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Muchas veces, los apicultores se encuentran con colmenas que se han debilitado y no tienen fuerza suficiente para desarrollarse con rapidez y ser productivas. Ante esa situación, es necesario tomar decisiones para resolver el problema. Te explicamos los diferentes manejos para solucionar los problemas de colmenas débiles.

A todo apicultor se le plantea a menudo un dilema importante: qué hacer con una o varias colmenas débiles. Esta situación se da habitualmente al principio de la temporada, a finales del invierno. En ese momento, se descubren colmenas que han pasado mal la invernada y tienen poca población y muestran síntomas de debilidad. También puede suceder ya entrada la campaña, cuando el apicultor se da cuenta de que hay colmenas que no llevan el mismo ritmo y se quedan atrás, sin desarrollarse.

Sin embargo, no existe una fórmula que se pueda aplicar a todas las colmenas débiles. Cada una tiene su propio diagnóstico y su propia solución. El apicultor debe saber qué técnica de manejo es más apropiada en cada caso y situación. Sigue leyendo para saber cómo resolver los problemas de las colonias débiles. Te lo contamos, paso a paso.

ÍNDICE DEL ARTÍCULO
1 – Diagnóstico de colmenas débiles: ¿qué le pasa a la colonia?
2 –Reunión de colmenas débiles
3 – Refuerzo de una colmena débil con panales de cría
4 – Cambio de reina en colmenas débiles
5 – Recuperación de colmenas débiles con tácticas de alimentación
6 – Bibliografia empleada

Saber qué hay que hacer para recuperar una colmena débil es uno de los conocimientos más complejos de adquirir en apicultura. Si no se acierta con el diagnóstico y el tratamiento, seguramente la colmena no saldrá adelante. Por tanto, el apicultor debe ser capaz de hacer un análisis acertado de cuál es la situación y elegir el camino más adecuado para solventarla.

1 – Diagnóstico de colmenas débiles: ¿qué le pasa a la colonia?
Todo empieza con el diagnóstico. El apicultor debe detectar lo antes posible la mala marcha de una colmena. Esto no siempre es fácil. Las más de las veces, la colmena entra en declive durante el invierno, cuando las revisiones son menos frecuentes y cuando las colonias están paradas, lo que puede dificultar la detección del problema. En estos casos, el apicultor suele descubrir los síntomas al final del invierno, cuando la colonia no arranca como debería.

En otras ocasiones, la situación de debilidad se manifiesta ya entrada la temporada, a lo largo de la primavera o incluso del verano. En estos casos, la colonia se debilitará en un momento en que el campo tiene alimento, sin que concurran situaciones de frío o escasez.

Panal afectado de polilla en un colmenar castigado por la sequía
La sequía produce debilidad en las colmenas, que se vuelven vulnerables a problemas como la polilla. Foto: Seachange_Au, en Flickr.

En el caso de que las colmenas débiles estén enfermas, se impone iniciar rápidamente el tratamiento necesario para lograr su curación. A veces, la enfermedad está tan avanzada o es tan contagiosa y peligrosa que es mejor destruir la colonia. Sin embargo, para la mayoría de las patologías existen tratamientos eficaces.

Motivos para la debilidad de las colmenas
Si no contamos con las enfermedades como causa de la debilidad, hay que pensar en otros motivos para explicar esa situación. Los más frecuentes son estos:

Mal manejo previo. Si en otoño o invierno no se ha llevado a cabo un buen manejo, garantizando suficientes reservas alimenticias y cuidando que la colonia esté bien protegida, la colmena se ha podido debilitar hasta no tener fuerza como para arrancar la temporada.

Exceso de explotación. Hay situaciones de debilidad producidas por una excesiva explotación por parte del apicultor. Puede ser que una colmena sea demasiado exprimida para producir núcleos, paquetes o reinas, o para cosechar polen. Son manejos demasiado exigentes que acaban por estresar y debilitar la colonia.

Falta de campo. Si la zona en la que están las colmenas no ofrece suficiente alimento, bien porque el clima no acompaña o bien porque hay demasiados colmenares en la zona, puede darse una caída grave en el ingreso de néctar y polen, degenerando rápidamente en debilidad.

Falta de reservas y frío. Uno de los problemas más habituales que generan debilidad en las colmenas es, sencillamente, la falta de reservas. Un invierno muy largo puede hacer que las abejas consuman su miel y no tengan suficiente alimento para poner en marcha la nueva temporada. La debilidad llegará por hambre e, inevitablemente, acarreará la muerte por frío e inanición, salvo que se corrija el problema.

Reina de mala calidad o vieja. A menudo, el problema está en una reina envejecida o desgastada. En estos casos, la colonia puede iniciar un proceso natural de sustitución, pero es mejor acelerar esos pasos para que se recupere cuanto antes.

Colmena zanganera. Si la reina ha muerto o se ha agotado su fertilidad, la colonia puede volverse zanganera. Es una situación sin remedio, salvo que el apicultor la detecte a tiempo y tome medidas para recuperar una colmena zanganera.

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Síntomas y signos visibles para identificar las colmenas débiles
Cuando se revisan las colmenas, el apicultor debe estar pendiente de muchos signos para comprender y analizar su estado. Para detectar la debilidad, hay algunos síntomas inequívocos que lanzan señales de alarma:

Pérdida de peso. Uno de los síntomas más visibles de la debilidad de una colmena es la pérdida de peso. A menudo, los apicultores tantean a mano sus colonias para detectar estas pérdidas de reservas. Es más sencillo con una báscula que monitorice constantemente la colmena. Sin embargo, la caída del peso no siempre es mala señal: simplemente las abejas transforman alimento en cría, más ligera. El apicultor deberá comprender esta situación y, si es preciso, alimentar para que las abejas mantenga esa nueva cría.

Serrín en las piqueras. Si la colonia está consumiendo demasiados recursos, o si ha tenido que desopercular reservas de emergencia, es fácil ver que en la piquera se acumula serrín de cera procedente de los opérculos. Es señal de que el consumo de reservas se ha disparado y de que se puede producir un desequilibrio que lleve a la pérdida de vigor por parte de la colonia.

abejas muertas en la piquera de una colmenas débiles
Abejas muertas en la piquera: un claro síntoma de debilidad. Foto: JP Goguen, en Flickr.

Abejas muertas. Una de las señales inequívocas de que algo va mal en una colmena es la presencia de muchas obreras muertas en la piquera o sus inmediaciones.

Pocas abejas en el exterior. A medida que acaba el invierno, las colmenas empiezan sus primeros trabajos de pecorea. Las más fuertes muestran gran actividad en las piqueras, sobre todo en las horas centrales del día. Las débiles tienen muy poca actividad, signo que deberá llamar la atención del observador.

Deyecciones sobre la pared y la piquera. Si aparecen deyecciones (heces) sobre la pared y la piquera, puede ser síntoma de problemas de salud, como nosemosis y otras enfermedades.

Poca cría. Una vez abierta la colmena, el apicultor ya puede evaluar mejor la presencia de recursos y decidir si los aumenta. Sin embargo, lo que más debe preocuparle es la falta de cría. Si la temporada ya ha empezado y hay colmenas que ya tienen panales con cría, no debería haber colonias rezagadas. Las que lo estén y tengan muy poca cría estarán, sin duda, débiles y será necesario analizar por qué lo están. Si es una cuestión de alimentación, de enfermedad o de mala calidad de la reina.

Poca cantidad de abejas. Muchas veces, la poca cantidad de cría se debe a que la colmena tiene muy pocas abejas y no puede permitirse más cría. Eso ralentiza mucho el desarrollo y requiere un reequilibrio. En general, se considera que por debajo de 400 abejas, la colonia ya no es viable. Sin embargo, una colmena se considerará débil si sale del invierno con menos de tres cuadros cubiertos de abejas.

Exceso de cría de zánganos. Si al abrir la colonia se aprecia un exceso de zánganos y solo hay cría de machos, la colmena será zanganera.

Retraso en el ‘blanqueo’ de cera. Una señal inequívoca de que una colmena va bien es el llamado ‘blanqueo’, la aparición de cera nueva blanca y limpia. Aparece en forma de panales estirados para acoger cría o reservas y es un claro síntoma de vigor y fuerza. Si la mayoría de colmenas ya ‘blanquea’, habrá que ver qué sucede en las que no lo hacen.

abejas estirando cera en un panal
Panales “blanqueados”, con cera nueva, síntoma de fuerza en la colmena. Foto: Richardoyork, en Flickr.

