insecticidas y herbicidas, que destruyen especies no nocivas e incluso perjudican la salud de las personas.

Más sobre la erosión del suelo
Se llama erosión al desgaste, arrastre y pérdida de partículas de suelo. Se produce por acción del agua y del viento sobre zonas no protegidas:

Las gotas de lluvia caen con fuerza sobre el suelo deshaciendo progresivamente su estructura. El agua, al escurrirse, quita partículas y nutrientes al suelo y los transporta a las zonas bajas. Los arroyos y ríos arrancan la tierra de las riberas. El material arrastrado se sedimenta y rellena cauces y embalses, aumentando la probabilidad de inundaciones.

El viento también arrastra partículas de tierra fértil, especialmente cuando está recién removida o en los períodos de sequía, produciendo en algunos lugares verdaderas tormentas de polvo.

el suelo

El suelo se mantiene debido a la capa de vegetación que lo cubre. Las hojas atenúan el impacto de la lluvia, del calor del sol y de los vientos fuertes sobre el suelo y las raíces ayudan a sostenerlo. El follaje que cae forma una capa de protección, y contribuye a la formación del humus.

Al disminuir la vegetación, disminuye el aporte de materia orgánica y la densidad de las raíces que ayudan a sujetar el suelo. Desciende la actividad de los microorganismos y el suelo pierde fertilidad. Asimismo, pierde porosidad y estructura, haciéndose más erosionable.

En resumen, cuando el suelo se empobrece y se reduce la vegetación que crece en él y ayuda a fijarlo, aumenta la erosión causada por la lluvia y el viento.

Otras causas que aceleran la erosión son la destrucción de los bosques, la labranza inapropiada y el pisoteo excesivo del ganado sobre un suelo limitado (sobrepastoreo).

La capa fértil
El arrastre de la capa fértil es mayor con las lluvias intensas y en las laderas no protegidas. El agua no alcanza a infiltrarse y fluye por la superficie cargada de partículas de tierra. Luego se concentra en chorros que cavan surcos de pocos centímetros de profundidad, en los que el líquido corre a mayor velocidad. En esta etapa la erosión ya causa graves daños, pero puede ser detenida con barreras de piedras, cultivando en andenes perpendiculares a la pendiente, sembrando pastos que cubran el suelo y construyendo zanjas de escurrimiento.

Si no se toman medidas adecuadas, los regueros se unen, aumenta su caudal y cavan barrancos que se desmoronan.

La tierra es arrastrada y se forman socavones o cárcavas. La situación es muy grave y no sólo hay que detener el agua en la parte superior, sino que es necesario proteger el suelo que todavía queda en los bordes del barranco, sembrando hierbas, arbustos y árboles para que sujeten el terreno con sus raíces.

Cuando la erosión avanza, el terreno queda surcado por cárcavas y desaparece la capa fértil. En las zonas bajas aumentan las inundaciones. La tierra transportada es lavada de sus nutrientes y mezclada con pequeñas piedras. Este sedimento recubre con una capa estéril las tierras de los valles, perjudicando los cultivos.

¿Qué debemos hacer para conservar el suelo y mantener su fertilidad?
La cantidad de tierra que disponemos para cultivar es escasa y debe ser usada cuidadosamente y aplicando medidas de conservación apropiadas.

Un adecuado manejo del suelo ayuda a mantenerlo, restaurarlo y a mejorar su calidad. Para asegurarnos buenas cosechas durante muchos años, es importante que sepamos qué es y cómo se produce la erosión. Además, debemos conocer y utilizar técnicas de cultivo que eviten la pérdida de suelo y conserven su fertilidad.

Los métodos usados para prevenir la erosión ayudan a sujetar el suelo, reduciendo el impacto del agua y del viento para evitar que lo arrastre. La pérdida de la fertilidad se combate reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la misma erosión se llevan.

La pérdida de suelo es más intensa en zonas en pendiente porque en ellas el agua corre con más fuerza.
Para impedir que el agua y el viento se lleven partículas de tierra, podemos usar algunas técnicas que son muy eficaces a pesar de su sencillez. Se trata de prácticas para conservar el suelo y el agua.

