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Un reciente brote de salmonelosis asociado, presuntamente, a las tortillas poco cuajadas servidas en un popular bar madrileño ha puesto el foco sobre la seguridad alimentaria en los establecimientos de hostelería. ¿Nos podemos fiar de lo que comemos en ellos? ¿Qué condiciones deben cumplir los bares y restaurantes para asegurar la inocuidad de los alimentos? Te lo contamos en las siguientes líneas.

«El problema es que cualquiera puede poner un bar». Esta es una de las quejas más frecuentes de algunos profesionales de la seguridad alimentaria y también de algunos hosteleros: los que hacen las cosas bien y ven cómo la reputación de todo un sector se ve empañada por aquellos que las hacen mal. Son precisamente estos últimos, los que hacen las cosas mal, los que se suelen ver implicados en casos de intoxicación alimentaria.

Estos sucesos también pueden ocurrir de manera fortuita, por accidentes inesperados, pero es poco habitual. Cuando suceden es generalmente porque se ha cometido alguna negligencia, ya que estos establecimientos deben cumplir una serie de requisitos que están destinados a evitar que pasen esas cosas.

Así que, cuando se dice que «cualquiera puede poner un bar», hay que matizar algo muy importante: no se puede poner de cualquier manera.

La seguridad alimentaria en los bares
Los establecimientos que sirven alimentos, como los bares, deben contar con un sistema de gestión de la seguridad alimentaria, es decir, un protocolo que defina las medidas que se tomarán para conseguir que esos alimentos sean inocuos.

Es lo mismo que ocurre en cualquier industria alimentaria, solo que, en el caso de los bares, se trata de algo simplificado y, por lo general, mucho más sencillo. Supone establecer unos prerrequisitos, que como su nombre indica, son unos requisitos previos para hacer posible que la manipulación de los alimentos sea segura.

A la hora de definirlos es fundamental considerar las características concretas del establecimiento para que ese sistema de gestión de la seguridad alimentaria esté expresamente adaptado a él; por ejemplo, la forma en la que se trabaja, los alimentos que se sirven, las características del local o la maquinaria con la que cuenta.

normas de higiene en los bares
Se organizan en una serie de planes, que de forma muy resumida son:

🥄 Mantenimiento de instalaciones, equipos y útiles
Como podemos imaginar, si el local en el que se sirven comidas no reúne unas condiciones idóneas, puede suponer un riesgo para la seguridad alimentaria. Por ejemplo, si en la cocina las bombillas no están protegidas, podrían contaminar la comida con cristales en caso de romperse.

Y lo mismo sucede si las instalaciones no se encuentran en buen estado de mantenimiento. Por ejemplo, si se han desprendido varios azulejos de la pared de la cocina, la limpieza será más complicada, por lo que se puede acumular suciedad que acabe contaminando los alimentos.

En general es importante revisar techos, paredes, suelos, ventanas (para comprobar aislamientos, mosquiteras, etc.), sumideros, desagües, etc.
También se debe comprobar el estado de los útiles para asegurar que no son una fuente de contaminación: por ejemplo, cuchillos, mesetas, tablas de cortar, recipientes, etc.
Por último, es fundamental asegurar que los equipos se encuentran en buen estado, funcionan bien y están ajustados correctamente. Hay que comprobar el funcionamiento y la temperatura de frigoríficos, congeladores, vitrinas calientes y frías, etc. Si por ejemplo se almacenan tortillas en vitrinas que no enfrían o donde la temperatura de refrigeración no es suficiente, pueden crecer microorganismos patógenos que pongan en riesgo la salud.
💧 Control del agua
Este plan está destinado a garantizar que el agua que se utiliza en el bar se encuentra en buen estado y es apta para el consumo humano. Normalmente no es necesario desarrollarlo, porque en la mayoría de los casos el establecimiento está conectado a la red de abastecimiento público y no cuenta con depósitos intermedios, así que el control corresponde a organismos externos (por ejemplo, al ayuntamiento o la empresa suministradora).

🧽 Limpieza y desinfección
El plan de limpieza y desinfección tiene el objetivo de mantener el establecimiento en buen estado para evitar la contaminación de los alimentos con materias extrañas y microorganismos.

A veces se confunden ambos términos, pero hay importantes diferencias entre ellos:

La limpieza está encaminada a eliminar la suciedad visible (como migas, grasa, restos de alimentos, etc.) y debe realizarse en primer lugar. Se emplean detergentes y utensilios como cepillos,
La desinfección, que se realiza después, tiene el objetivo de eliminar los microorganismos que pueden contaminar los alimentos. Se utilizan desinfectantes como la lejía.
En este plan se definen aspectos como la persona que se encargará de estas tareas, que además debe conocer el modo correcto de desempeñarlas, la forma en que se realizarán, los utensilios y productos que se emplearán o la frecuencia con que se llevarán a cabo.

🐜 Control de plagas
El objetivo de este plan es evitar que aparezcan plagas de insectos (moscas, mosquitos, cucarachas, etc.) y roedores que comprometan la inocuidad de los alimentos. Para ello es fundamental evitar que tengan un lugar donde desarrollarse y alimentos a su alcance para alimentarse.

Eso implica que se deben tomar diferentes medidas, como mantener las instalaciones en buen estado, limpiar con frecuencia para evitar la acumulación de suciedad, proteger debidamente los alimentos o poner barreras para insectos y roedores, como mallas en las ventanas, rejillas de protección, etc.

Normalmente, el control de plagas se contrata con empresas externas, que se encargan de realizar tratamientos con raticidas o insecticidas en caso necesario, por ejemplo. Pero aun así, debe designarse una persona responsable en el establecimiento para evitar y controlar plagas, de modo que vigile su estado a diario.

🥕 Control de materias primas y proveedores
Este plan tiene el objetivo de conocer el origen de las materias primas y los ingredientes que se van a utilizar en los platos del menú. Para ello es necesario contar con un listado actualizado de proveedores donde se detalle quién suministra los productos, de qué productos se trata, qué cantidad se recibe o cuándo se recibe.

Esto permite localizarlos y retirarlos en caso de que se produzca un problema que ponga en riesgo la salud de los consumidores. Por ejemplo, si se comunica una alerta alimentaria motivada por la contaminación de un determinado lote de huevos de un productor concreto, se puede comprobar si se encuentran en el inventario del establecimiento o si se han empleado en la elaboración de alimentos, para tomar medidas al respecto, como desecharlos o notificarlo a las autoridades competentes y a las personas afectadas.

📝 Trazabilidad
Debe disponerse de un listado actualizado de los platos de la carta, detallando los ingredientes (incluyendo los alérgenos) y las materias primas que se utilizan en su elaboración, así como la forma de preparación. Esto último es muy importante en alimentos que entrañan especial riesgo, como las tortillas poco cuajadas.