Ante cualquiera de estas situaciones, el apicultor debe interpretar los síntomas y hacer un diagnóstico certero que debe responder a dos cuestiones fundamentales:

1 – ¿Qué le pasa a la colmena? Puede ser que sea una falta puntual de alimento, que la temporada invernal haya sido muy dura, que el campo no produzca néctar y polen en invierno o verano… También puede ser que la reina sea vieja o defectuosa, que la colonia se haya vuelto zanganera o, simplemente, que tenga alguna enfermedad. La varroa, por ejemplo, debilita silenciosamente las colmenas y, si el apicultor no es consciente, acabará por matarlas.

2 – ¿La situación tiene arreglo? A menudo, no hay solución y las colmenas débiles están ya en un estado irrecuperable. En esos casos, el apicultor debe optar por sacrificar esas colonias, bien reuniéndolas con otras, bien, simplemente, dispersando al aire las pocas abejas que queden y retirando o cerrando la colmena.
Una vez que se sabe qué le sucede a la colonia y se ha determinado que se puede salvar, es necesario poner en marcha cuanto antes el manejo necesario.

2 –Reunión de colmenas débiles
Quizá sea la estrategia de manejo más empleada por los apicultores para resolver el problema de una colmena débil. La idea es reunir dos o más colonias flojas en una sola que, al sumar todos los recursos, mejore rápidamente.

Hay muchas técnicas para reunir colmenas, cualquiera de ellas es útil. En todo caso, se debe tener siempre en cuenta que, aunque se hayan reunido, siguen siendo colonias en dificultades. Si la debilidad procede de una reina vieja o desgastada, no se solucionará con la reunión, sino que, además, será necesario cambiar la reina en cuanto la colonia unificada se estabilice.

A veces, la mejor forma de actuar es reunir la colonia débil con otra zanganera, que aportará sus recursos alimenticios y sus pecoreadoras. Otras veces, si la debilidad se detecta entrada la primavera o incluso en verano, la mejor solución es reunir la colmena débil con un núcleo o con un enjambre. También un jabardo puede ayudar en esta forma de trabajar.

En cualquier caso, siempre se debe apoyar la reunión con alimento estimulante que anime a la reina a poner rápidamente. También será conveniente vigilar la evolución de la nueva colmena, prestando atención a su estado sanitario y verificando que ‘arranca’ con fuerza tras la unificación.

3 – Refuerzo de una colmena débil con panales de cría
Otra estrategia para combatir la debilidad de las colmenas consiste en reforzarlas con panales con cría. Esta técnica es efectiva, pero se debe utilizar con cuidado. En primer lugar, la cría que se aporte debe estar operculada. Por un lado, nacerá antes. Por otro, no se obligará a las abejas a alimentar toda esa cría: sencillamente, se contribuiría a debilitarla más.

A partir de ahí, se debe evaluar si la colonia débil tiene suficientes abejas para recibir esa cría operculada. Aunque consume menos recursos, es necesario mantenerla caliente, y si las abejas son tan pocas que no pueden cubrir los panales, simplemente esa cría fracasará. Por tanto, se deben aportar panales en función de la capacidad que tenga la colmena débil de asimilarlos.

Otro enfoque sería aportar panales de cría que, además, lleven abejas nodrizas. Esto se logra sacudiendo ligeramente los cuadros para que las pecoreadoras que puedan tener se queden en la colmena donante.

Abejas caminando sobre un panal de cría operculada, lista para aplicar la técnica de rasca la cría.
Abejas caminando sobre un panal de cría operculada. Foto: Rebeca Leaman.

Y, finalmente, un método de trabajo propuesto por Carmelo Salvachúa y Elena Robles pasa por contar con colmenas de apoyo e, incluso, colmenares de apoyo. Es decir, dedicar una parte de las colonias a servir de “banco” para el resto. A medida que hay colmenas débiles, se van reforzando con cría, abejas y reservas procedentes de esos colmenares de apoyo.

De nuevo, este manejo debe tener como complemento la aportación de alimento a la colonia reforzada (y, a veces, también a la que ha donado material vivo).

4 – Cambio de reina en colmenas débiles
Una de las causas más frecuentes para explicar la situación de las colmenas débiles es el deterioro de la reina. A medida que se hacen mayores, las reinas pierden capacidad de puesta y se van desgastando.

Lo normal es que las abejas pongan en marcha un proceso de sustitución de las reinas, generando nuevas princesas y matando a la vieja. Sin embargo, este procedimiento no siempre se da, por pura debilidad de la colonia. Otras veces, tarda tanto que se acentúa demasiado la situación de falta de vigor y puede que el relevo llegue demasiado tarde.

Por tanto, lo mejor es que el apicultor acelere el recambio forzándolo. La forma más simple es matar a la reina vieja y dejar que las abejas produzcan una nueva. Sin embargo, esto dará lugar a celdas reales de emergencia, que no siempre tienen la calidad deseada. Por eso, una vez orfanizada la colonia, la mejor solución es introducir una nueva reina, fecundada, virgen o en forma de celda real operculada. Así, se adelanta la presencia de una reina y se asegura su calidad.

Para determinar si el problema de la debilidad está en la reina, el apicultor atenderá a la cría. Las reinas desgastadas ya no ponen huevos de forma ordenada: saltean la cría, dejan zonas sin poner o simplemente ponen muy poco, en pequeños círculos o rodales de cría. Además, las reinas viejas suelen presentar daños: alas rotas, falta de pelo en el abdomen… Son signos de que la edad puede con ellas.

Jaula de transporte de reinas, preparada para insertarse en un núcleo. Apicultura y miel.
Una vez recogidas, las reinas se introducen en jaulas de transporte. Foto: Penn State, en Flickr.

En todo caso, el apicultor debe marcar sus reinas para controlar la edad. Sabiendo cuándo nacieron, es más fácil entender si el problema de la colonia tiene que ver con su desgaste. En términos generales, se recomienda sustituir las reinas cada dos años. De esta forma, una reina nacida en primavera de 2023 haría la campaña de ese año y la de 2024. Después, debería ser reemplazada en el otoño de 2024 o al principio de la primavera de 2025. Así, se garantiza que las colmenas tienen siempre reinas jóvenes, fuertes y de calidad.

5 – Recuperación de colmenas débiles con tácticas de alimentación
En la mayoría de los casos, las situaciones de debilidad se resuelven con aporte de alimento. Sin embargo, el apicultor debe tener claro qué tipo de alimentación requiere cada momento del año y cada situación.

Otoño. La alimentación en otoño puede ser de dos tipos. De estímulo (líquida) al principio del otoño, para generar mucha población de cara al invierno, o para superar procesos como el rascado de la cría en la lucha contra la varroa. Y sólida, ya más entrado el otoño, para generar reservas que permitan a las abejas superar el invierno con más garantía.

Invierno. En la parte más dura del invierno, la mejor alimentación posible es la miel. Para reforzar una colonia débil en invierno, nada como rodear el bolo de abejas con dos panales bien cargados de miel. Si no se dispone de ella, se puede optar por soluciones como el candi o los preparados alimenticios sólidos (pastas) que ofrecen las casas de material apícola. Después, a medida que se acerca la primavera, la forma de alimentar será utilizando tortas ricas en proteínas. Eso reforzará a la colonia para encarar el inicio de la campaña.
Primavera. En esta época, la alimentación será líquida y consistirá en jarabes azucarados que simulen la entrada de néctar. Generalmente, se administran con alimentadores y, además de darle energía a la colmena, animará a la reina a poner más.

bolsa de alimento sobre panales de una colmena
Una bolsa de plástico con alimento sólido. Foto: Ajr595,. en Flickr.

Cambiar la cera. La cera vieja, ennegrecida por el uso, es un vector de enfermedades y problemas. Se aconseja cambiar un 30 por ciento de los panales cada año por láminas de cera estampada. Se evitará así que la cera acumule hongos, restos de tratamientos médicos y otros patógenos.

Reducir espacio. Una forma muy frecuente de ayudar a una colmena débil es reducir el espacio en su interior. Los apicultores suelen utilizar los llamados “ponchos”. Son trozos de plástico con los que envuelven por arriba y por un lado los panales que tienen abejas y reservas, aislándolos del resto y reduciendo así el espacio en la colmena. También se pueden utilizar divisores de poliespán u otros materiales. Al reducir el espacio, la colonia tiene que calentar menos volumen de aire y consume mucho menos, con lo que se recupera mejor.

Reparar colmenas. Las colmenas rotas, mal aisladas, húmedas o enmohecidas pueden hacer que la colonia pierda calor, o que entren roedores u otros animales que se coman las reservas. Hay que mantener siempre las cajas en buen estado.

una colmena muerta, resultado de las colmenas débiles
Imagen de una colmena muerta. Foto: BBC, en Flickr.