Cuando cultivamos suelos de laderas, hay que realizar las operaciones de cultivo en sentido perpendicular a la pendiente o en curvas de nivel. De esta manera, cada surco actúa como una barrera que frena el movimiento del agua. Al disminuir la escorrentía superficial, la capa fértil no es arrastrada. Además, lograremos un mayor aprovechamiento del agua que aumenta su penetración al correr más lentamente.

La cobertura vegetal (pastos tupidos, residuos de cosecha), además de enriquecer el suelo, ayuda a protegerlo contra la erosión, especialmente en la época de lluvias. En la época de sequía, evita que el suelo se reseque, al disminuir la pérdida de agua por evaporación. Es posible sembrar cultivos de cobertura entre un ciclo agrícola y otro.

Asimismo, la utilización del rastrojo como cobertura ayuda a controlar las malezas y aumenta la materia orgánica y la fertilidad.

El viento y la lluvia
Para defender al suelo de la erosión provocada por el viento y la lluvia es necesario usar barreras. Pueden ser barreras vivas, formadas por franjas de árboles y arbustos de hojas perennes y crecimiento denso, transversales a la dirección del viento y a la pendiente del terreno.

También es útil construir barreras hechas con piedras para evitar que el agua se escurra rápidamente y arrastre partículas de suelo. La tierra retenida se acumula y es excelente para agregarla a los cultivos.

Las zanjas y acequias permiten capturar el agua de escorrentía, que puede ser acumulada allí (surcos de infiltración), o puede ser llevada fuera del terreno (zanjas de drenaje y canales de desviación) hacia tanques para almacenarla.

Las terrazas
Las terrazas o andenes: hay terrenos de pendiente muy acentuada, y en ellos la construcción de terrazas ayuda a que el agua se absorba, evitando que arrastre el suelo y lo erosione. Además se obtienen superficies planas y más profundas, lo que permite sembrar diversos cultivos. Pueden construirse pequeñas terrazas individuales y circulares, en las que se planta, generalmente, un frutal.

La labranza mínima limita la roturación del suelo a los surcos donde se va a sembrar. El resto del terreno queda sin tocar. Este tipo de labranza permite mantener la estructura del suelo, disminuyendo el arrastre ocasionado por la lluvia y el viento.

El control de cárcavas: las cárcavas son zanjas causadas por el agua, que socava el suelo y se lo lleva. Dificultan la agricultura y tienden a agrandarse, aumentando la erosión y los desmoronamientos de tierra. Para controlarlas, hay que detener el flujo de agua que las forma.

Después hay que intentar su recuperación, construyendo muros de piedras dentro de la cárcava para que se acumule tierra. También se pueden sembrar barreras vivas, por ejemplo, pastos. Para fijar sus bordes, se plantan árboles.

Es importante evitar el sobrepastoreo. Cuando se concentra el ganado, el pisoteo constante compacta el suelo. Al alimentarse selectivamente de los pastos que prefieren, estos desaparecen poco a poco.

el suelo

Conservación de la fertilidad
La conservación de la fertilidad se consigue reponiendo en el suelo los nutrientes y la materia orgánica que los cultivos y la erosión se llevan.

Prácticas que ayudan a conservar la fertilidad son la rotación de cultivos y los cultivos asociados.Rotar los cultivos es sembrar diferentes cultivos en un mismo terreno, durante años sucesivos. Cada especie utiliza con mayor intensidad nutrientes diversos y sus raíces llegan a distinta profundidad. Así, mientras un cultivo utiliza ciertos nutrientes, se están regenerando los nutrientes que tomó la cosecha anterior. Esta rotación ayuda también a disminuir las plagas, ya que al año siguiente no encuentran los vegetales que atacan específicamente.

La asociación de cultivos es la siembra de diferentes especies vegetales en un mismo año.Cada cultivo absorbe los nutrientes que necesita sin competir con los otros.

El maíz sirve de apoyo para que trepe el frijol.