Los grandes restaurantes, como los que organizan banquetes de bodas, deben contar con un plan de trazabilidad que permita seguir el rastro de los alimentos, desde el origen hasta el consumidor. Para lograrlo, deben tomar medidas como guardar muestras de los alimentos que se sirven.

🧹 Gestión de residuos
Sirve para garantizar que los residuos que se producen en el establecimiento sean eliminados de manera adecuada, evitando así que contaminen los alimentos.

🎓 Formación de manipuladores de alimentos
Es necesaria para garantizar que todos los trabajadores del establecimiento tengan una formación adecuada y continua en higiene de los alimentos y que la pongan en práctica de forma correcta en su trabajo.

Deben tener conocimientos para realizar unas buenas prácticas de higiene personal (por ejemplo, lavarse adecuadamente las manos después de ir al baño, llevar cubrecabezas, evitar anillos y otras joyas, etc.).
También deben tener conocimientos para desempeñar unas buenas prácticas de manipulación alimentaria: no dejar alimentos sobre el suelo, refrigerar los alimentos perecederos, respetar las fechas de vida útil, no descongelar los alimentos a temperatura ambiente, controlar las temperaturas de cocinado, etc.
garantizar seguridad alimentaria en hostelería

¿Quién se encarga de que todo esto se cumpla?
Se suele pensar que los responsables de que se cumplan todos esos requisitos son los inspectores de sanidad y que para ello deben realizar inspecciones casi a diario. Pero la cosa no funciona exactamente así.

Hace ya muchos años que cambió el modo en que se aborda la seguridad alimentaria, otorgando la principal responsabilidad a los operadores. Es decir, si hablamos de un bar, los principales responsables de lograr la inocuidad de los alimentos que sirven son los dueños, junto con el personal encargado de la manipulación de dichos alimentos. De hecho, en cada uno de los planes que hemos descrito anteriormente debe definirse una persona responsable de su vigilancia y cumplimiento.

Los inspectores se encargan de verificar que se cumplen las normas, es decir, que el bar cuenta con un sistema de gestión de la seguridad alimentaria y que lo que está descrito en él se cumple, que, en definitiva, significa verificar que se cumplen todas las condiciones necesarias para lograr la inocuidad alimentaria: que el establecimiento esté en buen estado, que se encuentre limpio, que los manipuladores cuenten con formación en la materia, etc.

Es algo parecido a lo que ocurre cuando conducimos un coche. No tenemos un policía en el asiento de atrás para que nos vigile. Los principales responsables somos nosotros como conductores. La policía tiene el papel de vigilar que cumplimos las normas.

¿Por qué a veces no funciona?
El problema más habitual en los casos donde las cosas salen mal es que los encargados de asumir esa responsabilidad no lo hacen, ya sea por desconocimiento, por dejadez o por falta de concienciación.

Podemos fijarnos, por ejemplo, en un brote de salmonelosis ocurrido durante los carnavales de Cádiz de 2016, asociado al consumo de tortillas de patata servidas en un bar. Recientemente ha vuelto a la actualidad porque se ha dictado sentencia sobre el caso. En aquella ocasión, el cocinero no se había lavado las manos, empleó un barreño sucio para mezclar la patata y el huevo, no cocinó las tortillas lo suficiente y las almacenó a temperatura ambiente durante largo tiempo. Como consecuencia, 165 personas enfermaron por salmonelosis y una falleció.

En definitiva, la falta de responsabilidad puede tener graves consecuencias en términos de salud. Pero no solo eso. También puede conllevar sanciones económicas o penas de cárcel y el cierre definitivo del negocio. Así que son motivos suficientes para tomar conciencia de la importancia de la seguridad alimentaria.

La higiene del baño, un buen indicativo
Todos los bares deben cumplir lo que hemos comentado con anterioridad. Pero no siempre se cumple o no todos lo cumplen con el mismo nivel de exigencia.

Algunos detalles pueden orientarnos sobre la forma en que se trabaja en el establecimiento. Así, podemos observar el local para comprobar si se encuentra en buen estado de mantenimiento, la higiene y las prácticas del personal o la limpieza y el mantenimiento del baño. Esta última suele ser una de las pistas más orientativas.

Fuente: consumereroski.es

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Cuando se manipulan alimentos, una de las claves, además de la higiene, es el control de las temperaturas. Mantenerlos y conservarlos en las condiciones de frío adecuadas, así como establecer las mejores temperaturas de cocción y controlarlas, resulta fundamental para reducir el riesgo de proliferación de bacterias patógenas. Una de las condiciones en seguridad alimentaria y temperatura es “mantener fríos los alimentos fríos y calientes, los calientes”. Y es que la temperatura actúa como barrera para impedir la multiplicación microbiana y la producción de toxinas. El artículo explica cuál es la mejor temperatura para conservar y la mejor para cocinar y así evitar el riesgo alimentario.

El efecto de la temperatura en los alimentos y en el desarrollo de bacterias patógenas varía en función de los grados que se aplican: a más de 65 ºC, se destruyen; entre 5-10 ºC y 65 ºC, se evita la multiplicación; y de 8 ºC a -18 ºC, los patógenos se mantienen en estado latente, no se eliminan. No se entiende la seguridad alimentaria sin la temperatura (refrigeración, cocción o almacenamiento), ya que el refrigeración, entre 4 ºC y 7 ºC, que inhiben el crecimiento de microorganismos patógenos. Debe tenerse en cuenta que, a medida que la temperatura disminuye, se reduce también la velocidad de crecimiento de muchos de los microorganismos hasta el punto que se detiene. De ahí que se consiga alargar la vida útil del producto y baje el riesgo microbiológico.

A medida que la temperatura disminuye, se reduce también la velocidad de crecimiento de microorganismos patógenos
El tiempo de conservación de los frescos varía en función del alimento. El pescado fresco se mantiene en buenas condiciones a temperaturas de refrigeración durante unos dos días; la carne cruda, unos tres días; la carne y pescado cocidos, unos tres días; la leche abierta, los postres caseros y la verdura cocida, cuatro días; las verduras crudas y las conservas abiertas, cinco días; y los huevos, de dos a tres semanas.

A temperaturas de congelación (-18 ºC), que es la que se fija como la estándar, se inhiben las reacciones responsables del pardeamiento de los alimentos. Cuanto más baja es la temperatura, más lejos quedan las condiciones idóneas para que los microorganismos se multipliquen. Al solidificarse el agua del alimento, este se deseca y, por tanto, se facilita una mejor y más segura conservación. Se considera que a -18 ºC el nivel de proliferación de bacterias queda prácticamente inutilizado, de ahí que no se altere el alimento y se reduzcan los riesgos. Como la refrigeración, la congelación produce pocas modificaciones en el producto.