Como se puede ver, son muchas las razones para que un apicultor se encuentre con colmenas débiles. Lo más importante es que sepa identificar la causa de esa falta de vigor y que pueda adoptar las medidas idóneas para corregirla.

6 – Bibliografia empleada
Biri, Melchiorre & Prats, Carmen (1988) El gran libro de las abejas. Barcelona: Editorial de Vecchi.

Jean Prost, Pierre (2007) Apicultura. Conocimiento de la abeja. Manejo de la colmena. Barcelona: Editorial Mundi Prensa.

Lasanta, Eugenio. Apicultura práctica tradicional y moderna: La esencia en el hexágono. Madrid: Liber Factory.

Philippe, Jean-Marie (2008) Guía del apicultor. Utilizable en todas las regiones apícolas del mundo. Barcelona, Omega.

Robles, Elena & Salvachúa, Carmelo (2012) Iniciación a la apicultura. Tecnología y calendario. Madrid: Editorial Mundi Prensa.

Robles, Elena & Salvachúa, Carmelo (2007) Gestión zootécnica del vigor de las colonias de abejas. Bilbao: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Robles, Elena & Salvachúa, Carmelo (2003) Manual de apicultura práctica. A Coruña: Sector apícola galego.

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Con la introducción de cultivos modificados genéticamente, pesticidas más potentes y de uso más frecuente, y un clima que cambia rápidamente, las colonias de abejas están desapareciendo rápidamente en muchas partes del mundo.

Las abejas son uno de los polinizadores más valiosos, responsables de la polinización del 80% de las plantas del mundo. Eso significa que 1 de cada 4 bocados de comida que comemos se debe al duro trabajo de las abejas. Sin ellas, nuestro suministro de alimentos disminuiría drásticamente, y la vida tal y como la conocemos, se vería gravemente alterada.

Además, la demanda de miel ha hecho que muchas marcas comerciales de miel racionalicen la producción alimentando a las abejas con una dieta de jarabe de maíz, en lugar de flores silvestres, lo que hace que las abejas enfermen.

¿Por qué salvar a las abejas?
Desde las manzanas hasta las almendras, pasando por la calabaza, tenemos que dar las gracias a las abejas.

Ahora, una enfermedad conocida como Colony Collapse Disorder está provocando la caída en picado de las poblaciones de abejas, lo que significa que estos alimentos también están en peligro. Sólo en Estados Unidos, más del 25% de la población de abejas melíferas ha desaparecido desde 1990. Las abejas son uno de los muchos animales, como pájaros, murciélagos, escarabajos y mariposas, llamados polinizadores.

Los polinizadores transfieren el polen y las semillas de una flor a otra, fertilizando la planta para que pueda crecer y producir alimentos. La polinización cruzada ayuda a prosperar al menos al 30% de los cultivos del mundo y al 90% de nuestras plantas silvestres. Sin las abejas para esparcir las semillas, muchas plantas -incluidos los cultivos alimentarios- morirían.

Según un artículo publicado en Newsweek, un estudio realizado el año pasado encontró 35 pesticidas y fungicidas, algunos en dosis letales, en el polen recogido de las abejas que se utilizaban para polinizar los cultivos alimentarios en cinco estados de Estados Unidos. Se descubrió que las abejas que comían polen contaminado con fungicidas tenían tres veces más probabilidades de ser infectadas por un parásito relacionado con el colapso de las colonias.

¿Qué podemos hacer para ayudar a las abejas?
Sencillo y complicado a la vez, tener un jardín beneficioso para las abejas. Hablamos de algunas plantas con mucho polen que facilitarán el trabajo de las abejas y quizá también les ayuden a salvarse.

Plantas autóctonas con flor. Las plantas más beneficiosas y fáciles para tu jardín son siempre las autóctonas. Las plantas autóctonas se encuentran de forma natural en tu región, por lo que están especialmente adaptadas a las condiciones de cultivo, la fauna y el clima locales. Las plantas autóctonas de floración abierta son las mejores para las abejas, y puedes consultar en tu vivero local. Las plantas de una sola flor son más fáciles de acceder para las abejas y suelen proporcionar más néctar y polen que sus versiones híbridas de doble flor. Busca flores orgánicas y tradicionales que tus abuelos o bisabuelos hayan plantado en sus jardines. Las abejas tienen una excelente percepción por el color, así que no temas mezclar tu paleta de colores de floración. Les gustan especialmente los azules, morados, blancos y amarillos.

Hierbas. Las hierbas aromáticas son el mejor aliado. No sólo las adoran las abejas, sino que son comestibles, ayudan a controlar las poblaciones de insectos invasores, huelen bien y tienen un aspecto maravilloso. Muchas hierbas se auto-siembran (especialmente si hay muchas abejas mezclando el polen), así que asegúrate de plantarlas donde vayas a tenerlas. Además, otras hierbas, como la menta y el tomillo, se extienden como un loco, así que cultívalas en macetas o en jardines bien delimitados. La borraja, la hierba gatera, el eneldo, la melisa, la menta, la lavanda, la salvia, el romero, la albahaca, la mejorana y el tomillo son muy populares entre los polinizadores. Deja que algunas de las plantas de hierbas florezcan y plántalas entre las hortalizas de tu jardín para aumentar las cosechas.

Puedes empezar por estas plantas:

Lavanda
Romero
Salvia
Melisa
Girasol
Mejorana
Hierba gatera
Tomillo
Menta
Albahaca
Arándano
Manzanilla
Azafrán
Orégano
Milenrama

Abeja en flor. Imagen: Kletr Shutterstock

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Un estudio científico ha analizado la orientación de las colmenas para determinar si el hecho de que la piquera se orienta hacia un lado u otro influye en el rendimiento de la colonia. Aunque las diferencias encontradas no son demasiado significativas, los científicos han establecido algunos patrones que permiten sacar conclusiones interesantes.

¿Hacia dónde debe mirar una colmena? ¿Cuál es la orientación más interesante? ¿Debe mirar hacia la salida del sol? ¿Al mediodía? ¿A la puesta de sol? Los apicultores llevan siglos discutiendo esta cuestión y no suelen ponerse de acuerdo: hay teorías que dicen que la mejor orientación de las colmenas es hacia el este, otras hacia el sur y otras, hacia el oeste o incluso el norte.

Para tratar de aclarar este largo debate, un equipo de investigadores del Carl Hayden Bee Research Center de los Estados Unidos ha hecho una serie de pruebas de campo con diferentes orientaciones y sistemas de monitorización de las colmenas. Sus hallazgos acaban de publicarse en la revista Journal of Apicultural Research, una de las más prestigiosas del mundo. El trabajo, firmado por William Meikle, Milagra Weiss y Eli Beren, trata de aportar luz a este asunto, que ha sido tratado por otros muchos investigadores. Sigue leyendo para conocer los resultados de esta investigación.

ÍNDICE DEL ARTÍCULO
1 – El problema de la orientación de las colmenas
2 – Resultados de la investigación: cuál es la mejor orientación de las piqueras
3 – Orientación de las colmenas: consejos básicos
4 – Bibliografia empleada

1 – El problema de la orientación de las colmenas
Hace mucho tiempo que los apicultores debaten cómo orientar correctamente las colmenas. Una orientación hacia el este, hacia la salida del sol, parece ofrecer ventajas en verano, cuando hace mucho calor y las abejas prefieren estar sombreadas. Y también en invierno, porque reciben luz y calor más temprano. Sin embargo, esta orientación hace que rápidamente se quede la piquera en el lado en sombra de la colmena.

Los que prefieren la orientación sur dicen que es una posición intermedia y, por tanto, válida en todo momento. Por su parte, los que consideran que una colmena debe mirar al oeste aseguran que, de esa forma, las abejas aprovechan más el día y pecorean más horas. Sin embargo, las orientaciones sur y oeste presentan problemas con el calor: demasiadas horas de sol sobre la piquera.

abejas entrando a una colmena a través de un agujero
En estado silvestre, las abejas no se definen por una orientación concreta. Foto: Orangeaurochs, en Flickr.

En torno a estas tres ideas se ha discutido mucho y los manuales de apicultura no siempre se ponen de acuerdo. Además, también hay que tener en cuenta el lugar donde estén las colmenas, el clima de esa zona y otros factores determinantes para decidir la correcta orientación de las colmenas.

Y, en realidad, no sirve observar a las abejas, porque, si pueden elegir, no se decantan por una orientación concreta: para ellas parecen más relevantes las condiciones interiores de la colmena. Cuando buscan ubicaciones en la naturaleza, los enjambres eligen lugares de una determinada capacidad, que estén elevados del suelo, sean estancos y tengan una entrada pequeña y fácil de defender. A partir de ahí, no se decantan por una orientación u otra.