La calabaza da sombra al suelo, conserva la humedad y evita que crezcan las hierbas.Si se siembra maíz, frijol y calabaza:

El frijol, que es una leguminosa, fija el nitrógeno, enriqueciendo el suelo.

La importancia de la materia orgánica
Reposición de materia orgánica. Esta reposición puede ser natural, cuando se deja descansar el suelo y se espera que crezca nuevamente la vegetación. Pero también es posible enriquecerlo usando composte, agregando estiércol de los animales o enterrando los restos de las cosechas. Otra posibilidad es usar abonos verdes, como el chocho o tarwi, cultivos que no se recogerán porque sirven para nutrir los suelos. Se entierran en la época de floración, que es cuando acumulan la mayor cantidad de nutrientes.

La materia orgánica del suelo no sólo lo enriquece de nutrientes, también lo hacen más esponjoso, lo que permite que retenga la humedad y esté mejor aireado.

Plantación de leguminosas: algunas plantas como el frijol, el garbanzo, las habas, la alfalfa, el trébol, la soya y las acacias tienen en sus raíces nódulos con bacterias que toman el nitrógeno del aire y lo fijan en el suelo. De esta manera, el nitrógeno es utilizado como nutriente por otras especies.

Los fertilizantes minerales pueden ser usados pero siempre con moderación y precaución al aplicarlos. Es necesario conocer previamente qué mineral falta en el suelo y agregarlo en las proporciones necesarias para las plantas que deseamos cultivar. Si se usan en exceso pueden dañar los cultivos y matar a los microorganismos del suelo.Debemos recordar que son compuestos químicos que tienen los nutrientes necesarios para las plantas, pero no mejoran la calidad del suelo porque no contienen materia orgánica, como los abonos verdes, el composte y el estiércol.

Otras soluciones
Cuando la erosión es muy avanzada es necesario encontrar soluciones que abarquen la cuenca en su totalidad. El agua debe ser detenida en las zonas donde cae, porque la pendiente contribuye a que aumente su fuerza y velocidad y destruya las obras de protección.

Fuente: fao.org

Compartir:
Compartir:

La solarización es el método con el que conseguimos una desinfección del suelo mediante radiación solar de forma totalmente ecológica. Si aprendemos a combinar esta técnica con algunos productos (o no), podremos conseguir niveles de desinfección comparables a otros métodos mucho más costosos.

solarizaciónBreve introducción a la solarización

Antiguamente, en la agricultura tradicional se realizaban técnicas como rotación de cultivos, barbecho y restitución de nutrientes con los que se conseguían buenos resultados. Actualmente, en pleno siglo XXI con la agricultura intensiva, no muchos productores no se pueden permitir dejar el terreno sin cultivar. Con la repetición del cultivo, a menudo aparecen plagas y enfermedades que realizan parte de su ciclo en el suelo, generando problemas para las siguientes producciones.

¿En qué consiste la solarización?

La solarización se basa en cubrir una porción de terreno con un acolchado de polietileno con el objetivo de calentar un suelo húmedo o en tempero y reducir la carga microbiótica.

El procedimiento de la solarización

Antes de proceder al acolchado del terreno se tendrá que realizar una serie de procedimientos. El primero de ellos es realizar una labor profunda con subsolador seguida de un pase para romper los terrones o trozos grandes de tierra.

Para efectuar la solarización, el terreno ha de tener suficiente humedad. En el caso de que la parcela esté seca se procederá a efectuar un riego mediante goteo o por inundación. Seguidamente se colocará el plástico correctamente, evitando huecos y enterrándolo correctamente para  que no  pueda ser  arrancado por acciones del viento.

La duración concreta de esta técnica debe durar 30 días como mínimo, con una recomendación óptima de 45 días.

¿En qué época efectúo la solarización?

Al ser un procedimiento de calentamiento del suelo por efecto de los rayos solares, la mejor temporada para realizarlo es en verano. Los meses de julio y agosto son los mejores indicados para realizar esta técnica. E el caso de que por motivos de calendario no se pueda efectuar en los meses óptimos de verano, mediante una suma de procedimientos, como el uso de estiércol o fumigantes se pueden conseguir buenos resultados desde mayo hasta octubre.