Algunos alimentos, sin embargo, no necesitan que se conserven en frío ni congelados. Con almacenarlos en la despensa de manera correcta es suficiente, ya que basta con mantenerlos a temperatura ambiente, en lugares secos y, en algunos casos, alejados de la luz. Son los aceites, productos de bollería, patatas, envases de leche cerrados o alimentos secos como el arroz, la pasta o los frutos secos.

La mejor temperatura para cocinar
Alimentos crudos como carne o verduras pueden contener bacterias patógenas como consecuencia de la contaminación del suelo o debido al proceso de preparación. Una de las medidas más efectivas es fritura, se produce una gradación de la temperatura, es decir, que esta disminuye cuando se introduce el alimento. Así, es importante asegurar que todo el volumen del alimento llegue a la temperatura mínima, y esto costará más o menos en función del grosor.

La cocción al baño María es una forma de conservación que consiste en someter a los alimentos a temperaturas de entre 70 ºC y 90 ºC. La particularidad está en que el proceso se produce por sumersión de botes de cristal con el alimento dentro y tapado de forma hermética en agua hirviendo durante un mínimo de 20 minutos. Si es importante garantizar que este proceso se realiza de manera adecuada, no lo es menos el momento de enfriamiento, ya que algunos microorganismos tienen su punto óptimo de desarrollo entre 40 ºC y 70 ºC.

La zona de peligro
Entre 5 ºC y 65 ºC es la zona considerada de peligro para los alimentos. Se considera que en este rango se cumplen las condiciones favorables para que virus, bacterias y hongos se desarrollen con facilidad en los alimentos. Por debajo de 5 ºC, su crecimiento es más lento; por encima de 65 ºC, las bacterias se eliminan. Debe tenerse en cuenta que bacterias como Salmonella, E. coli O157:H7 y Campylobacter tienen una temperatura óptima de crecimiento de unos 37 ºC. Se calcula que si un alimento se mantiene en esta zona de dos a cuatro horas, el riesgo de intoxicación aumenta.

Fuente: consumereroski.com
Imagen: Steve Wilde

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Cuestiones clave para reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos
Revisar periódicamente los alimentos de la despensa, frigorífico y congelador. Seguir el sistema FIFO para los perecederos (“Primero en entrar, primero en salir”) y el sistema LIFO para los no perecederos (“Último en entrar, primero en salir”).

Planificar el menú semanal.
Llevar la lista de la compra a la tienda.
Acudir a la tienda con mayor frecuencia y disminuir el volumen de compra.

En la tienda, no descartar productos en buenas condiciones por ser más “imperfectos” (color, calibre, tamaño, envase defectuoso…). Además, ser conscientes de que pedir que las estanterías estén siempre llenas puede dar lugar a que se tengan que tirar más alimentos, especialmente los frescos y perecederos.
Apostar por los productos de proximidad y de temporada y por los canales cortos de comercialización (compra directa al productor o con menor número de intermediarios).

Los canales cortos de comercialización reducen el número de intermediarios entre la producción y el consumidor (la Estrategia considera un máximo de un intermediario). Al acortarse la cadena de distribución, se contribuye a reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos al ser necesaria una menor manipulación de los alimentos, por disminuir el tiempo que deben mantenerse en condiciones controladas y por conservarse durante más tiempo una vez llegan a los hogares. Se trata de un modelo de comercialización en alza que debe adaptarse a las necesidades y exigencias cambiantes de nuestra sociedad, contribuyendo a un consumo responsable y respetuoso con el medio ambiente.

Conservar adecuadamente los alimentos.
Leer la información de las etiquetas y aprender a interpretarlas si es necesario.
Recordar: la fecha de caducidad indica la fecha a partir de la cual no se puede consumir un alimento, mientras que a partir de la fecha de consumo preferente puede disminuir su calidad pero sigue siendo comestible.
Ajustar las raciones a la hora de cocinar y servir.
Aprovechar las sobras con recetas de cocina imaginativas.
En el restaurante, pedir un recipiente para llevar las sobras.

Aprovechar las nuevas tecnologías: existen muchas apps para dispositivos móviles que ayudan a controlar las existencias, hacer la lista de la compra o preparar recetas con los ingredientes disponibles.
Reciclar los alimentos que no se pueden aprovechar: generación de compost.
Trucos y consejos de conservación de los alimentos.

Aprender a usar bien los distintos envases y sistemas para almacenar los alimentos te ayudará a conservarlos mejor, manteniendo por más tiempo su frescura y reduciendo el riesgo de intoxicaciones alimentarias.

¡Qué no se te olvide fijarte en la información de los envases originales!

Tuppers y botes de cristal con tapa herméticos: ideales para el almacenamiento de alimentos en la despensa, así como para guardar en la nevera líquidos sobrantes o alimentos semisólidos.

Envases de frutas y verduras: están diseñados para mantener la frescura del producto durante más tiempo, por lo que no es recomendable abrirlos hasta que vayan a ser consumidos.

Envasado al vacío: la extracción de aire de los envases favorece que los alimentos se mantengan durante más tiempo sin alterar sus características. Puedes probar con carnes, hortalizas, embutidos…

Bolsas de plástico: muy útiles para conservar los alimentos, aprovechando al máximo el espacio. También son muy adecuadas para mantener frescas las frutas y verduras, como zanahorias, pimientos y manzanas, siendo especialmente cómodas si disponen de sistema de apertura y cierre.

Film transparente: protege de la humedad y los olores. Es apto para la congelación y algunos son también aptos para el microondas.

Papel de aluminio: se recomienda que sea resistente a la congelación, y que es menos probable que se desgarre. ¡Recuerda que no se debe introducir en el microondas!

Otros consejos de interés.
Cuando llegues a casa, coloca el pescado ya limpio, lavado y sin vísceras encima de un plato o fuente con un trapo ligeramente humedecido. De esta manera evitarás su posible alteración por contacto con el oxígeno, y su contaminación bacteriana con otros alimentos.

Ciertas frutas (manzanas, plátanos, melocotones, fresas…) y verduras, como los tomates, producen etileno, sustancia natural que acelera el proceso de maduración de numerosas verduras (espinacas, coles, brócoli, judías verdes…) y algunas frutas (como kiwi verde o sandía). Por tanto, se deben almacenar separados del resto de productos salvo que se quiera favorecer su maduración.

Congelar purés o compotas de frutas, por ejemplo de manzanas, en lugar de congelarlos en su estado original, te permitirá ahorrar espacio en tu congelador y guardarlos en las porciones adecuadas.

¡Todas las verduras se pueden congelar! En su mayor parte necesitan ser “blanquedas” antes: sumérgelas en agua hirviendo durante varios minutos y después pásalas por agua fría. Sécalas bien con un paño o papel absorbente y para terminar, guárdalas en una bolsa para congelados. ¡Además, no es necesario que las descongeles antes de cocinarlas!