Por tanto, resolver cuál es la orientación de las colmenas más adecuada sigue siendo un problema para los apicultores. El trabajo de Meikle y sus colaboradores publicado en Journal of Apicultural Research aporta algunos datos que permiten aclarar esta cuestión.

2 – Resultados de la investigación: cuál es la mejor orientación de las piqueras
La investigación de estos científicos parte de un objetivo claro: averiguar qué orientación es más favorable para la actividad de las abejas. Pretendían saber de qué forma la orientación influye en su capacidad de cosechar más miel y en el consumo de recursos dentro de la colonia. Así, tras revisar la literatura científica al respecto, partieron de una hipótesis fuerte: la orientación debe ser importante para la actividad de las abejas, al menos durante una parte del año.

Para averiguarlo, tomaron 20 colmenas, las dividieron en cuatro grupos de cinco colonias cada uno y las situaron mirando a los cuatro puntos cardinales. Para orientarlas, fueron moviéndolas poco a poco, en lapsos de entre 2 y 10 días, para evitar confusiones en las abejas.

abejas en la piquera de una colmena con la orientación de las colmenas al este
Abejas, en la piquera de una colmena. Foto: Quisnovus, en Flickr.

Todas eran colonias sanas, con reinas jóvenes y fuertes, y con un mínimo de un kilogramo de abejas. Las colmenas eran Langstroth estándar, de 10 panales y pintadas.

El lugar de ubicación se situó al norte de la ciudad de Tucson, en Arizona, una zona en la que son frecuentes los mezquites, árboles que dan una de las mieles más exclusivas del mundo. También cactus, creosota, alfalfa y otras plantas melíferas. El periodo de análisis empezó el 1 de abril de 2019 y acabó en junio de 2020.

Cada colmena se colocó sobre una báscula electrónica, un dispositivo inteligente capaz de monitorizar continuamente el peso de la colmena, así como otros parámetros. Además, en el interior de cada colonia se colocó un sensor de temperatura conectado a la red. Son equipos habituales ya en la llamada apicultura de precisión.

Con estos dispositivos y la observación, analizaron cuatro puntos clave:
Inicio de la mañana. Momento en el que la colonia inicia su actividad cada día.
Fin del día. Momento en que las abejas cesan la actividad exterior.

Cantidad de pecoreadoras. Se calculó la cantidad de abejas pecoreadoras diarias.
Cada día se tomó la referencia del peso de cada colmena y su variación con respeto al día anterior.
Además, en repetidas inspecciones se valoró el estado de cada colmena, su evolución, la cantidad de cría y otros indicadores de buena salud.

Análisis de los datos de invierno
Tras un año de muestreo y recogida de información, los investigadores pudieron iniciar el análisis de los datos y obtener resultados. En el artículo explican que la orientación tuvo influencia en algunos parámetros, pero no en otros.

Así, sus datos prueban que, entre diciembre de 2019 y marzo de 2020, las colmenas orientadas al este comenzaron la actividad de vuelo diaria 50 minutos antes que las colmenas orientadas al oeste y terminaron la actividad de vuelo 57 minutos antes que las colmenas orientadas al sur.

colmenas cubiertas de nieve
En invierno, la orientación al este da peores resultados. Foto: Andrea Mantelli, en Flickr.

Por otra parte, las colmenas que miraban al este (a la salida del sol) tenían un 27 por ciento menos de pecoreadoras al principio de la temporada. Además, perdían menos peso diario, un 40 por ciento menos que las orientadas al norte, y su temperatura promedio fue 7 grados más baja que las que miraban al este. Es decir, su actividad fue mucho más baja.

Análisis de los datos de primavera
Dada la configuración del periodo de análisis, la primavera fue el único tramo del año que se pudo monitorizar dos veces. Así, entre abril y junio de 2019 y el mismo bimestre de 2020 se han encontrado diferencias. En el segundo año, las colmenas que miraban al este empezaban a trabajar mucho más temprano, hasta 24 minutos antes que las otras. Sin embargo, en 2019 no se había registrado esta diferencia, con lo que los datos no son concluyentes.

En ese año, para los meses de abril a junio, las colmenas que se orientaban al este presentaban mucha menos cantidad de pecoreadoras.

Conclusiones del estudio
Con estos resultados, los investigadores consideran que la orientación de la piquera “puede ser un factor que afecte al comportamiento de la colonia, particularmente durante las épocas del año en que tanto la luz como la temperatura limitan la actividad de vuelo y donde las colmenas están completamente expuestas al sol”.

Por otro lado, los resultados muestran que el factor en el que más impacta la orientación es en el momento de inicio de la actividad de la colmena. Esto se debe a que la luz del sol incide más temprano en las colmenas con orientación al este. A cambio, la orientación oeste hace que las abejas trabajen hasta más tarde.
Los investigadores consideran que esta diferencia puede ser muy importante en épocas del año en que los recursos disponibles en el campo sean escasos y se concentren en un momento del día. Esto sucede, por ejemplo, con muchas plantas que tienen más néctar por la mañana, cuando la temperatura es más fresca.

Además, las colmenas que se orientaban hacia la salida del sol también tuvieron una pérdida diaria de peso de la colmena un 40% menor que las colmenas orientadas al norte durante el período de invierno. Las principales fuentes de pérdida de peso de la colmena son pérdidas de abejas adultas, consumo de alimentación y pérdida de humedad del metabolismo de las abejas y del secado del néctar.

Pese a estas diferencias, lo cierto es que el estudio no encuentra cambios en la cantidad de cría y de abejas adultas relacionados con la orientación de las piqueras.

Y, finalmente, algo que sí deja claro el estudio es que la peor orientación de todas es la que mira al norte. Las otras tres (este, sur y oeste) tienen sus ventajas y sus desventajas.

3 – Orientación de las colmenas: consejos básicos
A la vista de los resultados del estudio, parece claro que la orientación de las colmenas hacia el este tiene algunas ventajas: arrancan antes a trabajar y parece que consumen menos recursos que, por ejemplo, las que miran al norte.

En todo caso, a la hora de ubicar las colmenas hay que tener en cuenta esa orientación. Y, por supuesto, es básico contar con datos como la climatología.

abejas en entrada de una colmena con la orientación de las colmenas al oeste
Abejas en la piquera. Foto: Rebecca Leaman, en Flickr.

Así, en zonas muy cálidas, conviene orientar las colmenas más hacia el este. De esa forma, aprovecharán mejor las mañanas y no tendrán tanto calor en las tardes largas y calurosas del verano. En estos lugares, conviene incluso sombrear las colmenas con árboles o cobertizos.

En cambio, en lugares más fríos, la orientación más aconsejable es al sur o hacia el oeste. Así, en invierno, las abejas podrán aprovechar mejor las horas más cálidas del día.

Como se puede ver, la orientación de las colmenas es un factor importante que se debe tener en cuenta a la hora de instalar un apiario. ¿Cómo orientas tus colmenas? Cuéntanoslo en los comentarios.

4 – Bibliografía empleada
Biri, Melchiorre & Prats, Carmen (1988) El gran libro de las abejas. Barcelona: Editorial de Vecchi.

Jean Prost, Pierre (2007) Apicultura. Conocimiento de la abeja. Manejo de la colmena. Barcelona: Editorial Mundi Prensa.

Lasanta, Eugenio. Apicultura práctica tradicional y moderna: La esencia en el hexágono. Madrid: Liber Factory.

Philippe, Jean-Marie (2008) Guía del apicultor. Utilizable en todas las regiones apícolas del mundo. Barcelona, Omega.

Robles, Elena & Salvachúa, Carmelo (2012) Iniciación a la apicultura. Tecnología y calendario. Madrid: Editorial Mundi Prensa.

Meikle, W; Weiss, M. & Beren, E. (2023) Effects of hive entrance orientation on honey bee colony activity. Journal of Apicultural Research. DOI: 10.1080/00218839.2023.2165769

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Dalan Animal Health, Inc. una empresa biotecnológica pionera en la salud de los insectos, ha anunciado que el Departamento de Agricultura de EE. UU. ha concedido una licencia condicional para la vacunación de las abejas melíferas contra la enfermedad de la Loque Americana causada por larvas de Paenibacillus.

Las abejas melíferas son un componente esencial de la agricultura. Un tercio del suministro mundial de alimentos depende de la polinización, y unas colmenas comerciales sanas son esenciales para garantizar un alto rendimiento de los cultivos. Sin embargo, las abejas melíferas están afectadas por la loque americana, sin que exista hasta actualmente ninguna solución segura y sostenible para la prevención de la enfermedad. Los casos clínicos manifiestos de loque americana son de declaración obligatoria en EE. UU. y Canadá, y el único método de tratamiento consiste en incinerar las abejas, las colmenas y los equipos infectados.