Veamos un ejemplo de las temperaturas conseguidas con la solarización y su comparación con un ensayo sin lámina.

Ensayo con lámina simple

– A una profundidad de 8 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 42,5º C

– A una profundidad de 16 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 37,5º C

– A una profundidad de 32 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 35º C

Ensayo con lámina doble

 

– A una profundidad de 8 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 47,5º C

– Profundidad de 16 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 43º C

– A una profundidad de 32 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 40º C

solarización

Ensayo sin lámina

 

– A una profundidad de 8 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 35º C

– Profundidad de 16 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h): 31º C

– A una profundidad de 32 cm en las horas de máximo sol (12 a 16 h):29º C

Estudio realizado en la Comunidad Valenciana

La diferencia de temperaturas a lo largo del día, con una variación entre noche y día de 20º C contribuye a un efecto «pasteurizador». Las altas temperaturas reducen la carga de patógenos en el suelo, hasta conseguir eliminar por completo la enfermedad en situaciones de gran temperatura y cambios bruscos por la noche.

Además el sistema no funciona únicamente por el cambio de temperaturas. En el caso de que el terreno disponga de materia orgánica, con las temperaturas se producen fenómenos de fermentación. Se crea un entorno con una acumulación de gases como el amoniaco, que resultan tóxicos para la fauna. Este es un método para zonas donde no se consigan grandes temperaturas en el terreno, o por ejemplo, si se practica en meses menos calurosos (mayo, junio u octubre).

solarización

Mejora de la solarización

Con la incorporación de entre 2,5 y 5 kg/m2  de estiércol o compost se obtiene el proceso fermentativo comentado anteriormente.

Si la temperatura del entorno es demasiado fría, se consiguen mejores rangos de temperatura con la solarización de doble capa.

Problemas de la solarización

Los problemas de este método no están relacionados con el proceso que realiza si no con el mantenimiento de la lámina en el terreno. Se debe evitar que la capa presente agujeros, grietas o roturas por donde se escape el calor. Así mismo, dependiendo del color de la lámina puede originar que animales consideren la capa como agua y se acerquen a la parcela, sobre todo en el caso de aves, cuyo control es muy difícil. Para el resto de animales no voladores, se solventa con la instalación de una cuerda perimetral alrededor de la lámina, mediante estacas.

Hay que evitar las sombras del entorno, originadas por árboles, montañas o casas.

Los efectos de solarización en los bordes de la parcela son muy reducidos, debido a que no se consiguen temperaturas altas. Los valores óptimos de temperatura se consiguen a 1 metro del borde.

El plástico debe estar bien tensado, evitando bolsas de aire que reducen la eficacia de la técnica. Evitar además el caso contrario, que son los agujeros o hoyos en el terreno.

Compartir:
Compartir:

Identificar y cuantificar los micro(nano)plásticos en los campos de fresas y evaluar los impactos de los microplásticos en las propiedades del suelo y el rendimiento de las plantas para explorar el efecto del tipo y la dosis de microplásticos presentes en los suelos y su combinación con otros contaminantes, son algunos de los objetivos que se ha propuesto el académico del Departamento de Suelos y Recursos Naturales, de la Facultad de Agronomía, de la Universidad de Concepción, Dr. Mauricio Schoebitz Cid, quien recientemente se adjudicó recursos Fondecyt Regular, por un monto de 228 millones de pesos.

 

Académico del Departamento de Suelos y Recursos Naturales, de la Facultad de Agronomía, de UdeC, Dr. Mauricio Schoebitz Cid.

 

La investigación se extenderá por 4 años, ya que tal como lo explicó el experto, el proyecto estudiará el efecto de los microplásticos sobre la microbiota del suelo y el impacto sobre el crecimiento y acumulación de sustancias bioactivas en plantas de frutillas.