¿Te animas a deshidratar las verduras? Los alimentos no perderán su sabor ni su valor nutricional. Para ello necesitarás un deshidratador o simplemente usar tu horno: seca las verduras muy lentamente entre 30 y 40°C después de haber sido blanqueadas. Esta opción te permitirá disfrutar de verduras de temporada durante todo el año si las guardas en frascos en un lugar seco, fresco y oscuro.

Las hierbas aromáticas y algunas verduras como la albahaca o el apio, se pueden mantener frescas por más tiempo si se cortan las puntas y se ponen en un vaso con un poco de agua en posición vertical.
Sigue una dieta nutritiva y saludable
Conoce y anímate a seguir la Dieta Mediterránea, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cuya base son los alimentos de origen vegetal, sin olvidar el consumo de agua y el ejercicio diario.

En la página web de la Fundación Dieta Mediterránea encontrarás una propuesta de menú semanal.

Consumo ocasional: Bollos, refrescos, aperitivos salados o chucherias.
Varias raciones por semana: Huevos, carnes, frutos secos, pescados blancos y azules, legumbres, embutidos.
A diario: Frutas, verduras, hortalizas, pan, y cereales, productos lácteos, aceite de oliva, arroz y pasta.
Bebe entre 1 y 2 litros de agua al día.
Practica algún deporte habitualmente.

Sensibilizar y concienciar a los hijos
Los niños toman como ejemplo a su familia y, por eso, es imprescindible que aprendan a valorar los alimentos que forman parte de su alimentación y las consecuencias que tiene sobre el medio ambiente que esos alimentos acaben en la basura.

Fuente: ecoinventos

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De nada sirve mantener un estándar alto de calidad una vez el producto es transportado a los comercios y grandes superficies, si durante el desarrollo de la planta o fruto, no se controla absolutamente nada los parámetros mínimos de seguridad alimentaria.

Cada año, existen centenares de sanciones relacionadas con la higiene rural en invernaderos y superficies al aire libre. Sin embargo, pocas de ellas prosperan porque mientras se procesa la sanción, el usuario realiza una limpieza a fondo para evitar la apertura de expediente.

Cuando hablamos de manipulador de alimentos, no sólo hay que referirse a aquellas personas que alteran un producto en post-cosecha, sino también a aquellas personas que intervienen en su producción desde la misma germinación de la semilla. Las medidas higiénico-sanitarias de las hortalizas y frutas no sólo hay que tomarlas cuando son transportadas a las cámaras frigoríficas o los grandes establecimientos.

manipulación de alimentos
Aunque tenemos que remitirnos al año 2011, aún sufrimos coletazos de lo que se denominó «crisis del pepino». Una alerta sanitaria europea causada por un brote de E. Coli que finalmente resultó ser falso. Ahora, muchas empresas españolas se están beneficiando de las indemnizaciones por las grandes pérdidas sufridas.

Sin embargo, hay tener mucha seriedad con la manipulación de los alimentos, ya que realmente sí se detectó algunos focos E. Coli en pepinos pero no la cepa tan virulenta que causó las muertes, algo normal ya que el mayor porcentaje de cepas de esta bacteria no son dañinas para el hombre.

El origen se encontraba en unos brotes germinados en la propia Alemania (Baja Sajonia).

A partir de aquí, muchos coinciden que la imagen de la agricultura española y, concretamente, la intensiva de Almería, salió reforzada. A día de hoy, son muchos los análisis de trazabilidad que reciben estos alimentos antes de salir a su destino final y muchos de los agricultores están plenamente formados en materia de manipulación de alimentos.

Guía de higiene y trazabilidad en la agricultura
La producción agraria debe ser sometida continuamente a los estándares de calidad más alto. Es por eso que se invierte anualmente grandes cantidades de dinero en formación y en la publicación de guías de higiene y buenas prácticas.

Como hemos dicho, la manipulación de los alimentos empiezan desde la semilla (y si no que se lo digan a los germinados de Alemania con E. Coli). En este aspecto, existen cursos para obtener el carnet de manipulador de alimentos gratis, muchos de ellos subvencionados y promocionados.

Existe normativa de obligado cumplimiento, como el Reglamento (CE) Nº 852/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2004, relativo a la higiene de los productos alimenticios, pero como se quiere facilitar la tarea, hay guías donde se puede consultar y realizar un check list de comprobación de la legislación.

Uno de los principales factores a evitar en la agricultura primaria y la manipulación de alimentos es la de evitar la propagación e inoculación de microorganismos potenciales para el ser humano y otros animales.

Por ello, los esfuerzos en la higiene y trazabilidad se centran en los siguientes aspectos:

Uso del agua agrícola
Condiciones higiénico-sanitarias de los trabajadores y manipuladores de frutas y verduras
Las condiciones sanitarias en las operaciones de carga, descarga, transporte y almacenamiento de estos productos.

Uso del agua agrícola
El agua es el principal foco de propagación de bacterias y microorganismos potencialmente dañinos. Sin agua no hay vida, por lo que la seguridad alimentaria debe centrarse en este aspecto.

¿Cuáles la procedencia del agua? ¿Qué tipo de riego empleo? ¿Cuáles son las características físicas del cultivo?

De obligatorio cumplimiento:

Conocer la procedencia del agua de riego y realizar análisis periódicos de su calidad así como de los sistemas de almacenamiento (balsas de riego) y distribución.

El agua de riego depurada implica el cumplimiento de normativas actualmente vigentes, así como conocer las restricciones de uso y los análisis pertinentes. Todo esto queda recogido en el Real Decreto 1620/2007, sobre la reutilización de aguas depuradas.
Recomendaciones:

Mantener los almacenamientos de agua o pozos tapados en la medida de lo posible, ya que la probabilidad de ser contaminados se reduce enormemente.

Analizar el agua mínimo cada 6 meses para detectar posibles microorganismos dañinos en ella.
Eliminar el agua por escorrentía si no se ha tratado previamente, ya que puede arrastrar todo tipo de bacterias potencialmente dañinas.
Evitar el contacto entre el estiércol u otro tipo de materia orgánica almacenado y el agua de riego.
agua de riego de depuración
Uso de productos fitosanitarios
Podemos pensar que el uso de productos fitosanitarios va de la mano con la buena gestión de los alimentos, al evitar la propagación de enfermedades de los cultivos. Sin embargo, el uso indiscriminado de estos productos aumenta la resistencia de muchos organismos y provoca una ruptura del circulo seguro de manipulación de alimentos.

La legislación vigente contempla una cantidad máxima de materias activas autorizadas y un número de LMR o residuos fijados en los frutos. En cada producción y cada campaña, es imprescindible conocer estas informaciones.