«Se trata de un paso adelante emocionante para los apicultores, ya que dependemos de un tratamiento antibiótico de eficacia limitada y que requiere mucho tiempo y energía para aplicarlo a nuestras colmenas», explica Trevor Tauzer, propietario de Tauzer Apiaries y miembro de la junta directiva de la Asociación de Apicultores del Estado de California. «Si podemos prevenir que nuestras colmenas se infecten, podemos evitar costosos tratamientos y centrar nuestra energía en otros elementos importantes para mantener sanas a nuestras abejas».

«Estamos comprometidos a ofrecer soluciones innovadoras para proteger a nuestros polinizadores y promover la agricultura sostenible. El crecimiento de la población mundial y el cambio climático aumentarán la importancia de la polinización de las abejas melíferas para asegurar nuestro suministro de alimentos. Nuestra vacuna es un gran avance en la protección de las abejas melíferas. Estamos dispuestos a cambiar la forma en que cuidamos de los insectos, lo que repercutirá en la producción de alimentos a escala mundial», declara la Dra. Annette Kleiser, directora general de Dalan Animal Health.

La bacterina fue desarrollada por Dalan Animal Health y la fabrica Diamond Animal Health (Des Moines, IA), una filial propiedad al cien por cien de Heska. «Estamos muy agradecidos por la ayuda y la asistencia que Diamond ha sido capaz de ofrecer, no solo en el desarrollo de la fabricación, sino también en la experiencia reguladora», dice Kleiser. El USDA ha concedido la licencia condicional en primera instancia por dos años. Dalan distribuirá la vacuna de forma limitada a los apicultores comerciales y prevé tener la vacuna disponible para su compra en Estados Unidos en 2023.

Fuente:
Ian Murphy
Dalan Animal Health, Inc.

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En Chile la productividad de la mayoría de las explotaciones comerciales de palto cultivar Hass es baja comparada con su rendimiento potencial y con el promedio de producción obtenido en países de características agronómicas similares. Las hipótesis que intentan explicar esta baja productividad son numerosas e incluyen factores ambientales, como el clima, suelo y manejo de variables agronómicas (riego, fertilización y poda, entre otras). Sin embargo, también existen factores biológicos que inciden fuertemente en la productividad, entre los que destaca el proceso de polinización. El correcto manejo de las colmenas y de las abejas es de gran importancia en la polinización del palto Hass, y po consiguiente, en su rendimiento.

polinización del palto HassAbejas y polinización

Los estudios en Chile y el extranjero han demostrado que, dadas las características de las flores y la compleja floración del palto, es imprescindible la participación de insectos que transporten el polen entre las flores. La abeja de miel es el insecto más importante que cumple este rol en las principales zonas productoras de Chile (cuadro 1).

La polinización es el proceso por el cual el polen se traslada desde las partes masculinas de la flor (antera del estambre) a las partes femeninas (estigma del pistilo) de la misma o de otra flor de la misma especie.

En el caso del palto la flor es hermafrodita (posee pistilo y estambres), pero la maduración de sus órganos sexuales se produce generalmente desfasada, por lo que la autopolinización es casi nula. En el cultivar Hass la flor abre solo dos veces en su existencia.

La primera, durante algunas horas de la mañana el estigma de su pistilo (órgano femenino) es receptivo y los estambres que generan el polen están inmaduros. Luego se cierra y solo vuelve a abrirse durante la tarde del día siguiente, cuando el estigma ya no está receptivo, y el polen sobre los estambres está apto, en un régimen de floración denominado tipo “A”.

Floración y otros factores

Existen otras variedades que tienen un régimen tipo “B”, en que la primera apertura de la flor es en la tarde y sólo con el estigma receptivo, cerrándose para volver a abrirse durante la mañana del día siguiente, con el polen disponible y el estigma no receptivo. Estas variedades tipo “B” son las que se utilizan como polinizantes y su manejo adecuado permite lograr una polinización cruzada.

Todo lo anterior implica que se requiere algún mecanismo efectivo que transporte el polen entre flores diferentes. Dado que los granos de polen del palto tienden a pegarse unos a otros, la contribución del viento (o polinización anemófila) es poco probable.

Abejas y polinización del palto Hass

Polinización

Ello explica que este frutal sea una de las especies de reconocida dependencia de las abejas (u otros insectos), lo que se denomina polinización entomófila. Para una polinización efectiva, varios granos de polen deben ser depositados sobre la superficie del estigma en su momento receptivo.

Sobre el estigma el polen germina, crece y desarrolla el tubo polínico por el que viaja el núcleo espermático para llegar al óvulo, donde se produce la fertilización y, posteriormente, la formación de la semilla.

Los procesos fisiológicos vinculados a la apertura floral, desarrollo del tubo polínico y viabilidad del óvulo están asociados a una temperatura ambiente superior a 13ºC. Los insectos también dependen de la temperatura para desarrollar sus actividades. Por ejemplo, las abejas comienzan a ser activas y a recolectar polen y néctar sobre la misma temperatura indicada.

Insectos asociados a las flores del palto

El palto florece en racimos compuestos o panículas de hasta un centenar de pequeñas flores localizadas en los extremos de los brotes o en las axilas de las hojas de los brotes. Una planta adulta sana produce normalmente una gran cantidad de flores, que pueden alcanzar a millares, aunque solamente una fracción muy pequeña de ellas se convierte en frutos maduros.

Las flores son de un verde amarillento, poco vistosas, pequeñas y de escasa fragancia, lo que puede parecer poco atractivo para los insectos. Sin embargo, producen néctar y polen que atraen a una alta diversidad de insectos (cuadro 2).

Entre los diferentes órdenes de insectos que se pueden observar, los himenópteros son los más diversos, encontrándose incluso algunas abejas nativas.

En zonas de clima mediterráneo como Chile, se ha determinado que la abeja de miel ( Apis mellifera L.) contribuye en más de un 80% al proceso de polinización del palto. Para las abejas el néctar del palto puede constituirse en una fuente nutritiva muy importante, lo que no sucede con el polen.

Estudios realizados en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso señalan que el polen del palto constituye un porcentaje inferior al 3,5% del total colectado por las abejas.

El polen y la polinización del palto Hass

El polen de la flor del palto no sería preferido por la abeja de miel, como fuente proteica y vitamínica, debiendo buscar otras flores para obtenerla. Entre las abejas recolectoras de la colmena, un grupo colecta néctar, otro néctar y polen, y una fracción menor sólo polen.

Estas últimas visitan únicamente flores masculinas y no contribuyen en forma directa con la polinización, mientras que aquellas que van por néctar o néctar y polen, visitan flores en estado femenino y masculino.

Esto es muy importante, porque implica que la flor del palto es polinizada por los granos de polen transportados a la flor femenina sobre diversas partes del cuerpo de las abejas que recolectan néctar, indistintamente de flores masculinas y femeninas.

La experiencia muestra que la producción de néctar es variable entre temporadas, aun habiendo una floración similar. Hay años en que se cosecha miel de palto y en otros no. La situación probablemente se relaciona con algún efecto del ambiente sobre la fisiología del palto.

Una oferta diversificada de fuentes de néctar en el huerto o sus alrededores es un factor que afecta la polinización.

Abejas y polinización del palto Hass

El néctar de las flores en la polinización del palto Hass

El néctar de las flores de los cítricos es más atractivo, por lo tanto su presencia floreciendo al mismo tiempo tendrá un efecto negativo sobre la tasa de polinización del palto. Asimismo, existen especies vegetales nativas o malezas que “compiten” con la flor del palto por la atracción de polinizadores.

La acción de las abejas también es afectada por el tamaño de los huertos. Por ejemplo en los de menos de 5 hectáreas, las abejas pueden preferir otras especies, a diferencia de huertos grandes, donde la oferta de otras plantas es menor. En estos casos debe manejarse la cantidad de abejas en cada huerto.

Polinizantes y su distribución

Particularmente en la variedad Hass, desde la etapa de diseño del huerto debe considerarse la incorporación intercalada de variedades polinizantes tipo “B”. Se cree que el ciclo floral antes descrito favorece la polinización cruzada que contribuye a dar una mayor resistencia al fruto ante situaciones de estrés del árbol.

Los estudios demuestran que las variedades a utilizar para obtener una polinización efectiva dependen de la zona. Por ejemplo, el cultivar Ettinger es efectivo en Israel, Edranol en Chile y Zutano, Fuerte y Bacon en California.

Abejas y polinización del palto Hass

Los aspectos más importantes en la selección de un cultivar polinizante son la compatibilidad del ciclo floral con el del cultivar Hass, y la cantidad suficiente de polinizantes distribuidos de modo de maximizar la posibilidad de que el polen llegue en la cantidad y oportunidad necesarias.