“En los agroecosistemas, los microplásticos (MPs) pueden ingresar al medio ambiente del suelo directamente (lodos de alcantarillado, aguas residuales, deposición atmosférica) o indirectamente a través de la degradación in situ de fragmentos de plástico (cubiertas de plástico, tuberías de agua, cubiertas de invernaderos, macetas de vivero y bolsas de ensilaje).

Las cubiertas o “mulch” plásticos son una práctica mundial en los últimos años en la agricultura, porque las cubiertas plásticas generan efectos supresores sobre las malezas, modifican la temperatura del suelo, la humedad y promueven un mayor rendimiento y calidad de la fruta. Sin embargo, estas prácticas producen una gran contaminación del suelo que, en consecuencia, afecta el crecimiento de las plantas”, explicó el Dr. Schoebitz.

De acuerdo a lo mencionado por el experto, el uso excesivo de plásticos en la agricultura ha provocado que muchos suelos estén contaminados con grandes cantidades de residuos plásticos. “Estamos hablando de (63-430.000 toneladas en Europa y 44-300.000 toneladas en Norteamérica) e incluso concentraciones tan altas como el 7% del peso de los MPs se han reportado en suelos superiores altamente contaminados. Varios estudios, en el campo de la agricultura, han demostrado que los MPs pueden tener efectos adversos en el suelo, la fauna, los microorganismos del suelo y pueden actuar como vector de otros contaminantes, como patógenos humanos, contaminantes orgánicos persistentes y metales pesados”.

En este sentido, sostuvo que dentro de las primeras tareas se considera en los campos de frutillas extraer e identificar los MPs, mediante microscopía infrarroja transformada de Fourier (FTIR) y se cuantificarán mediante espectroscopía visible del infrarrojo cercano para monitorear los MPs en los suelos con el fin de evaluar los efectos físicos y químicos del suelo.

En la investigación participarán como coinvestigadores, los académicos: Nelson Zapata, María Dolores López, ambos de la Facultad de Agronomía, Juan Araya de la Facultad de Farmacia de la UdeC, Milko Jorquera de Ingeniería, Ciencia y Administración de la Universidad de la Frontera y el profesor, Antonio Roldán del CEBAS-CSIC de España.

Además, el investigador principal, Dr. Mauricio Schoebitz contará con la colaboración de los estudiantes que pertenecen al Laboratorio de Microbiología de Suelos, Gustavo Riveros (estudiante doctorado Programa en Ciencias de la Agronomía), Andrés Pinto (estudiante magíster Programa en Ciencias Agronómicas), Vanessa Flores (estudiante pregrado Agronomía) y Cristóbal Sáez (estudiante pregrado Agronomía).

Compartir:
Compartir:

Por Francine Brossard, directora ejecutiva FIA.


 

Francine Brossard

 

Un llamado a repensar el modelo agroalimentario actual que asegure la alimentación para todos. Esa es nuestra batalla, y nuestra meta, que no se te detiene.

Hasta hace algunos años nuestra producción en agricultura se solía pensar de forma cuantitativa, sin considerar en cómo se alcanzaba dicha producción. Sin embargo, las inclemencias y efectos del cambio climático, reflejados entre otros, en sequía, han reconvertido diversos territorios, obligando a los agricultores a buscar nuevas formas de producir, rescatar variedades e innovar para poder continuar en el rubro.

Desde esta necesidad el Ministerio de Agricultura ha implementado el “Plan Nacional de Seguridad y soberanía alimentaria”, de forma tal de favorecer el acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias en forma segura, y conforme a sus requerimientos. Es por ello que la Fundación para la Innovación Agraria ha establecido entre sus lineamientos estratégicos el promover y contar con “Sistemas Alimentarios Sostenibles”.

Los Sistemas Alimentarios Sostenibles, garantizan la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas sin poner en riesgo sus bases económicas, sociales y ambientales para las futuras generaciones, abarcando cada actividad relacionada a la cadena agroalimentaria y sus efectos, como: medio ambiente, insumos, procesos, infraestructura, instituciones, mercados, comercio, producción, procesamiento y distribución.