Condiciones higiénico-sanitarias de los trabajadores
Todos los trabajadores deben tener conocimientos mínimos de higiene y manipulación de alimentos, de ahí la importancia de la realización de cursillos y ponencias relacionadas con la temática. Igualmente, un manipulador de alimentos no podrá trabajar si no se garantiza un estado de salud mínimo.

Una enfermedad infecciosa puede suponer un riesgo para las personas futuras que se alimenten de los productos que ha manipulado.

El personal deberá lavarse las manos continuamente si la manipulación de los alimentos es alta, así como usar equipos de protección (guantes, botas, ropa adecuada) en las distintas tareas agrícolas.

Los guantes, bien usados, son una medida de protección y una buena táctica higiénico-sanitaria. Sin embargo, si no se cambian temporalmente o se limpian, pueden ser un foco de propagación de enfermedades.

Sanidad alimentaria en las operaciones de carga, descarga y manipulación de los alimentos
conservación y manipulación de alimentos.

La operación de carga y descarga de los productos ya recolectados, considerado esto como una actividad post-cosecha, es una operación de alto riesgo. En estas operaciones hay una clara manipulación de alimentos, y por tanto deben tomarse medidas cautelares para asegurar la máxima higiene posible.

Los vehículos, camiones, furgonetas y camionetas pueden ser una fuente de propagación de enfermedades, entre ellas E. Coli, ya que muchas veces permanece en la base charcos con líquidos de productos aplastados o mal conservados.

Estos residuos orgánicos deberán limpiarse al menos en cada transporte con agua y jabón a presión.

Rechazar frutas y hortalizas con podredumbres
Eliminar suciedad de tierra, barro o polvo de los frutos en la medida de lo posible
Utilizar cajas de campo o bandejas previamente limpias e higienizadas
Asegurar la cadena de frío una vez se conservan para su transporte.

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Por: Miguel Ángel Lurueña Martínez

El avance del conocimiento y la transformación en los hábitos de vida (por ejemplo, ahora somos más sedentarios), explican, en parte, los cambios en la percepción de algunos alimentos, que antes se creían saludables y ahora no lo son. Lo que antes tomábamos sin ningún tipo de control, ahora tenemos que moderar o evitar su consumo. Del mismo modo, otros alimentos han tenido muy mala reputación durante años, pero ahora sabemos que esa mala fama era inmerecida. Te mostramos cuáles son unos y otros.

Alimentos saludables que antes no lo eran
A finales de la década de 1950, el fisiólogo estadounidense Ancel Keys realizó un famoso estudio que le llevó a concluir que el consumo de grasas se relacionaba con las muertes por enfermedades cardiovasculares. Este es uno de los principales motivos por los que algunos alimentos altos en grasas fueron demonizados hasta hace unos pocos años.

Alimento Antes Ahora
Leche entera Se creía que su consumo provocaba aumento de peso y de los niveles de colesterol, debido a su contenido en grasa (3,6 %). La leche entera no se relaciona con aumento de peso ni de colesterol, además aporta vitaminas y es más saciante. Para la población general, especialmente para niños, se recomienda optar por esta versión.

Pescado azul Por su contenido en grasa, se creía que el consumo de pescado azul provocaba aumento de peso y de los niveles de colesterol en sangre. Contiene ácidos grasos esenciales, como omega 3, y se considera un alimento saludable.

Huevo Debido a su contenido en colesterol, se pensaba que aumentaba el colesterol en sangre y se recomendaba no comer más de tres a la semana. Rico en proteínas y no aumenta el colesterol. Podemos consumirlo con normalidad, es decir, podríamos ingerir siete a la semana, pero no sería buena idea comer siete al día.

Frutos secos Se creía que no eran muy recomendables por su alto aporte calórico y su elevado contenido en grasa, que podría provocar aumento de peso. Hoy sabemos que los frutos secos son saludables y no se relacionan con el aumento de peso.

Aceite de oliva Se pensaba que el aceite de oliva era poco saludable porque podía aumentar los niveles de colesterol y se recomendaban otros aceites, como el de girasol o el de maíz. Sabemos que el aceite de oliva es saludable y el más recomendable de los que hay en nuestro entorno.

Cacao Se pensaba que provocaba aumento de peso debido a su alto contenido graso. También se consideraba insano porque normalmente se comercializaba azucarado. El cacao puro tiene cabida dentro de una dieta saludable, así como el chocolate con alta proporción de cacao (a partir del 75 %), eso sí, para consumir con moderación.

Aguacate Es una fruta muy grasa, así que se pensaba que podía provocar aumento de peso. Sabemos que no todas las grasas tienen el mismo efecto sobre la salud. El aguacate es saludable.
Alimentos poco recomendables que tenían buena fama
arroz blanco no es saludable

Alimento Antes Ahora
Pan, arroz blanco y pasta Se consideraban saludables y una importante fuente de energía en un contexto donde se realizaba más trabajo físico. Por esas razones se recomendaban como base de la dieta. Las harinas refinadas pueden aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. Además, pueden favorecer la obesidad, especialmente en un contexto en el que buena parte de la población es sedentaria. Se recomienda optar por cereales integrales y basar la dieta en otros vegetales, como hortalizas o verduras.

Carnes procesadas (jamón cocido, pechuga de pavo, embutidos…) No existía evidencia que desaconsejara su consumo. Incluso se consideraban productos saludables. La evidencia científica ha mostrado que aumentan el riesgo de sufrir cáncer colorrectal. Por lo tanto, se recomienda evitar o reducir su consumo en la medida de lo posible.
Carne roja No existía evidencia que desaconsejara su consumo y se consideraba un alimento saludable. Aporta nutrientes interesantes, como proteínas y vitaminas, pero es probable que un elevado consumo aumente el riesgo de sufrir cáncer colorrectal. Se recomienda reducir su consumo.

Productos azucarados No existía evidencia que desaconsejara el consumo de productos como galletas y yogures azucarados, tabletas de chocolate, bollería o refrescos.Se relaciona con enfermedades como caries, obesidad y diabetes tipo 2, entre otras. Se recomienda evitar su consumo en la medida de lo posible.

Vino o cerveza Las bebidas con una baja graduación de alcohol no se percibían como productos perjudiciales e incluso algunas versiones se ofrecían a los niños para desayunar, como ocurría con el vino dulce.

Fuente: consumereroski.es

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La calidad del huevo puede verse comprometida por el paso del tiempo y unas inadecuadas condiciones de almacenamiento. Si no se conserva de manera correcta, en especial con respecto a la humedad (no debe ser muy alta) y a las temperaturas (lo más recomendable es entre 1 ºC y 10 ºC, sin fluctuaciones bruscas), la proliferación de hongos puede aumentar. También se produce la salida de parte del agua del huevo en forma de vapor a través de los poros de la cáscara, lo que se traduce en una pérdida de peso. El artículo explica las señales que indican cómo saber si un huevo es seguro y fresco y qué dicen los códigos que llevan impresos.

