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El cambio climático ha ocurrido durante toda la historia del planeta. A partir de los primeros miles de millones de años de formación, dichas modificaciones se han presentado por causas naturales que incluyen: cambios en la órbita terrestre, alteraciones en la excentricidad del planeta, actividad volcánica intensa e impactos de meteoritos.

El uso del fuego en la quema de rastrojos es una práctica tradicional de la agricultura chilena, que se emplea por su bajo costo y rápida eliminación de residuos. Sin embargo, no es favorable, debido a la muerte de organismos y microorganismos encargados de la descomposición de la materia orgánica, aireación del suelo y liberación de nutrientes disponibles para las plantas.

Así mismo, produce una pérdida importante de nutrientes, principalmente nitrógeno amoniacal, reduciendo con ello la fertilidad natural de los suelos agrícolas y aumentando la probabilidad de erosión.

La quema de rastrojos representa también un problema, por la contaminación ambiental que genera la liberación de monóxido de carbono (CO), compuestos nitrogenados (NO2), hidrocarburos y material particulado fino, que es la fracción de mayor impacto en la salud de la población.

Cambio climático y sus efectos en la agricultura
El cambio climático ha ocurrido durante toda la historia del planeta. A partir de los primeros miles de millones de años de formación, dichas modificaciones se han presentado por causas naturales que incluyen: cambios en la órbita terrestre, alteraciones en la excentricidad del planeta, actividad volcánica intensa e impactos de meteoritos (Rivera, 1999).

Desde hace 10.000 años el planeta ha experimentado una relativa estabilidad climática, sin embargo, hoy existe un amplio consenso científico en que el actual fenómeno del cambio climático es un hecho inequívoco, causado principalmente por la acción de la humanidad. “Desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios.

La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado”. Estimaciones de las emisiones globales de gases de efecto invernadero indican que para el año 2030 la temperatura de la tierra aumentará 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales (IPCC, 2019).

El cambio climático y la convención de la Naciones Unidas
De acuerdo con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), se entiende por cambio climático a “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.

Por otra parte, el calentamiento global se refiere al aumento sostenido de la temperatura media de la atmósfera y los océanos en las últimas décadas, atribuido a las actividades humanas y, por tanto, a la generación de Gases La evidencia científica advierte que tenemos unos cinco años por delante para evitar el peligroso cambio climático, que se generaría si la temperatura global promedio aumenta más de 2°C sobre los niveles preindustriales.

Chile será una de las regiones más afectadas si superamos dicha barrera. Así, las proyecciones regionales indican que es probable que suba la frecuencia e intensidad de los incendios forestales (lo ocurrido en el verano de 2017; con más de 600.000 hectáreas quemadas, confirma dichas proyecciones); que disminuyan las precipitaciones (excepto en la zona austral), y se produzca un aumento de la incidencia de la sequía y de las temperaturas extremas.

El cambio climático y la agricultura
En este contexto, la agricultura juega un papel fundamental, pero dual; ya que no sólo es responsable de una parte importante de las emisiones de Gases con Efecto Invernadero a la atmósfera (50% del metano y 70% del óxido nitroso); sino que también puede contribuir a su mitigación; a través del secuestro del carbono atmosférico y su retención como carbono orgánico de los suelos (COS).

Una segunda razón es porque la capacidad de producir alimentos para nuestra población y de exportar en un contexto de cambio climático; dependerá fundamentalmente de nuestra capacidad de mantener o incrementar la productividad primaria de los suelos.

El manejo sostenible de éstos; incorporando prácticas agronómicas que preserven o incrementen el contenido de materia orgánica es esencial para la adaptación al cambio climático y; por ende, para la viabilidad de la agricultura chilena. Los efectos adversos del cambio climático son considerados como amenazas cuyos impactos pueden poner en riesgo el desarrollo de los países y la integridad ecosistémica a nivel mundial.

Especies vegetales cuya quema influye en el cambio climático
Numerosas especies vegetales y animales debilitadas actualmente por la contaminación y la pérdida de hábitat, no sobrevivirán los próximos años. Los análisis científicos también señalan una tendencia creciente en la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos en los últimos cincuenta años y se considera probable que las altas temperaturas; olas de calor, graves sequías, fuertes precipitaciones y grandes inundaciones; continuarán siendo más frecuentes en el futuro, lo que puede ser desastroso para la humanidad (IPCC, 2013).