Desde FIA seguimos apoyando la pequeña y mediana agricultura y hemos iniciado un camino claro y definido para promover e impulsar innovaciones que promuevan el establecimiento de Sistemas Alimentarios Sostenibles ya sea a nivel de producción, transformación, transporte, venta y consumo de los productos alimenticios y agrícolas de origen nacional.

Esto debe hacerse con el aporte de diversos actores, implementando capacitaciones y orientando a las comunidades rurales sobre diferentes sistemas y variedades de alimentos que mantengan activa la producción, y al mismo tiempo disponer de productos que se adapten a los nuevos hábitos alimenticios, nuevas dietas alimentarias, y requerimientos nutritivos especiales para algunos segmentos de la población, como niños, niñas y adultos mayores.

FIA viene trabajando hace años en la diversificación de la matriz productiva para la obtención de alimentos sostenibles manteniendo su calidad y beneficios nutritivos e inocuidad alimentaria. Hoy hemos creado un nuevo programa: “Programa de Transferencia y Adopción de Innovación”, mediante el cual estamos entregando a la comunidad agrícola todo el acervo y conocimiento acumulado durante más de 25 años de existencia a partir de los resultados obtenidos de los proyectos apoyados por FIA.

Por otra parte, estamos apoyando a los y las jóvenes rurales, con el ánimo de reconquistarlas/os y hacerlas/os parte de las acciones de innovación para que ellas y ellos puedan continuar este camino de emprendimiento y renovación del sector. Hemos identificado varios proyectos que demuestran que la juventud rural está motivada y que su impulso innovador los ha llevado a resolver variados problemas de su sector, tanto productivos, de comercialización y/o gestión. Dado lo anterior, nuestra fundación se ha enfocado en apoyar este grupo etario de la población agrícola con nuestro “Programa de Juventud rural emprendedora”.

A pesar de que se ha avanzado bastante, entregando permanentemente información acerca de la seguridad alimentaria, se requiere seguir apoyando la innovación a distintos niveles de producción primaria mediante el aprovechamiento de recursos, apuntando a la diversificación y transformación, mediante manejos cada vez más sostenibles como: producción orgánica, agroecológica, regenerativa, uso de bioinsumos, entre otras.

En esta línea, hay que sumar el rescate de alimentos mediante la agregación de valor, resaltando la identidad local y las tradiciones. Pensar de manera saludable para que en su procesamiento sean inocuos y mantengan su calidad y beneficios nutritivos, por otro lado reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, que ascienden, según FAO, a un tercio de la producción total de alimentos destinados al consumo humano.

En esta labor de alimentar la población nacional, la mujer juega un rol clave, tanto en la producción agrícola como en la seguridad alimentaria. Las mujeres son las principales agricultoras y productoras en gran parte del mundo, sin embargo, su trabajo agrícola sigue siendo bastante invisibilizado. Sin embargo, desde hace unos pocos años, las mujeres rurales han demostrado una capacidad adicional, y es su facilidad de adaptación y adopción de nuevas herramientas tecnológicas, como ha sido demostrado en un reciente documento que hemos publicado junto a INDAP y Prodemu. En este documento se evidencian las nuevas habilidades digitales que han ido adquiriendo como un nuevo aporte a la economía familiar, y explorando en el uso de herramientas tecnológicas transversales como las redes sociales, e incluso comercio virtual mediante plataformas en la web.

Todo este panorama nos hace reflexionar en que nuestra agricultura debe adecuarse cada vez más a un entorno económico y social más exigente y competitivo, tanto por condiciones naturales y climáticas inestables, por economías internacionales oscilantes y con consumidores cada vez más informados y demandantes en calidad y diversidad de productos, con efectos directos hacia nuestra producción alimentaria nacional. Por ello nuestra Fundación continua trabajando para entregar soluciones innovadoras, que se adapten y que se difundan hacia el sector silvoagropecuario y de esta forma colaborar en esta importante labor de nutrir la población con alimentos sanos, y considerando los Sistemas Alimentarios Sostenibles.