Los huevos cuentan con una protección física (la cáscara) que los preserva de la contaminación por microorganismos. Pero en su interior tiene un componente, la yema, que, por sus particularidades, es un medio propicio al desarrollo de patógenos. Sin embargo, la cáscara también puede actuar como medio de contaminación ya que, si está muy sucia, la carga microbiana es mayor y, por tanto, también aumenta el riesgo de que las bacterias penetren antes y en mayor cantidad.

Para saber si un huevo está fresco y mantiene las condiciones de calidad mínimas, pueden ayudar ciertas señales visuales y la aplicación de algunos métodos. A continuación se desvelan cuáles.

Consejos para saber si un huevo es seguro y fresco
Las normas de la Unión Europea determinan que, para que un huevo pueda comercializarse, debe cumplir con una serie de requisitos:

La cáscara debe estar limpia e intacta.
La clara tiene que ser transparente, sin manchas, de consistencia gelatinosa y exenta de materias extrañas.
La yema debe ser visible solo al trasluz como una sombra, sin contorno discernible, que no se separe del centro al someter al huevo a un movimiento de rotación.

No debe haber olores.
Al agitarlo, no se oye ruido de líquido en su interior.
Además, existen distintos métodos que se pueden utilizar en casa para saber si un huevo es fresco:

Si es fresco, se hunde en un vaso de agua. Que un huevo flote es signo de alteración y mal estado.
Si cuando se rompe la cáscara la clara se dispersa mucho, el huevo no es fresco.
Al cocer un huevo fresco, la yema debe ocupar la parte central, queda compacta; si se desvía hacia los lados, es sinónimo de que no es fresco. La yema de un huevo fresco es densa, bien centrada en la clara y con cierto abombamiento.

Los códigos dicen mucho de los huevos

La trazabilidad es uno de los factores más importantes al ejercer un control exhaustivo sobre el camino que siguen los huevos desde que se producen en la granja hasta que llegan al consumidor. Para ello, los huevos que se destinan al consumo directo llevan en la cáscara una serie de números y letras que aportan información sobre su origen.

El primer dígito ofrece información sobre la forma de cría de la gallina (0, producción ecológica; 1, producción campera; 2, producción en el suelo; 3, producción en jaulas). El segundo y tercer dígito corresponden a las letras que identifican el país de la Unión Europea donde se han producido (ES para España). Los dígitos restantes corresponden al número de identificación del productor (2 dígitos identifican la provincia; otros 3 dígitos, el municipio; y el resto, la explotación ganadera).

Una vez envasados, los huevos frescos o a granel deben llevar en el envase la siguiente información:

Nombre y dirección de la empresa responsable del embalado.
Número de centro de embalaje autorizado.
Categoría de calidad y de peso.
Número de huevos embalados.
Fecha de consumo preferente.
Indicación de que deben mantenerse refrigerados tras la compra.
Forma de cría.

Huevos y salmonella
El huevo es uno de los alimentos más “amigos” de la Salmonella, sobre todo en verano, ya que las altas temperaturas favorecen su desarrollo. El patógeno llega a través de la cáscara o por medio de aves infectadas. La cáscara es vulnerable al ataque de esta bacteria, que logra vencer su resistencia y penetrarla. Para evitar la contaminación, deben adquirirse huevos con la cáscara limpia e intacta, manipularlos con las manos limpias y mantener una adecuada cocción.

La prevención de salmonelosis empieza en el momento de comprar: se evitarán huevos rotos, demasiado pequeños y deformes; se comprobará el etiquetado, que debe indicar la fecha de consumo preferente, la categoría de calidad y el peso del huevo, la forma de cría, el lugar donde se han envasado y clasificado y las recomendaciones de conservación; por último, deberán adquirirse huevos con la cáscara limpia, entera y sin signos de humedad.

En casa, los huevos deben conservarse en un lugar fresco, seco y a temperatura constante en la nevera (debe tenerse en cuenta que el cambio de temperatura contribuye a la desintegración de la cáscara y, por tanto, a su contaminación).

Antes de manipularlos para cocinar, hay que lavarse las manos y no separar las claras de las yemas con la cáscara, tampoco en el mismo recipiente (sartén, por ejemplo) donde se tenga intención de cocinarlos; es preferible hacerlo en un lugar aparte.

Imagen: Perfect_Lazybones

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La yersiniosis es una enfermedad que podemos contraer, si consumimos alimentos contaminados con la bacteria responsable: la Yersinia. Se trata de una enfermedad zoonótica (es decir, que se transmite de los animales a las personas) que afecta al tracto intestinal. Y es la tercera más frecuente de Europa. En las siguientes líneas, con ayuda de la Fundación Vasca para la Seguridad Alimentaria (Elika), te contamos qué es la Yersinia, cuáles son sus efectos en nuestra salud de la yersiniosis y cómo prevenirla con un buen manejo de los alimentos.

Qué es la ‘Yersinia’
La Yersinia no es una única bacteria, sino un género de bacterias conformado por más de diez especies. Dos de ellas son las que pueden causar toxiinfecciones alimentarias: la Yersinia enterocolítica y laYersinia pseudotuberculosis.

La Yersinia enterocolítica se encuentra, sobre todo, en el cerdo (en sus amígdalas, heces y tracto gastrointestinal). Es la responsable del 99 % de las intoxicaciones.

La Yersinia pseudotuberculosis se halla en animales domésticos y en animales salvajes (por ejemplo, cerdos, ciervos, aves silvestres y roedores), así como en aguas no tratadas.

A qué temperatura puede vivir la ‘Yersinia’
Uno de los principales problemas de estas bacterias es que pueden vivir y reproducirse en un rango muy amplio de temperatura. Resisten entre 0 y 42 ºC; por tanto, pueden sobrevivir dentro del frigorífico. «La capacidad de multiplicarse a bajas temperaturas es motivo de considerable preocupación», señalan desde Elika.

Y es que, además, permanecen viables a temperatura de congelación, por lo que sobreviven en alimentos congelados durante varias semanas. No solo eso: la Yersinia persiste más en los alimentos cocinados y platos preparados listos para su consumo que en los alimentos crudos, puede crecer en envases al vacío y en atmósfera modificada, y toleran muy bien las condiciones de pH alcalino, en comparación con las condiciones ácidas.

Cómo se transmite la ‘Yersinia’
La yersinia tiene tres vías de transmisión:

Por contacto directo con animales enfermos.
Por contaminación cruzada, tanto en las explotaciones ganaderas como en la transformación de los alimentos, y en la preparación y cocinado de los alimentos en casa.