El mejor efecto se obtiene cuando están próximos a los árboles Hass, ya que las abejas tienden a visitar en un mismo vuelo un área que no sobrepasa de 3 árboles. Existe una combinación que implica incluir un 11% de plantas polinizantes para obtener un diseño que siempre deja un árbol polinizante rodeado de Hass.

Roles del agricultor y apicultor

El proceso de polinización considera una participación activa del agricultor y del apicultor que arrienda sus colmenas. Ambos tienen responsabilidades para obtener el mejor resultado. El agricultor debe tener su plantación en condiciones adecuadas en cuanto a polinizantes, poda, fertilización, riegos, libre de plagas, enfermedades y malezas que puedan interferir.

La responsabilidad del apicultor es aportar las colmenas en buenas condiciones. Esto significa que las colmenas tengan una buena población tanto de abejas recolectoras como crías, ya que estas últimas estimulan a las abejas a recolectar polen y néctar para su alimentación.

El apicultor, además, debe cumplir con la fecha que le han indicado como la más efectiva para llegar con las colmenas.

En caso de muerte de colmenas o detección de colmenas que no cumplen con las condiciones mínimas, deben ser repuestas. En caso de hacer manejos específicos durante la floración para optimizar la polinización, el apicultor debe participar activamente, vigilando el estado de las colmenas o alimentándolas si fuese necesario.

El éxito del proceso es clave para que el agricultor mantenga su actividad, y así vuelva a solicitar los servicios del apicultor durante las temporadas siguientes.

La colmena estándar en la polinización del palto Hass

Aunque no existe una definición clara acerca de qué es “una buena colmena para polinizar”; hay aproximaciones que deben ser compartidas por el agricultor y el apicultor. Frecuentemente se considera el peso de las colmenas o la presencia de alzas en ellas como una referencia de calidad.

Estos parámetros no siempre reflejan una buena colmena, ya que el peso puede indicar mucha miel, pero no necesariamente una adecuada población de abejas recolectoras. Tampoco la presencia de una o más alzas es suficiente, ya que pueden estar vacías o la colmena puede no tener reina o crías.

Manjeo de la colmena

La condición más relevante es la presencia de una reina joven y en postura; y una población abundante de abejas: 7 a 8 marcos con abejas, de los cuales 4 a 5 deben tener crías. Otro factor importante es que la colmena esté libre de parásitos o enfermedades como varroasis, nosemosis, acariosis, loque y otras plagas que disminuyan su actividad.

Una de las mejores formas de reconocer la calidad polinizadora de una colmena, es observar el flujo de abejas por la piquera. Se estima que la entrada de 60 abejas por minuto, contabilizadas a mediodía, con temperatura ambiente sobre 20°C, indica una adecuada población de recolectoras.

Así, el agricultor chequea de una manera fácil y rápida si las colmenas se encuentran en condiciones de cumplir su objetivo. Es importante que esta prueba sea realizada por ambos interesados, quienes acordarán las acciones a tomar si alguna de las colmenas no cumple la “norma”.

Abejas y polinización del palto Hass

Manejo de colmenas durante la polinización del palto Hass

Para lograr una polinización más eficiente, se recomienda: Inicio de la polinización: es conveniente que las colmenas lleguen al huerto una vez iniciada la floración; para evitar que las abejas busquen otras fuentes de alimento atractivas.

Es aconsejable ingresar las colmenas en dos parcialidades; la mitad cuando exista al menos un 10% de floración y la otra mitad cuando el huerto está en plena floración. Una alternativa práctica es incorporar las colmenas en forma escalonada, llegando al total durante plena floración. Es muy importante que las abejas estén presentes en los huertos durante todo el periodo de floración.

Algunos apicultores dejan definitivamente durante todo el año las colmenas en el huerto; lo que disminuye los costos, estrés y pérdidas de abejas que implica el transporte masivo del material biológico en un periodo reducido.

Distribución y orientación de las colmenas

En huertos de paltos en plena floración, las abejas recolectoras trabajan en un radio que no sobrepasa los 250 m de la colmena. Por lo tanto se recomienda distribuir homogéneamente los grupos de colmenas a una distancia menor a 200 m; abarcando todas las plantas con la actividad de las abejas, para que no queden “lagunas” sin polinizar.

Dado que muchos de los huertos no consideran espacios para las colmenas; a menudo no hay posibilidad de escoger y se debe usar lo que exista disponible.

Las colmenas deben ser ubicadas de preferencia en lugares asoleados; con la piquera mirando al norte u oriente y sobre banquillos que las aíslen de la excesiva humedad natural o la generada por los equipos de riego. Esta orientación permite que la radiación solar directa seque la humedad antes de que se acumule en el área de la piquera. En las plantaciones en laderas; la distribución y orientación óptima es más difícil comparada a los terrenos planos.

Volcamiento de colmenas

Lo mismo ocurre con la estabilidad del material; es común que se produzcan volcamientos de las colmenas, en especial luego de una lluvia de intensidad media a alta. Cantidad de colmenas: actualmente en Chile se utilizan 10 colmenas por hectárea (ha) y no se considera otros factores que influyen en el proceso de polinización; por ejemplo; la cantidad de flores de otras plantas –sean de malezas u otros cultivos, como cítricos– que compiten con las del palto, y la superficie que debe ser polinizada.

Experiencias en el extranjero

En el extranjero los especialistas recomiendan 8 colmenas/ha en “años normales”; 4 o menos en años secos y 10 o más en años con precipitaciones abundantes que originan floraciones en otras plantas que atraen también a las abejas.

Cuando el cultivo a polinizar presenta dificultades, por ejemplo una época muy temprana de floración, incompatibilidad de los polinizantes; distribución o mala calidad de las variedades polinizantes, o cualquier otro factor que influya negativamente, conviene aumentar la cantidad de colmenas/ha; ya que es la manera más segura de incrementar la cantidad de abejas en las flores y, por lo tanto, tener una mayor polinización.

Si el huerto es suficientemente grande y las abejas no disponen de flores alternativas, probablemente menos de 10 colmenas/ha serán suficientes para una polinización efectiva.

Control de hormigas y malezas

La hormiga argentina Linepithema humile (Mayr) es uno de los peores enemigos de las colmenas. Ingresa a ellas para extraer la miel y transportarla a sus nidos; ocasionando en poco tiempo que la colonia abandone la cámara de cría y alzas. Las colmenas deben colocarse sobre banquillos que permitan monitorear y controlar permanentemente las hormigas.

La presencia de malezas que obstruyan la piquera o permitan el ascenso de hormigas es otro factor que debe ser monitoreado y manejado siempre. Otras consideraciones: durante los días calurosos y secos las abejas necesitan agua para diluir los azúcares cristalizados del néctar.

Se sugiere disponer recipientes con agua sobre una plataforma flotante para evitar que las abejas vuelen grandes distancias buscando una fuente de agua.

Actualmente el palto es el cultivo frutal que más abejas demanda en Chile por concepto de arriendo para polinización.

El contenido de este artículo fue preparado por: Sergio de la Cuadra, Ingeniero Agrónomo y Fernando Rodríguez, Biólogo M.Sc., para www.inia.cl.

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Un 40% de las abejas mueren cada año como resultado de enfermedades, pesticidas y el cambio climático, en parte porque los apicultores comerciales no ven las señales de advertencia. Ahí es donde entra Beewise, una colmena inteligente impulsada por la inteligencia artificial. Usando robótica de precisión, visión por ordenador e inteligencia artificial, una casa de abejas, que cuesta 15 dólares al mes y podría albergar 2 millones de abejas, vigila los insectos 24 horas al día, 7 días a la semana.

Cuando una colmena se expone a, digamos, parásitos o experimenta temperaturas irregulares, su sistema responde inmediatamente aplicando alguna solución programada.

El uso de esta tecnología inteligente puede duplicar la capacidad de polinización y la producción de miel, a la vez que disminuye la tasa de mortalidad de las colonias.

«No sólo las abejas no mueren«, dice Saar Safra, director general de Beewise. «Ellas prosperan«.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El zumbido de las abejas ahoga el retumbe del brazo robótico, que trabaja con una eficacia que ningún apicultor humano podría igualar.

Una tras otra, la máquina escanea pilas de panales que, en conjunto, podían albergar hasta dos millones de abejas.

El brazo las inspecciona en busca de enfermedades, controlando la presencia de pesticidas e informando en tiempo real de cualquier peligro que amenazara a la colonia.

Colmena inteligente: La tecnología para salvar a las abejas

La colmena de nueva generación fue desarrollada por la empresa israelí Beewise, que afirma que este tipo de atención permanente es lo que se necesita para minimizar el riesgo de colapso de las colonias.