Compartir:
Compartir:

Determinación del coeficiente de uniformidad de caudal en sistemas de riego localizado

Coeficiente de uniformidad de caudal: Comúnmente, la programación del riego se realiza con el caudal nominal de cada emisor, definida por el fabricante. Sin embargo, el caudal puede variar por efectos de la presión, temperatura, obturaciones (físicas, biológicas o químicas) y por fallas en el diseño de los sistemas de riego, por lo que normalmente el caudal real, difiere del caudal nominal.

La desuniformidad en el caudal de los emisores implicara que algunas plantas reciban menos agua de la que realmente necesitan, mientras que otras están recibiendo más, con la respectiva pérdida de productividad asociada. Es por esto por lo que debe realizarse un chequeo continuo del sistema, midiendo el volumen de descarga de los emisores.

Con ello podremos comprobar si el sistema de riego presurizado se encuentra funcionando de la manera adecuada, lo que se verifica determinando el Coeficiente de Uniformidad de caudales (CU).

Metodología de Evaluación

Para calcular el Coeficiente de Uniformidad de caudales, se debe proceder de la siguiente forma: m Seleccionar una subunidad o subsector representativo de todo el sistema de riego, según topografía, tipo de suelo, condición de las plantas, etc. Un subsector corresponde a aquella unidad cuyas líneas laterales o emisores son abastecidos por la misma tubería terciaria o múltiple, con regulación de válvula manual o eléctrica.

En este subsector se elegir un número determinado de emisores, distribuidos uniformemente dentro de la subunidad o subsector de riego, según se indica en la Figura 1. Se recomienda seleccionar 16 emisores para calcular el Coeficiente de Uniformidad.

Los laterales para medir el coeficiente de uniformidad de caudal

Para ello, se elige el lateral más cercano y el más lejano del inicio de la subunidad. Entre ambas laterales se eligen otras 2 laterales intermedias, ubicadas a 1/3 ya 2/3 de la longitud de la terciaria. En cada lateral se seleccionan 4 emisores, siguiendo el mismo criterio; es decir, el más cercano y el más lejano del inicio de cada lateral y dos emisores intermedios.

Figura 1. Esquema de distribución de las unidades a muestrear.

Para realizar la evaluación del Coeficiente de Uniformidad en un sistema de riego por cinta, se necesita una canaleta de PVC de un metro de largo, una probeta (para medir volumen) y un reloj.

Cuadro 1. Planilla de registro de datos de campo (caudales).

Foto 1. Instrumentos utilizados en la medición.

Foto 2. Canaleta para medir el caudal de descarga de la cinta de riego.

Los datos de descarga recogidos en terreno se traspasan a una planilla, como la que se muestra en el Cuadro 1. El caudal (g) es el volumen de agua que entra en la canaleta de un metro de largo, durante 1 minuto. Para expresar el Caudal en litros por hora (V/h) se utiliza la siguiente ecuación:

Con los datos expresados en V/h se calculará el Coeficiente de Uniformidad de caudales (CU) de la siguiente manera: a) Ordenar los datos de mayor a menor caudal. b) Calcular el promedio de los 4 emisores de menor caudal. c) Calcular el promedio de todos los emisores. d) Dividir el valor del punto b por el punto c y multiplicar por 100, según la siguiente ecuación:

Los resultados se pueden evaluar con el siguiente cuadro:

Comentario final El contar con herramientas simples y de bajo costo para el monitoreo del riego, permite obtener información relevante y dar cuenta de cómo se esta regando, lo que ayudara al productor a ser eficiente en el uso del recurso hídrico a nivel intrapredial.

Fuente: www.inia.cl

Compartir:
Compartir:

El objetivo de este artículo es difundir los conceptos de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), con el propósito de orientar los sistemas de producción hacia una agricultura sostenible y ecológicamente segura, obtener productos inocuos y de mayor calidad, contribuir con la seguridad alimentaria, a través de la generación de ingresos mediante el acceso a mercados y mejorar las condiciones laborales de los productores y sus familias.