Una práctica generalizada en la agricultura nacional y prácticamente obsoleta en países de Unión Europea; es la eliminación de los residuos vegetales de los cultivos, mediante el uso del fuego directo en el campo. Es lo que se conoce como la quema in-situ; para diferenciarla de la quema de residuos que pueda ocurrir fuera del campo (quema off-situ); generalmente para generación de calor a nivel de casas de campo.

Los cultivos que más contribuyen a las emisiones de gases invernadero, por quema de residuos; son los cereales; los residuos de los restantes cultivos tienden a no ser quemados en el campo; siendo mayoritariamente enterrados en los suelos o empleados para alimentación animal, ya sea por consumo directo como a través de forraje conservado.

La quema de rastrojos y el cambio climático
Respecto a las quemas de rastrojos se emiten altas cantidades de CO2 al ambiente, considerando los rendimientos típicos chilenos; se emite el equivalente a 400 kg CO2/ ha/año en la quema de cereales, y 800 kg CO2/ha/año con quema de rastrojos de maíz; (Ovalle, C. et al., 2020).

También es un hecho muy bien reportado en Chile y el mundo; que la conversión de ecosistemas naturales a sistemas agrícolas ha disminuido el carbono orgánico del suelo (COS), aumentando las concentraciones de CO2 en el ambiente. Por tanto; la aplicación de medidas para disminuir las emisiones debe orientarse a mantener prácticas que promuevan la protección del suelo y aumenten los niveles de materia orgánica.

La adopción de prácticas de manejo como la cero labranza, el establecimiento de praderas permanentes; la incorporación de materia orgánica estabilizada (compost); la supresión de las quemas agrícolas, entre otras, promueven la mantención y acumulación del carbono orgánico del suelo (COS).

Fuente: www.inia.cl

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10 gramos de este polímero puede absorber hasta un litro de agua. Sergio Jesus Rico Velasco, un ingeniero mexicano del Instituto Politécnico Nacional, ha encontrado una manera de retener el agua de lluvia convirtiéndola en sólido.

El agua sólida es biodegradable, no es tóxica y conserva el agua hasta 8 años ayudando a las cosechas a crecer en climas extremos. Se podría reducir el uso de agua en un 90% en la agricultura.

Este polímero biodegradable puede retener hasta 200 veces su peso en agua durante 6 semanas.

Agua solida

Este polímero logra encapsular el agua de lluvia. El Polímero de acrilato de potasio biodegradable se comercializa en polvo, se hidrata con agua de lluvia y se transforma en un gel capaz de retener el agua durante 40 días.

Esto ayuda a las plantas porque pueden estar hidratadas sin tener que esperar lluvias o riegos, mejorando su desarrollo.

Funcionamiento del agua sólida

Se entierra en la tierra a la altura de la raíz y cuando llueve encapsula el agua volviéndola sólida.
El agua se mantiene en este estado mientras la planta la va consumiendo según sus necesidades.

Cuando la humedad en el polímero se acaba, este vuelve a su estado principal, esperando la lluvia para volver a encapsular el agua.

El polvo es capaz de mantener este procedimiento por un periodo de 8 a 10 años.

Según Sergio Rico, solo se requiere 25 kg de producto por hectárea de cultivo, ahorrando del 80% de los costes de producción. También reduce costes en infraestructura hidráulica, ya que en muchos casos no necesitaremos otros sistemas de riego.

Este producto ya se distribuye en países como Argentina, Ecuador, India, Rusia, Perú, España o los Emiratos Árabes Unidos.

Fuente: lluviasolida.com.mx

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Los efectos del cambio climático se han traducido en la reducción de zonas productivas a causa de la sequía, lo que invita a innovar en la implementación y diversificación de formas de cultivos. Desde esta necesidad, la empresa Microland, con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria y financiado por el Gobierno Regional de O´Higgins y su Consejo, a través del Fondo de Innovación para la Competitividad, trabajan en la inclusión de tres nuevas especies para su producción en formato microgreens, hortalizas de IV gama que destacan por su bajo requerimiento hídrico. Estos vegetales son productos hortícolas de no más de 15 días de crecimiento, categorizándolos como hortalizas de IV gama y entre sus características destacan por ser productos frescos, limpios y envasados, listos para su consumo.