El número de abejas ha disminuido drásticamente en todo el mundo, debido a la agricultura intensiva, uso de pesticidas, plagas y el cambio climático.

Las empresas han buscado diferentes tecnologías para intentar frenar el colapso masivo de las colonias.

La colocación de sensores en las colmenas tradicionales de madera o métodos para hacer frente a la pérdida de abejas, como la polinización artificial.

¿Cómo funciona Beewise?

La colmena de Beewise, del tamaño aproximado de un remolque de carga, alberga 24 colonias.

En su interior, está equipada con un brazo robótico que se desliza entre los panales, visión por ordenador y cámaras. Las aberturas con códigos de colores en los laterales permiten a las abejas entrar y salir.

«Todo lo que haría un apicultor, el mecanismo robótico puede imitarlo y hacerlo más eficazmente sin cansarse; sin irse de vacaciones y sin quejarse»; dice el director general Saar Safra.

Esto incluye la recolección de miel, la aplicación de medicamentos y la combinación o división de colmenas.

Beewise consiguió 40 millones de dólares de financiación de inversores privados; y más de 100 de sus sistemas están en uso en Israel y Estados Unidos.

 

Puedes ver este video sobre la colmena digital

Fuente: ecoinventos

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Por: Alejandro Tena

Están desapareciendo, pero a nadie parece importarle. Los insectos se están extinguiendo a un ritmo cada vez más elevado sin que organismos internacionales presten atención a este drama. Así lo entiende la Asociación de Entomología Española, que, con la bibliografía científica actual, estima que en los últimos años se han perdido el 70% de las poblaciones voladoras de Europa. La tasa de extinción de estos seres, los populares bichos, es hasta ocho veces superior que la de los animales vertebrados y las consecuencias podrían desencadenar problemas a múltiples niveles.

De acuerdo con  el medio Público»los insectos pasan desapercibidos y su desaparición también, a pesar de que tiene una importancia tremenda», dice José María Hernández, vicepresidente de la Asociación Española de Entomología, que considera que la pérdida de individuos es ya un problema de «escala global» por la funcionalidad biológica de estos seres. «No es que vayan a desaparecer todos los insectos, porque son un grupo hiperdiverso, pero sí constatamos ya una bajada en su riqueza y en su abundancia, lo que puede derivar perfectamente en una catástrofe ambiental, por mucho que no se hable de ello», expone.

Esa catástrofe tiene que ver con la utilidad de muchos de estos seres, cuyas poblaciones no hacen otra cosa que menguar como consecuencia de la crisis climática y de la presión del ser humano sobre los ecosistemas. Los polinizadores son la cara visible de cómo un problema de biodiversidad puede convertirse un problema económico y social global. Este tipo de fauna –abejas, mariposas o algunos tipos de moscas, entre otros– son esenciales para que los cultivos puedan tener un rendimiento adecuado y producir el fruto plantado.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 75% de los cultivos dependen de alguna u otra manera de estos animales para la polinización. En términos productivos, el porcentaje es más bajo, y se estima que el 35% de los alimentos cosechados dependen de los insectos polinizadores, lo que sigue siendo un porcentaje preocupante en mitad de una coyunta de crisis climática donde las temperaturas podrían condicionar aún más el declive de estos seres vivos. Las poblaciones de mariposas y de abejorros, por ejemplo, ya han descendido un 25% desde 1991 en la mayor parte de los países europeos, según los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

«Esto tiene unas consecuencias importantes a nivel económico», indica Theo Oberhuber, portavoz de Ecologistas en Acción. Un informe de dicha organización publicado recientemente estima que por cada euro que produce un cultivo de manzana, 92 céntimos no serían posibles sin polinización. En el caso de los arándanos, la cifra se sitúa en los 80 céntimos; 78 céntimos en el kiwi; y 50 en la fresa. Los insectos polinizadores aportan 2.400 millones de euros de valor asociado agrícola en España. «A corto plazo ya estamos viendo los efectos de los cambios del uso del suelo y del uso desmesurado de pesticidas y biocidas», comenta el experto. «A largo plazo las consecuencias podrían ser peores por el cambio climático, que es un factor más que agravará la situación».

Pero el rendimiento agrario no es el único elemento perjudicado por el descenso de las poblaciones de insectos. Hernández señala el papel de algunas especies coprófagas o coleópteras, como los escarabajos, en la limpieza del campo. «Estos animales son descomponedores, lo que quiere decir que se alimentan de la materia fecal de los herbívoros. Son los responsables, en buena medida, de que los prados donde pasta el ganado extensivo esté limpio, sin ellos estarían saturados de excrementos y no serían sostenibles para la ganadería», advierte el entomólogo.

Están desapareciendo, pero a nadie parece importarle. Los insectos se están extinguiendo a un ritmo cada vez más elevado sin que organismos internacionales presten atención a este drama. Así lo entiende la Asociación de Entomología Española, que, con la bibliografía científica actual, estima que en los últimos años se han perdido el 70% de las poblaciones voladoras de Europa. La tasa de extinción de estos seres, los populares bichos, es hasta ocho veces superior que la de los animales vertebrados y las consecuencias podrían desencadenar problemas a múltiples niveles.

«Los insectos pasan desapercibidos y su desaparición también, a pesar de que tiene una importancia tremenda», dice José María Hernández, vicepresidente de la Asociación Española de Entomología, que considera que la pérdida de individuos es ya un problema de «escala global» por la funcionalidad biológica de estos seres. «No es que vayan a desaparecer todos los insectos, porque son un grupo hiperdiverso, pero sí constatamos ya una bajada en su riqueza y en su abundancia, lo que puede derivar perfectamente en una catástrofe ambiental, por mucho que no se hable de ello», expone.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 75% de los cultivos dependen de alguna u otra manera de estos animales para la polinización. En términos productivos, el porcentaje es más bajo, y se estima que el 35% de los alimentos cosechados dependen de los insectos polinizadores, lo que sigue siendo un porcentaje preocupante en mitad de una coyunta de crisis climática donde las temperaturas podrían condicionar aún más el declive de estos seres vivos. Las poblaciones de mariposas y de abejorros, por ejemplo, ya han descendido un 25% desde 1991 en la mayor parte de los países europeos, según los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

«Esto tiene unas consecuencias importantes a nivel económico», indica Theo Oberhuber, portavoz de Ecologistas en Acción. Un informe de dicha organización publicado recientemente estima que por cada euro que produce un cultivo de manzana, 92 céntimos no serían posibles sin polinización. En el caso de los arándanos, la cifra se sitúa en los 80 céntimos; 78 céntimos en el kiwi; y 50 en la fresa. Los insectos polinizadores aportan 2.400 millones de euros de valor asociado agrícola en España. «A corto plazo ya estamos viendo los efectos de los cambios del uso del suelo y del uso desmesurado de pesticidas y biocidas», comenta el experto. «A largo plazo las consecuencias podrían ser peores por el cambio climático, que es un factor más que agravará la situación».

Pero el rendimiento agrario no es el único elemento perjudicado por el descenso de las poblaciones de insectos. Hernández señala el papel de algunas especies coprófagas o coleópteras, como los escarabajos, en la limpieza del campo. «Estos animales son descomponedores, lo que quiere decir que se alimentan de la materia fecal de los herbívoros. Son los responsables, en buena medida, de que los prados donde pasta el ganado extensivo esté limpio, sin ellos estarían saturados de excrementos y no serían sostenibles para la ganadería», advierte el entomólogo.

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Por: Natalie Devenin. Diseñadora Industrial y Master en Nuevos Hábitos Alimentarios

¿Puede haber algo más onírico y placentero que un manto multicolor de flores frescas y aromáticas, cual desierto florido? ¿Pues qué tal un delicado pétalo, de la más delicada flor, dejándose caer sobre su boca? Y si a esto ¿le agregamos una copa de espumante?

Pues sí, esta experiencia sensorial poco común para la mayoría, es algo que podemos experimentar en distintos contextos. Lentamente, las flores comestibles han ganado un espacio dentro del mercado chileno, y al parecer, llegaron para quedarse y marcar una huella visual, tan llamativa como esa escena de “American Beauty”.

Desde antaño, las plantas y flores han cumplido distintos roles, en diversas culturas. Desde una función meramente ornamental, a ser utilizadas como medicina natural, e incluso como veneno, según sea su dosis y preparación. La mayoría de nosotros está acostumbrado al consumo de hierbas medicinales, plantas silvestres que podemos encontrar en el campo, e incluso en nuestros jardines, pero comer flores, es otra cosa. El preparar e ingerir infusiones en base a diversas hierbas es algo que forma parte de la cultura, con una connotación de sanación y cuidado natural. Podemos encontrar hierbas envasadas y diversos productos fitoterapéuticos en farmacias. Pero, ¿y las flores?