Por consumo de alimentos contaminados con esta bacteria. Esta es la principal vía de transmisión.
Qué es la yersiniosis y cuáles son sus síntomas
La yersiniosis es una enfermedad gastrointestinal que afecta, sobre todo, a niños y jóvenes menores de 15 años, a los mayores de 65 años y a las personas inmunideprimidas. Tiene un periodo de incubación de entre 4 y 7 días, y sus síntomas pueden durar hasta 3 semanas.

síntomas de la yersinia y duración

En general, el cuadro clínico de la yersiniosis es similar al de una gastroenteritis. Los principales son los siguientes:

Diarrea
Vómitos
Fiebre
Dolor abdominal
Cómo prevenir la yersiniosis en casa
Los expertos de Elika señalan que gran parte de las yersiniosis ocurren en el hogar por un inadecuado cocinado (a menos de 70 ºC) y una insuficiente refrigeración de la carne y platos preparados. Entre las medidas de prevención, recomiendan estas cinco:

Usar agua y materias primas seguras. Lavar bien con agua corriente las frutas y hortalizas que vayan a consumirse crudas.
Mantener los alimentos a temperaturas seguras. Refrigerar los alimentos a temperaturas inferiores a 5 °C para limitar o reducir el crecimiento potencial.

Mantener la limpieza con la consiguiente desinfección de las superficies, utensilios y tablas para cortar.
Evitar la contaminación cruzada. Separar alimentos crudos y cocinados para evitar la contaminación cruzada.
Cocinar a más de 70 ºC. Cocinar completamente los alimentos (70 ºC) y mantenerlos calientes hasta su consumo. Refrigerar los excedentes lo antes posible (a menos de 5 ºC) y consumirlos en 24 horas, previamente recalentados.
Además de estas medidas generales de manipulación de alimentos, es importante tener en cuenta estas otras:

Mantener la cadena de frío durante el transporte, especialmente de los alimentos crudos susceptibles de ser contaminados con virus.

Cumplir las indicaciones de tiempo y temperaturas de conservación, así como la fecha de caducidad que figuran en el etiquetado de los alimentos.

No descongelar los alimentos a temperatura ambiente, sino en la parte baja del frigorífico.
No consumir embutidos de procedencia no garantizada.

Fuente: consumereroski.com

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Los coronavirus pueden sobrevivir durante un mes en carne congelada
Un reciente estudio señala que los coronavirus pueden sobrevivir en alimentos de origen animal, incluso cuando están congelados. Analizamos los datos de la investigación y explicamos por qué no hay motivo de alarma

Por:Mario Sánchez Rosagro 10 de agosto de 2022
coronavirus sobrevive en carne congelada
Imagen: iStock

«Los coronavirus pueden sobrevivir durante un mes en la carne congelada». Leer un titular así puede alarmarte. Y es lógico. El temor por contraer la covid-19 a través de los alimentos y sus envases alcanzó niveles preocupantes allá por 2020, cuando los consumidores acudíamos atemorizados al supermercado huyendo de la tos y el estornudo ajenos. ¿Lo recuerdas? En ese contexto caótico, entidades sanitarias como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) anunciaron que no había pruebas de que los alimentos fueran una vía de transmisión de SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la enfermedad covid-19. Aún así, la fiebre por desinfectar envases a diestro y siniestro se mantuvo durante largos meses. ¿Qué se sabe sobre esto a día de hoy? ¿Cuáles son las evidencias actuales de los coronavirus en alimentos?

Coronavirus y carne: qué dice el nuevo estudio científico

La Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene a día de hoy lo que decía la EFSA entonces, afirmando que «es muy poco probable que la covid-19 se transmita a través de los alimentos o de envases de productos alimenticios». Actualmente, casi todo el temor que sentían los consumidores en los supermercados se ha disipado.

Sin embargo, algunos medios de comunicación se han hecho eco en las últimas semanas de un nuevo estudio científico publicado en la revista Applied and Environmental Microbiology por científicos estadounidenses de Carolina del Norte y Texas, en EE UU, que advierte sobre la supervivencia de coronavirus en alimentos de origen animal, como carne y pescado. El estudio ha sido realizado en alimentos refrigerados y congelados a 4ºC y -20ºC, respectivamente, como carne de cerdo, vacuno, pollo, y salmón.

El origen de la investigación
Esta investigación ha sido motivada por los contagios dados en Asia en mataderos y zonas de producción de alimentos, espacios que se creía que podrían ser idóneos para la proliferación de la covid-19. También por la suposición de que el coronavirus SARS-CoV-2 podría haber llegado hasta la carne envasada de dichas zonas geográficas, algo que en Europa no planteó motivos de preocupación, tal y como afirmó la EFSA. Los investigadores también aluden, cómo no, al posible origen de la pandemia en un mercado de alimentos en Wuhan, China. Una motivación adicional para seguir investigando sobre la supervivencia de los coronavirus en alimentos.

En este sentido, el citado estudio ha arrojado interesantes conclusiones sobre algunos virus catalogados dentro de la familia de los coronavirus: pueden sobrevivir en carne y pescado refrigerados y también congelados durante 30 días. La investigación no se ha realizado específicamente con SARS-CoV-2, por desgracia, sino que ha utilizado dos tipos de coronavirus que infectan habitualmente a animales: MHV, virus de la hepatitis en ratones y TGEV, causante de gastroenteritis transmisible en cerdos. Además, también se ha estudiado la capacidad de supervivencia del bacteriófago Phi 6, ya que es un análogo y sustituto habitual del coronavirus en este tipo de estudios por su similar pico de proteínas.

¿Debemos preocuparnos por este hallazgo?
No es ninguna novedad que los coronavirus pueden sobrevivir a temperaturas frías e incluso de congelación cercanas a los -20ºC. Ya teníamos pruebas de ello antes. Lo que sí podemos extraer como novedoso de este análisis es la supervivencia de algunos coronavirus en alimentos concretos, como es el caso de la carne y el pescado.

coronavirus en comida congelada
Imagen: iStock
Además, debemos tener en cuenta que no solo la temperatura de conservación influye en la supervivencia de los coronavirus. También la temperatura de cocinado, así como otros parámetros relativos a la estabilidad de la membrana del virus como el pH o la humedad también resultan claves. Así lo muestran otros estudios como este, donde se examinó la adsorción —esta vez sí— del SARS-CoV-2 en las superficies de la carne, descubriendo que una interacción entre un pH menor a 5,5 y las fuerzas electrostáticas contribuía de manera importante a la supervivencia del virus.

Las limitaciones del estudio
No obstante, debemos tener en cuenta las limitaciones evidentes del estudio original que hemos analizado. Tal y como señalan los propios investigadores: “Una limitación de este estudio es el uso de coronavirus sustitutos en lugar del propio virus SARS-CoV-2. El objetivo principal de este estudio fue examinar la persistencia de los virus de ARN envueltos en productos alimenticios almacenados a temperaturas frías o congeladas”.