Se trata del proyecto Microland, un emprendimiento agrifoodtech, que se centra en la producción intensiva de microgreens utilizando las nuevas tecnologías disponibles para mejorar tanto los rendimientos de producción como su diversificación productiva, logrando adaptar tres especies vegetales para incluirlas en la producción de estos alimentos funcionales: quínoa (Chenopodium quinoa), panul (Apium panul) y borago (Borago officinalis).

El coordinador del proyecto, Simón Solís, destacó que “somos los primeros en instaurar la producción de microgreens en la Región de O’Higgins. A nivel nacional, su comercialización es incipiente, pero estos productos se abren camino debido a la conciencia que tiene la gente respecto a cuidar su nutrición. Son vegetales saludables con manipulación mínima y libres de pesticidas respecto a los cultivos tradicionales. Actualmente, hemos podido innovar e introducir quínoa, borago y panul como opciones para ampliar la oferta de microgreens, logrando un avance en la producción de estos superalimentos. Éstos son una alternativa natural a los suplementos alimenticios, ya que se ha demostrado que contienen concentraciones de hasta 40 veces más antioxidantes, vitaminas y/o minerales por gramo en comparación con los cultivos maduros. Además, a través de la implementación de tecnología, hemos aumentado nuestros rendimientos hasta en un 20% con luces de alta eficiencia que permiten potenciar los ciclos mensuales de producción”.

La directora ejecutiva de FIA, Francine Brossard, comentó que “este tipo de cultivos de invernadero, diversifican la oferta alimentaria y, debido a su bajo consumo hídrico, otorgan seguridad a la producción de hortalizas que se ha visto afectada por los efectos del cambio climático. Por otro lado, debo añadir que los microgreens son alimentos funcionales, con alto valor nutricional, por lo que se relacionan con el plan de trabajo que tenemos junto al Ministerio de Agricultura, en que queremos impulsar la alimentación saludable de forma transversal, sin dejar a nadie atrás”.

“La región de O´Higgins es zona de hortalizas y queremos agregar valor a su producción, mejorando los rendimientos en su versión de microgreens a través de la introducción de tecnología, ya que cuentan con diversas ventajas al cultivarse indoor, en huertos verticales de estantería y/o vivero y así, no presentan problemas de espacios. Además, su producción es continua durante todo el año, se controlan y minimizan las variaciones de temperatura y humedad, lo que reduce el consumo de agua hasta en un 90% respecto a hortalizas maduras, se consiguen alimentos con un alto valor nutricional y sin uso de pesticidas”, agregó el coordinador del proyecto, Simón Solís.

Para finalizar, debemos señalar que se ha concretado la primera etapa del proyecto y comenzará su pilotaje para evaluar la recepción de estas nuevas especies por parte de los consumidores, junto con otras cinco especies iniciales: brócoli, rabanito, rúcula, girasol y mostaza que están próximas a ser comercializadas en formato de bolsa, paquete compostable o bandejas de producción.

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Por Francine Brossard, directora ejecutiva FIA.


 

Francine Brossard

 

Un llamado a repensar el modelo agroalimentario actual que asegure la alimentación para todos. Esa es nuestra batalla, y nuestra meta, que no se te detiene.

Hasta hace algunos años nuestra producción en agricultura se solía pensar de forma cuantitativa, sin considerar en cómo se alcanzaba dicha producción. Sin embargo, las inclemencias y efectos del cambio climático, reflejados entre otros, en sequía, han reconvertido diversos territorios, obligando a los agricultores a buscar nuevas formas de producir, rescatar variedades e innovar para poder continuar en el rubro.

Desde esta necesidad el Ministerio de Agricultura ha implementado el “Plan Nacional de Seguridad y soberanía alimentaria”, de forma tal de favorecer el acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias en forma segura, y conforme a sus requerimientos. Es por ello que la Fundación para la Innovación Agraria ha establecido entre sus lineamientos estratégicos el promover y contar con “Sistemas Alimentarios Sostenibles”.