Las flores tienen una connotación diferente, más asociada al lujo, placer y cosmética. Su principal uso es en un contexto de alta gastronomía, apelando a una experiencia sutil y única, sin dejar de lado sus funciones benéficas.

En el año 2009, el Ministerio de Salud de Chile lanzó un catastro de plantas medicinales, llamado “Medicamentos Herbarios Tradicionales, 103 especies vegetales” (éste puede encontrarse fácilmente en internet, y descargarse como pdf), el que busca difundir información y “revalorizar el acervo cultural autóctono” sobre el consumo de plantas con propiedades para la salud. En éste  se pueden encontrar sus características descriptivas, su uso doméstico medicinal e información sobre sus orígenes y una ficha técnica.

Este catastro cuenta con 103 plantas validadas por el MinSal, entregando indicaciones de uso, las cuales incluyen ocasionalmente la incorporación de sus flores para preparar infusiones, compresas y en algunos casos, su uso gastronómico, como es el caso de la Borraja (Borago Officinalis), una flor muy atractiva tanto en su forma y color, cuyo origen proviene de la zona mediterránea europea y Asia menor. Esta flor, que puede ser utilizada en ensaladas, tortillas u otras preparaciones, tiene propiedades diuréticas, sudoríficas, depurativas y anti-inflamatorias. Esta flor puede ser conseguida en formato fresco, a través de “Toronjil Cuyano”, un proyecto apoyado por INDAP, en la zona de Limache, V Región de Chile.

Otro ejemplo de emprendimiento chileno relacionado a flores comestibles, es un proyecto apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria, bastante destacado y novedoso, fácil de encontrar en ferias gastronómicas y mercados gourmet. Este es el caso de Alupra, una Pyme de la zona de La Araucanía, cuyo equipo emprendedor decidió revalorizar la exótica flor nacional, el copihue. Sin embargo, Alupra ofrece una propuesta de consumo diferente, pues su oferta consiste en pétalos de copihue en formato de conserva, con una versión salada, a modo de carpaccio, para acompañar y decorar platos, y otra versión dulce, para innovar en postres y cócteles.

Otro ejemplo que podemos encontrar en el mercado nacional es el caso de un producto australiano, Wild Hibiscus, también una flor en conserva utilizada principalmente para cócteles, con una impresionante presentación, un Hibiscus sumergido en una copa de espumante, añadiendo un toque de color audaz y vibrante. Aparte de estos ejemplos poco convencionales, se pueden encontrar también otros productos un poco más tradicionales, como la mermelada de pétalos de rosa, de producción artesanal.

En base a esto, podemos ver que poco a poco, las flores se van ganando un nuevo espacio en nuestros paladares curiosos. Ahora las flores son un bien multisensorial por descubrir, que entretienen nuestra vista, olfato, gusto y tacto.

¿Podrían las flores cultivadas convertirse en un ítem gastronómico deseado como experiencia de consumo para los chilenos? Aún hay mucho por explorar y mucha materia prima para experimentar… Bienvenidos sean los valientes innovadores que nos provean de nuevas experiencias con las flores comestibles.

Fotografía: Inao

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Introducción

 

Durante los últimos años ha aumentado la superficie de producción hortícola bajo plástico en Magallanes y de la Antártica Chilena en desmedro de la cultivada al aire libre. Ello, en conjunto con la disminución en las áreas verdes o jardines aledaños, ha provocado una reducción en la biodiversidad de la entomofauna asociada a la huerta. La incorporación de herramientas como el establecimiento de bandas florales promueven un mayor equilibrio biológico y favorecen la permanencia de fauna autóctona y auxiliar tan necesaria para el control de plagas y enfermedades en los cultivos hortícolas.

bandas florales¿Qué son las bandas florales?

 

Las bandas florales son un conjunto de flores que además de ser muy decorativas otorgan fuentes de alimentación (néctar y polen) para los polinizadores (Figura 1), los cuales ayudan a incrementar la calidad y rendimiento de los cultivos.

bandas florales

Figura 1. Polinizador Bombus terrestris, alimentándose en flor de Rubdeckia (marzo, 2021).

El néctar y polen que otorgan las flores constituyen una fuente de alimento esencial para los predadores y parásitos de insectos perjudiciales para los cultivos. Por ello, las bandas florales al atraer a los controladores naturales ayudan indirectamente a tener una mejor sanidad de los cultivos y con ello disminuir los costos de tratamientos fitosanitarios.

Las estructuras de las plantas actúan como un refugio para albergar insectos y artrópodos del suelo (carábidos y arañas, por ejemplo) quienes también cumplen un rol de biocontroladores.

Sitio de establecimiento y manejo de las bandas florales

 

Para favorecer la oportuna intervención de la entomofauna autóctona y auxiliar, las bandas florales deben establecerse en un lugar cercano a los cultivos (Figura 2); tales como los bordes perimetrales del huerto, en las cabeceras de las camas o en la entrada de los invernaderos; es decir en todos los espacios donde no se cultive y en donde no afecten negativamente el desarrollo del cultivo.

Las bandas florales no necesitan un mantenimiento muy intensivo, salvo el correspondiente abonado y riego. Es importante monitorear la fauna auxiliar que eventualmente podría verse atraída por las flores. Las flores espontáneas que pudiesen emerger en el huerto constituyen un buen complemento de las bandas florales . Se estima que una banda floral debe ocupar un 2% del huerto (INTA Argentina).

bandas florales

Figura 2. Bandas florales en evaluación INIA Kampenaike (marzo 2021).

Selección de especies

 

Para optimizar el espacio y los beneficios de las bandas florales, es muy importante seleccionar adecuadamente sus especies componentes. En primera instancia se deben priorizar especies autóctonas; de lo contrario privilegiar aquellas con una floración lo más prolongada posible, de manera que cubran varios meses.

Por ejemplo, una especie de floración más temprana que el inicio de la temporada hortícola, atraerá oportunamente la entomofauna benéfica. Las especies seleccionadas para la banda deben ser fáciles de sembrar, resistentes a las condiciones climáticas de la región y además deben presentar una coloración vistosa y variada; y en lo posibles con distintas formas de estructura floral (ej. tipo campanulada Figuras 3 y 4).

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Figura 3. Flor de Phacelia, estructura tipo campanulada (enero 2021). Figura 4. Flor de Amapola mix, estructura tipo campanulada (enero 2021).

Mientras más variada sea la banda, más diversa serán las comunidades de polinizadores e insectos benéficos que visiten la huerta; ya que contarán con mayor cantidad de alimento y un hábitat en donde podrán reproducirse y así mantenerse cerca de los cultivos realizando su labor de controladores biológicos desde el inicio y hasta el término de la temporada productiva.

Especies más aptas para bandas florales

 

Algunas de las flores que pueden ser de utilidad en la región para formar bandas florales son las de tipo compuestas (asteráceas); tales como: caléndula, zinnia, margarita, crisantemo, cosmos, rubdeckia, ajenjo, manzanilla, cardo, achicoria; y las de tipo umbelíferas (apiáceas) como el cilantro, perejil, zanahoria, eneldo, aliso, anís y apio. Otras especies de leguminosas como vicia, trébol y alfalfa también son beneficiosas.

Estas especies atraen y refuerzan las poblaciones de sírfidos (como la mosca tigre, ver Figuras 5 y 7) y otros dípteros depredadores (Figura 6). Si se dispone de otras especies de hierbas aromáticas u ornamentales; se pueden incluir en la banda floral, siempre y cuando éstas no compitan con los cultivos, producto de su hábito de crecimiento.

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Figura 5. Mosca tigre (sírfido) en flor Gipsophila. Figura 6. Díptero en flor de Aliso (Puerto Natales, marzo 2021). Figura 7. Mosca tigre en hojas de calafate (febrero 2021).

Cuadro 1. Calendario fenológico especies florales, evaluadas en INIA Kampenaike.

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Evaluación de bandas florales

 

Con el objetivo de evaluar la adaptación a las condiciones climáticas de la región de diferentes especies que pudiesen aportar una fuente de alimento para los polinizadores; durante la temporada 2020-2021 se estableció una banda floral de 82 m2 en INIA Kampenaike.

El estudio además monitoreó la fenología de las especies de la banda (Cuadro 1). El listado de las especies evaluadas es el siguiente: Cosmos sulfureus, Zinnia gigante, Cosmos bipinnatus, Rubdeckia, Gipsophila, Amapola mix, Amapola roja, Caléndula y Phacelia.

Fuente: inia.cl

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