Además, los investigadores recomiendan que se siga investigando con experimentos similares que incluyan virus adicionales, como el SARS-CoV-2 y otros CoV humanos y animales que permitan estudiar mejor su supervivencia en una mayor variedad de carne, pescado y otros productos alimenticios. Así que, aunque este estudio no suponga una gran revolución, lo cierto es que necesitamos más investigaciones en esta línea para conocer datos adicionales sobre la naturaleza y capacidad de reproducción de los coronavirus en alimentos.

No debemos temer a la carne congelada
Nuevas investigaciones en el futuro podrían arrojar otros resultados más certeros, pero por el momento seguimos sin contar con pruebas lo suficientemente sólidas como para mostrar preocupación por la transmisión alimentaria de la covid-19. Todo sigue como hasta ahora. Así que no, este estudio no quiere decir que vayamos a enfermar de covid-19 por consumir carne congelada. Sobre todo si tenemos en cuenta los altos estándares de calidad y seguridad alimentaria de la Unión Europea.

En otras zonas del planeta puede no ser así, por lo que es importante reforzar los sistemas de control para evitar no solo la transmisión de coronavirus, sino de cualquier otro tipo de patógeno tradicional en alimentos que causa estragos en países con pocos recursos, como Salmonella, Campylobacter o Staphylococcus aureus.

Precauciones al manipular los alimentos
Otro asunto bien distinto es si contaminamos accidentalmente alimentos que posteriormente vayan a ser congelados en casa, por ejemplo. Ahora que sabemos que algunos coronavirus pueden sobrevivir en carne congelada durante bastante tiempo, es importante maximizar las medidas higiénicas si nosotros estamos contagiados. Algo que ya deberíamos tener más que interiorizado desde hace tiempo. Es decir, no deberíamos toser ni estornudar sobre los alimentos o cerca de ellos si estamos contagiados (y si no estamos contagiados de covid-19, tampoco).

Además, una cosa es que los coronavirus puedan sobrevivir en carne congelada y otra bien distinta que sean capaces de enfermarnos por esta vía. Como bien sabemos desde hace tiempo, el coronavirus SARS-CoV-2 se transmite vía aérea por pequeñas gotitas, aerosoles o fómites (objetos contaminados por el virus). La vía alimentaria sigue siendo poco propicia para la infección, ya que SARS-CoV-2 no es un patógeno alimentario. En resumen, nada nuevo en el horizonte. Con unas medidas básicas de higiene y manipulación de alimentos podemos mantener a raya al coronavirus igual que lo hemos hecho hasta ahora.

Fuente: consumereroski.com

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Además del fuego y el calor, la congelación es otra de las formas ancestrales de conservación de los alimentos. Detiene la proliferación de muchos de los microorganismos responsables del deterioro de los alimentos (aunque no siempre los elimina, solo los paraliza). Es perfecta para el pescado, porque elimina el anisakis (para ello se necesita congelar la pieza a –20 ºC o menos durante cinco días), o para el pulpo, porque rompe sus fibras y lo ablanda. Sin embargo, esta técnica resulta demoledora, por ejemplo, con frutas como las fresas, que pierden su textura y consistencia al volver a la temperatura ambiente. Nuevos sistemas pretenden encontrar solución.

De la congelación a la ultracongelación

¿Por qué se ablandan los vegetales congelados? Al aplicar temperaturas bajo cero, muchas frutas y verduras rompen sus estructuras celulares con la aparición de los cristales de hielo, lo que hace que pierdan su textura crujiente y se reblandezcan.

Esta técnica ha evolucionado hacia la ultracongelación, que reduce la formación de microcristales de hielo, haciendo que las carnes o los pescados congelados mantengan una calidad óptima al descongelarse. Cuanto menos hielo haya dentro de las células, menos probabilidades de que se rompan las paredes celulares y dejen los alimentos blandos.

El proceso de ultracongelación se lleva a cabo en tanques con nitrógeno líquido o dióxido de carbono a 40 grados bajo cero. Posteriormente, se sube la temperatura hasta los -18/-22 grados que encontramos en el supermercado y que mantendremos en el congelador de casa.

La técnica da resultados excelentes con los alimentos que tienen cantidades medias de agua, como carnes y pescados, incluso para las verduras de cocción —judías verdes, coliflor, zanahorias o menestras— y las frutas troceadas. Pero no termina de convencer para los vegetales en crudo, porque no quedan suficientemente crujientes.

Descongelar también es un desafío

Otro problema al que se enfrentan las bolsas de congelados es que, al descongelarse, los alimentos se deterioran mucho más rápido que el producto refrigerado. Esto se explica porque los microorganismos patógenos se reactivan y se reproducen con más facilidad gracias los líquidos del descongelado. Por eso, se desaconseja el recongelado.

La empresa Carburos Metálicos ha desarrollado la tecnología Freshline Superfresh, una combinación de congelación criogénica con envasado en atmósfera protectora. De esta forma los alimentos descongelados duran más. Y una buena noticia para el consumidor final: se podrían volver a congelar, siempre que la bolsa no se haya abierto y el primer descongelado se haya realizado en las condiciones adecuadas. Este sistema, no obstante, está aún pendiente de patente.

Cómo lograr sandía y tomate crujientes
se puede congelar tomate
Imagen: Klaus Hausmann

La empresa andorrana Nice Tech ha ido un paso más allá con un sistema patentado de congelado para productos hortofrutícolas que no emplea elementos químicos y no genera microcristales de hielo. De esta forma, se mantiene intacta la estructura de las células al congelarse y no se añaden elementos externos que pudieran modificar el sabor o la textura crujiente de los vegetales tras la descongelación.

Por ahora, sus clientes son cooperativas de agricultores o restaurantes a los que proveen de tomate en rodajas para las hamburguesas, aguacate en tacos para las ensaladas o sandía troceada para brochetas de frutas que pueden aguantar hasta tres años en el congelador. En España se han asociado a La Unión, una cooperativa de agricultores almeriense con la que han creado una gama de frutas y hortalizas congeladas. Comercializan pepinos, tomates, pimientos, melón y aguacate troceados y congelados.

Esta técnica permite aprovechar al máximo los años de buenas cosechas congelando aquello que no se va a vender de forma inmediata antes de que se eche a perder. La capacidad de congelación de esta planta hace posible, incluso, asumir encargos externos. Durante la erupción del volcán de La Palma, muchos plátanos afectados exteriormente por la ceniza y descartados para su venta en supermercados se trasladaron a su planta de El Ejido. Allí se trocearon y congelaron. De esta forma se evitaba el desperdicio alimentario que habría supuesto dejar que se pudrieran por falta de compradores. En este caso, su destino final serán comedores sociales.

Fuente: consumereroski.com

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