El manual está dirigido a técnicos y técnicas extensionistas agrícolas, organizaciones de productores y productoras, maestros y maestras de escuelas rurales, niños y niñas, pobladores urbanos y peri urbanos y a los grupos de la Agricultura Familiar en general.

buenas prácticas agrícolas

Manual de Buenas Prácticas Agrícolas

I. ¿Qué son las Buenas Prácticas Agrícolas?

Concepto

– Los consumidores están cada vez más preocupados por obtener alimentos sanos y producidos respetando el medio ambiente y el bienestar de los trabajadores

– En este contexto, nacen las Buenas Prácticas Agrícolas, las cuales simplemente pueden definirse como “Hacer las cosas bien y dar garantía de ello”

– Las BPA y las BPM (Buenas Prácticas de Manufactura) son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, orientadas a cuidar la salud humana, proteger al medio ambiente y mejorar las condiciones de los trabajadores y su familia ¿Quiénes se benefician de las BPA?

– Los agricultores y sus familias que obtendrán alimentos sanos y de calidad para asegurar su nutrición y alimentación y generarán un valor agregado en sus productos para acceder de mejor forma a los mercados

– Los consumidores, que gozarán de alimentos de mejor calidad e inocuos, producidos en forma sostenible

– La población en general, que disfrutará de un mejor medio ambiente

II. ¿Por qué debería aplicar Buenas Prácticas Agrícolas?

– Trabajadores saludables.

– Productos sanos y de calidad para mejorar la nutrición y alimentación de su familia.

– Sostenibilidad y acceso a nuevos mercados.

– Alta calidad (producto diferenciado).

– Bienestar animal Predio limpio Baños y depósitos.

– Control de desconocimiento la producción.

– Más ingresos Mejores precios por calidad Menores costos ($) (- agroquímicos) Mayores rendimientos (Productividad).

III. ¿Cómo implementar Buenas Prácticas Agrícolas?

1. ¿Cómo mejorar las condiciones de trabajo y de los trabajadores y trabajadoras?

– Todos los trabajadores deberían estar inscriptos en el Registro Nacional de Buenas Prácticas Agrícolas. (Ver Anexo 1 Planillas 1, 2 y 3 del documento a descargar).

– Se capacitará a todos los trabajadores, en especial en manejo de agroquímicos / fertilizantes, higiene y en primeros auxilios.

– La prioridad de los niños es ir a la escuela y podrán ayudar en el predio sólo en actividades que no atenten contra su seguridad y el tiempo de estudio.

¿Qué servicios deben asegurarse para los trabajadores y las trabajadoras?

– Botiquín de primeros auxilios.

– Equipos de protección personal, sobre todo para la aplicación de agroquímicos.

– Teléfonos de emergencia (bomberos, policía, hospital).

– Realizar chequeos de salud para usted, su familia, y pedir certificados de salud de los trabajadores que contrate.

– Para mejorar la alimentación, nutrición y salud de su familia, utilizar productos sanos en las comidas diarias.

¿Qué servicios deben asegurarse para los trabajadores?

Los trabajadores tienen que contar con los equipos de protección personal, sobre todo para la aplicación de productos químicos y botiquín de primeros auxilios.

– Debe de haber baños fijos o móviles, en número suficiente para los trabajadores.

– Los baños deben mantenerse limpios, en buen estado, ventilados y las puertas deben cerrar bien.

– Los baños deben contar con: Basurero, Papel higiénico, Lavamanos, Agua potable, Jabón, Toallas.

– Si se usan bidones o tanques de agua para higiene.

Recuerde:

– Los recipientes deben mantenerse limpios por dentro y por fuera.
– El agua debe estar fría, limpia, sin olores y no dejar que se estanque.
– Ubicarlos a la sombra.

Medidas de Higiene:
– Mantener un buen aseo personal.
– Respetar los carteles “use los baños” y “lavarse las manos”.
– Recuerde lavarse las manos antes y después de usar el baño.

– Cuando se tiene enfermedades contagiosas o con síntomas (diarreas, vómitos, etc.) no se debe manipular alimentos frescos.

Fuente: fao.org

Compartir: