Cuando hablamos de las condiciones necesrias para un cultivo determinado nos fijamos mucho en el clima. Si soportará o no los fríos del invierno o por el contrario el calor excesivo del verano. El suelo es un factor que se deja en segundo plano y es igual o más importante que las condiciones climáticas. Cuando hablamos de suelos arcillosos, arenosos, francos… hablamos de textura del suelo.
Qué compone la textura del suelo
Así como otras variables pueden suponer conceptos algo complicados de explicar, la textura es un concepto muy sencillo. Un suelo está compuesto por partículas, cuya clasificación por tamaño se divide principalmente en tres: Arenas, limos y arcillas. Las diferentes proporciones de cada una de estas fases constituye la textura de un suelo.
Qué importancia tiene la textura del suelo
Tanto en agricultura a gran escala como en el suelo de nuestro huerto, la textura tiene implicaciones directas en multitud de procesos y eso condiciona el buen desarrollo de los cultivos.
A la hora de trabajar el suelo, la textura será la que defina la dificultad de trabajo. Suelos arcillosos y muy pesados son muy difíciles de trabajar. En un huerto lo notaremos más o menos, pero en las grandes producciones, los costes en horas de trabajo y combustible de maquinaria, se disparan si el suelo es demasiado pesado.
La fase gaseosa del suelo. El suelo, debe contener una parte importante de oxígeno retenido entre las partículas que lo componen. Suelos de partículas muy pequeñas (arcillosos), la fase gaseosa es mínima, las partículas tan pequeñas no dejan espacios entre ellas donde se pueda retener el oxígeno. Suelos más arenosos tendrán una fase gaseosa mucho mayor.
El agua del suelo. La capacidad de retención de agua también depende del tamaño de partículas del suelo y por tanto de su textura.
Fases líquida y gaseosa de un suelo
Estos tres factores enumerados, a parte de depender del tamaño de partículas, hemos de mencionar que también son consecuencia del nivel de agregados del suelo, de los cuales hablaremos en futuras entradas.
Cómo medir la textura de nuestro suelo
Para medir la textura de un suelo existen varios métodos. La gran mayoría de ellos consisten en pruebas físicas «caseras» de cohesión entre partículas para hacernos una idea aproximada sin cuantificar qué porcentaje de cada fase (arena, limo y arcilla) tiene la muestra.
En cualquier método de medición de textura del suelo se hace un tamizado previo con luz de 2 mm. Se considera que partículas de más de 2 mm son los elementos gruesos de un suelo y no se consideran en la textura.
Método de campo
Partiendo de una muestra de suelo con un previo tamizado con luz de 2 mm, se humedece con unas gotas de agua hasta formar una pasta con cierta plasticidad.
A continuación, en una superficie lisa o una mano con la otra, intenta hacer un cilindro o «churro» muy fino de unos 3 mm de diámetro:
Si no puedes conformar dicho cilindro y la muestra se deshace, claramente estamos ante un suelo arenoso.
Si consigues hacer el cilindro, intenta hacer un anillo. Si lo consigues y el tacto es suave y fino, estamos ante un suelo arcilloso.
Si haces el cilindro pero al hacer el anillo, este se rompe, estamos ante un suelo franco-arcilloso.
Si haces el cilindro y el anillo, pero este último tiene una textura no muy suave, entonces el suelo será franco.
Como se puede ver, esta es una forma rápida con una clasificación máxima de 4 clases texturales. Si queremos hacer una medición más precisa tendremos que recurrir a instrumental de laboratorio, no muy complejo, pero no es algo que se pueda hacer en campo.
La medición de las clases texturales se mide con método de Bouyoucos, basado en la ley de Stokes que podréis encontrar navegando por la web sin dificultad.
Una vez calculados los porcentajes de cada una de las tres fases de partículas, el método más extendido es de la clasificación del triángulo textural, del departamento de agricultura de los EEUU (USDA).
Es un triángulo equilátero en el que se representan en cada uno de los lados, el porcentaje de cada una de las fases (arena, limo, arcilla) con una escala de 10 en 10.
Se trazan 3 líneas perpendiculares a los 3 lados del triángulo y donde confluyan en un punto podremos establecer el tipo de suelo que tenemos en función de los porcentajes obtenidos.
Aquí os dejamos el triángulo.
Existen más métodos para determinar la textura de un suelo y en la FAO podemos encontrar algunos de ellos con ilustraciones. Aquí os dejamos el enlace de textura del suelo