Los Sistemas Alimentarios Sostenibles, garantizan la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas sin poner en riesgo sus bases económicas, sociales y ambientales para las futuras generaciones, abarcando cada actividad relacionada a la cadena agroalimentaria y sus efectos, como: medio ambiente, insumos, procesos, infraestructura, instituciones, mercados, comercio, producción, procesamiento y distribución.

Desde FIA seguimos apoyando la pequeña y mediana agricultura y hemos iniciado un camino claro y definido para promover e impulsar innovaciones que promuevan el establecimiento de Sistemas Alimentarios Sostenibles ya sea a nivel de producción, transformación, transporte, venta y consumo de los productos alimenticios y agrícolas de origen nacional.

Esto debe hacerse con el aporte de diversos actores, implementando capacitaciones y orientando a las comunidades rurales sobre diferentes sistemas y variedades de alimentos que mantengan activa la producción, y al mismo tiempo disponer de productos que se adapten a los nuevos hábitos alimenticios, nuevas dietas alimentarias, y requerimientos nutritivos especiales para algunos segmentos de la población, como niños, niñas y adultos mayores.

FIA viene trabajando hace años en la diversificación de la matriz productiva para la obtención de alimentos sostenibles manteniendo su calidad y beneficios nutritivos e inocuidad alimentaria. Hoy hemos creado un nuevo programa: “Programa de Transferencia y Adopción de Innovación”, mediante el cual estamos entregando a la comunidad agrícola todo el acervo y conocimiento acumulado durante más de 25 años de existencia a partir de los resultados obtenidos de los proyectos apoyados por FIA.

Por otra parte, estamos apoyando a los y las jóvenes rurales, con el ánimo de reconquistarlas/os y hacerlas/os parte de las acciones de innovación para que ellas y ellos puedan continuar este camino de emprendimiento y renovación del sector. Hemos identificado varios proyectos que demuestran que la juventud rural está motivada y que su impulso innovador los ha llevado a resolver variados problemas de su sector, tanto productivos, de comercialización y/o gestión. Dado lo anterior, nuestra fundación se ha enfocado en apoyar este grupo etario de la población agrícola con nuestro “Programa de Juventud rural emprendedora”.

A pesar de que se ha avanzado bastante, entregando permanentemente información acerca de la seguridad alimentaria, se requiere seguir apoyando la innovación a distintos niveles de producción primaria mediante el aprovechamiento de recursos, apuntando a la diversificación y transformación, mediante manejos cada vez más sostenibles como: producción orgánica, agroecológica, regenerativa, uso de bioinsumos, entre otras.

En esta línea, hay que sumar el rescate de alimentos mediante la agregación de valor, resaltando la identidad local y las tradiciones. Pensar de manera saludable para que en su procesamiento sean inocuos y mantengan su calidad y beneficios nutritivos, por otro lado reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, que ascienden, según FAO, a un tercio de la producción total de alimentos destinados al consumo humano.

En esta labor de alimentar la población nacional, la mujer juega un rol clave, tanto en la producción agrícola como en la seguridad alimentaria. Las mujeres son las principales agricultoras y productoras en gran parte del mundo, sin embargo, su trabajo agrícola sigue siendo bastante invisibilizado. Sin embargo, desde hace unos pocos años, las mujeres rurales han demostrado una capacidad adicional, y es su facilidad de adaptación y adopción de nuevas herramientas tecnológicas, como ha sido demostrado en un reciente documento que hemos publicado junto a INDAP y Prodemu. En este documento se evidencian las nuevas habilidades digitales que han ido adquiriendo como un nuevo aporte a la economía familiar, y explorando en el uso de herramientas tecnológicas transversales como las redes sociales, e incluso comercio virtual mediante plataformas en la web.

Todo este panorama nos hace reflexionar en que nuestra agricultura debe adecuarse cada vez más a un entorno económico y social más exigente y competitivo, tanto por condiciones naturales y climáticas inestables, por economías internacionales oscilantes y con consumidores cada vez más informados y demandantes en calidad y diversidad de productos, con efectos directos hacia nuestra producción alimentaria nacional. Por ello nuestra Fundación continua trabajando para entregar soluciones innovadoras, que se adapten y que se difundan hacia el sector silvoagropecuario y de esta forma colaborar en esta importante labor de nutrir la población con alimentos sanos, y considerando los Sistemas Alimentarios Sostenibles.

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